Fotos: Cortesía del CDAV y Maité Fernández Barroso.

Treinta años en la vida de una institución es buen momento para realizar balance. Así lo ha hecho el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales; incluso de manera poco usual a como nos ha acostumbrado en estas tres décadas en que ha estado atento a los nuevos valores que emergen a todo lo largo y ancho del país.

Sede, en su complejo de galerías, de los Salones de Arte Cubano Contemporáneo que alternan con la Bienal de La Habana y de los ya desaparecidos Salones de Premiados, la institución exhibe periódicamente el quehacer de jóvenes figuras de toda la nación, gracias a un sostenido vínculo con los Centros Provinciales, objetos de su atención metodológica.

Sin embargo, para celebrar estos treinta años en la lucha, como han denominado la exposición inaugurada allí recientemente, los especialistas del CDAV estimaron pertinente mostrar al visitante no la obra de determinados artista, proyecto, generación o tendencia, en particular; sino poner ante nuestros ojos parte de la historia que se ha ido escribiendo de 1989 a la fecha, en ese inmueble de la Plaza Vieja con más de cuatro siglos de existencia.

Lo anterior ha sido posible debido a que cuentan con un Centro de Documentación e Información de referencia nacional e internacional, donde archivan catálogos, publicaciones periódicas, carteles, investigaciones y demás materiales que sirven para conservar la memoria del CDAV y, con ella, la de una parte importante de las artes visuales contemporáneas del país.

Según explicó al Blog Cubarte la curadora Marilyn Sampera Rosado, especialista de esa institución, en el último año ella y sus colegas se dedicaron a estudiar y seleccionar aquellos documentos que fueran representativos de las diferentes etapas de trabajo, para luego exponerlos así divididos en cada una de las galerías y espacios disponibles.

“Allí se pueden ver ejemplares únicos de catálogos, hojitas y plegables de exposiciones de artistas que en un momento eran desconocidos, pero nosotros los fuimos descubriendo y eso es lo más importante”, nos señalaba.

A trabajadores y especialistas fundadores que ya no están entre nosotros han dedicado esta muestra, en particular a René Azcuy, autor del logotipo que hasta hoy día mantiene el CDAV.

Curado por Tania Parson y Yadira Rodríguez, este segmento de la exposición exhibe 25 de los carteles creados por el desaparecido diseñador, los cuales pertenecen a la Colección del Centro.

“Gracias al Consejo Nacional de las Artes Plásticas, nos dimos a la tarea de restaurar algunos que no se conservaban en buen estado. Felizmente logramos rescatarlos todos y hacer la selección que ahora puede verse”, explicaba Sampera Rosado, para luego añadir:

“El día de la inauguración casi se nos salían las lágrimas porque estábamos muy agradecidos de muchos artistas jóvenes que hoy no lo son tanto, pero que comenzaron en el Centro y, algunos más que otros, han hecho su obra allí.

Estábamos muy contentos y ellos también estaban muy felices de ver este tipo de exposición que prácticamente no se realiza en la plástica cubana pero que para nosotros era importante. Es otra manera de celebrar estos 30 años”, concluyó.

También en el contexto de las celebraciones, durante la apertura de Treinta años en la lucha el pasado 19 de diciembre, se hizo entrega de las Becas de Creación y Curaduría Estudio 21 que anualmente otorga la institución para apoyar el financiamiento de determinados proyectos.

Tras esta mirada indagadora hacia su pasado más reciente, en la hermosa casona de la Plaza Vieja se continuará trabajando por las artes visuales contemporáneas de la Isla. Con la misma pasión por la cultura con que el Padre Félix Varela fundara en ella la primera Sociedad Filarmónica de La Habana; pero libre del espíritu elitista de los bailes que allí disfrutaba lo más rancio de la aristocracia criolla y que tan bien dejó plasmados en su novela Cecilia Valdés nuestro Cirilo Villaverde.