El Capitolio Nacional en el laberinto de su patrimonialización


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La Estatua de la República retornó a sus orígenes. Tras muchos años en competencia con una chimenea cubierta de hollín, las capas de suciedad acumuladas desaparecieron poco a poco. Ya se ven el bronce y las láminas de oro. El encanto majestuoso de la Atenea criolla recuerda los afanes del escultor Angelo Zanelli. Transcurrieron meses de cálculos y pruebas. Por momentos, los especialistas se sintieron como adolescentes ante el primer amor, pero al final habían devuelto a la estatua lo que su creador quiso darle: la inspiración de la naturaleza y las mujeres cubanas.  

Daniel Taboada,

“Restauración. Oficio con límites”,

Juventud Rebelde, La Habana, 30 de junio de 1996.

 

La restauración del Capitolio Nacional, en el marco de las celebraciones por el aniversario 500 de La Habana, constituye una de las más significativas intervenciones realizadas en el patrimonio edificado de la Isla en los últimos años, primacía determinada no solo por la complejidad artística y técnica de la obra, el proyecto a seguir y el monto de recursos necesarios para su materialización, sino también, porque revelada ahora en todo su esplendor, invita a un estudio de su significación y resignificación simbólica en devenir histórico, es decir, en términos patrimoniales, como “obra documento”, término que se ha de asumir como el reconocimiento del valor de la obra de arte como receptora y trasmisora de la memoria colectiva, en una perspectiva que incluye tres tiempos históricos: pasado (construcción), presente (reconocimiento) y futuro (defensa y protección). (1)

El Capitolio es, por resolución no. 4 del 15 de noviembre del 2010, Monumento Nacional, categoría que en el catálogo Monumentos Nacionales de la República de Cuba del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural se le distingue con el siguiente texto:

Esta obra monumental, inspirada en el clásico capitolio romano, data de 1929 y es un ejemplo relevante de la arquitectura de la época. Fue sede de las dos cámaras del Congreso de la naciente República y, por su propio carácter, escenario del acontecer político e histórico de ese período. Después del triunfo de la Revolución, el Capitolio fue trasformado en la sede del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y de la Academia de Ciencias // En el gran salón central, situado bajo la cúpula, se yergue una enorme estatua de bronce dorado que representa a la República. A sus pies se encuentra una estrella o rosa náutica, en cuyo centro un diamante marca el kilómetro cero de la Carretera Central. (2)

¿Qué lugar corresponde al Capitolio Nacional en la historia de la conservación del patrimonio cultural cubano? ¿Cuáles han sido sus protagonistas y qué criterios les sirvieron de guía?  ¿Qué connotación alcanza la salvaguarda de este patrimonio? En tan breve espacio resulta pueril ofrecer aquí un minucioso estudio del proceso de patrimonialización que ha acompañado el Palacio del Congreso o Capitolio Nacional, en particular todo lo relacionado con la última intervención, la cual además ha estado acompañada de una sustanciosa promoción. Se trata pues de reflexionar en torno a la construcción del símbolo y su lugar en el proceso de patrimonialización. Si queremos ser partícipes conscientes del mismo es necesario contar con la mayor información posible, perspectiva en la que este puede ser un grano de arena en el entendimiento de sus intervenciones. Téngase en cuenta que:  

Algunos teóricos del proceso de patrimonialización han llegado a concluir que la intervención resulta portadora de tres tipos de discursos, los cuales determinarán el carácter de la acción de restauración y conservación en el patrimonio cultural: económico, cuando el patrimonio se alza como salvavidas; político, en tanto la conservación y restauración se convierte en la nueva heráldica del poder; y el discurso identitario culturalista, reconocido por su inherente polifonía, el inevitable cambio cultural y la consecuente trasformación del valor manifiesto en una musealización no solo de la obra, sino además del territorio o una parte de ella. (3)

Pero antes de entrar en el tema marquemos los dos principios rectores de esta comunicación. Primero, a priori declaremos que la legitimidad del valor patrimonial del Capitolio Nacional transita por tres etapas o períodos: 1) 1929-1959: desde su inauguración hasta el cese de sus primigenias funciones, en el que es preciso tener en cuenta las ideas que acompañaron el proyecto y su ejecución, 2) 1960-2010: desde el triunfo de la Revolución hasta el cese de sus funciones como Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y Academia de Ciencias de Cuba y 3) 2010-2019: desde el inicio de la restauración para sede del Parlamento cubano hasta su inauguración en el marco del 500 aniversario de La Habana. A cada uno de ellos le acompañan diferentes coordenadas culturales y, en consecuencia, desiguales representaciones tanto en el orden fáctico como en el de las ideas. Como indica el historiador José Luis Romero, es preciso tener en cuenta que uno y otro campo interactúan sin linealidad alguna y a ambos le acompañan lo preciso y lo difuso:

El hecho y su representación, el hecho y el juicio de valor, el hecho y la tendencia a transformarlo, coexisten para la conciencia del sujeto histórico y operan en uno y otro orden entrecruzadamente, pero sin que pueda afirmarse a priori que uno de ellos opere con más intensidad que el otro, porque tal relación es contingente y no puede predeterminarse. (4)

El segundo principio está relacionado con la tipología del bien patrimonial. Por tratarse de un exponente del patrimonio edificado tengamos en cuenta la dinámica relación que se establece entre dos sustanciales categorías: a) Intervención-Recepción, perspectiva que nos lleva a recordar al arquitecto y urbanista Roberto Segre cuando sugiere que la comprensión del paisaje urbano solo es posible a partir de su contenido cultural, de la significación que cobra para los diferentes grupos humanos que la habitan, “de acuerdo con sus sistemas de valores, expectativas y nivel de vida, y cómo cada uno de ellos se siente condicionado, favorecido o relegado” (5); b) Forma-función, relación que determina la tipología arquitectónica. En esta perspectiva téngase en cuanta que la elección de un modelo no se elige por azar, máxime en el repertorio civil, sino por la eficacia de su representación en la comunicación de sus funciones, objetivo que adquiere matices particulares en el uso de variantes tipológicas tanto por la búsqueda de originalidad como por las coordenadas contextuales que acompañan a la ejecución de la obra. La correspondencia entre una y otra es uno de los retos que con mayor frecuencia enfrenta la puesta en valor del patrimonio edificado, en tanto, por la forma la obra invita a una lectura que rara vez encuentra correspondencia en la nueva función.

Intentaremos aproximarnos al valor patrimonial del Capitolio Nacional desde su recepción y las intervenciones a las que ha estado sometida en busca de leer en una y otra su potencialidad como “obra documento” de la historia de Cuba con la pluralidad implícita en el patrimonio cultural de la nación. Por su complejidad lo haremos en tres momentos: 1) “El Capitolio. Génesis y creación de un símbolo nacional”, en el que se abarca el periodo 1929-1959, 2) “El Capitolio. Resignificación”, referido a 1959-2010 y 3) “El Capitolio. Monumento Nacional y sede a la Asamblea Nacional”, que atiende a los años 2010-2019.  

 

 

Notas:

(1) V. Marcos Tamames: “El Parque Central de Madruga como obra documento”, Blog Cubarte, La Habana, 16 de septiembre de 2019.

(2) Consejo Nacional de Patrimonio Cultural: Monumentos Nacionales de la República de Cuba, p. 161, Collage Ediciones, La Habana, 2015.

(3) Marcos Tamames Henderson: “Conservación de los centros históricos ¿Cuestión de ciencias técnicas o Humanísticas?”, p. 51, en Tamames: La cofradía de los signos urbanos, Ed. Ácana, Camagüey, 2012. Las cursivas son para esta edición. Cf. Gerardo Pereiro Pérez: “Patrimonialización, consumo turístico y transformación de las identidades culturales. Lecturas del noroeste ibérico” (Ponencia), V Congreso Internacional Patrimonio Cultural Contexto y Conservación, La Habana del 9 y 13 de abril de 2001.

(4) José Luis Romero: "Reflexiones sobre la historia de la cultura", en Imago Mundi, nº 1, setiembre de 1953. http://jlromero.com.ar/publicaciones/reflexiones-sobre-la-historia-de-la-cultura. Acceso: 27 de febrero de 2017.

(5) Roberto Segre: América Latina, fin de milenio: raíces y perspectivas de su arquitectura, pp. 193 y 194, Ed. Arte y Literatura, La Habana, 1999.

 


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