El poder de los cubanos con la fundación del periódico Patria


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Celebran fiesta, feria y festival de la prensa cubana, en el Parque Wifi de Coppelia, en La Habana, Cuba. Foto: Ariel Ley Royero/ ACN.

El 14 de marzo no podría ser nunca una celebración solo de los periodistas y los trabajadores de la prensa en Cuba. Esta no puede ser una festividad sectorial, sino de todos los cubanos. Con el nacimiento del periódico Patria, fundado por José Martí y heredero del periodismo que comenzó a fecundar con Félix Varela, los hijos de esta Isla comenzaron a darse un poder, y no un poder cualquiera, sino uno simbólico muy especial: el de la defensa de su verdad, tantas veces escamoteada y agredida desde los tiempos fundacionales hasta este coronavírico siglo XXI.

No es casual que desde el pasado año convoquemos a los festivales Prensa pública, prensa del pueblo, que han tenido por escenario en La Habana la explanada del Coppelia, con réplicas en todas las capitales provinciales del país y en los municipios donde existen radioemisoras o televisoras locales.

Los cubanos nos dimos una nueva Carta Magna y, en consecuencia, una ruta cambiante y prometedora en el difícil camino del socialismo del siglo XXI, pero tal como advirtieron muchos en las vísperas del mayoritario Sí, hacerla prevalecer requerirá de la convergencia de tres voluntades: la política, la institucional y la ciudadana.

Los profesionales de la prensa pública del país, como todos los compatriotas, también depositan muchas esperanzas en su nueva Constitución, que no solo refrenda la libertad de conciencia y pensamiento —ya recogida en la Constitución de 1976—, sino además el derecho a recibir información veraz y oportuna y a la libertad de prensa, todo lo cual requiere, como en otros ámbitos, de disposiciones legales y otros mecanismos en los que ya se trabaja, y que tendrán como antecedente y sustento adicional la Política de Comunicación del Estado y del Gobierno, la primera de esa naturaleza después del triunfo de la Revolución.

Se conectan especialmente en esta jornada, en la que honramos a José Martí —a 125 años de su caída en combate, junto a los 35 de la Editorial Pablo de la Torriente y los 105 del natalicio de Juan Manuel Márquez— las ansias profesionales, gremiales y políticas expresadas en el 10mo. Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) con las de los ciudadanos que exigen una prensa atemperada a las complejas realidades nacionales y las coordenadas de la Ley de leyes.

Desde el punto de vista político está servida la mesa para avanzar hacia la meta fundamental fijada por el congreso de la Upec: la fundación de un nuevo modelo de prensa pública para el socialismo cubano. Este cuenta ahora con el espaldarazo ofrecido por la mayoría de quienes asistieron a las urnas en el plebiscito constitucional, al concertarse que los medios fundamentales de comunicación no pueden ser objeto de otro tipo de propiedad que no sea la socialista de todo el pueblo o de las organizaciones políticas y de masas.

La prensa pública, como la sociedad cubana en general, busca soluciones a sus problemas estructurales, sin nihilismos, negaciones o precipitaciones vergonzantes. Entre los desafíos básicos está dibujar un nuevo tipo de relación entre el sistema de instituciones públicas y el sistema de medios públicos. Lo anterior sería el preámbulo para abrirse a cambios en los modelos de gestión editorial y económica de los medios. En el primer caso la mayor urgencia es encontrar el equilibrio justo entre las agendas política, pública y de los medios y entre los discursos y las estéticas de los medios tradicionales y digitales en la llamada era de la convergencia.

Entre los grandes desafíos está ofrecer mayor relevancia a las preocupaciones e intereses de las audiencias en los más diversos soportes y defender el ejercicio de la crítica, para que los medios —siempre al servicio de los mejores intereses patrios—, puedan jugar su papel de informadores, formadores y movilizadores de la conciencia social, así como de contrapartida y contrapeso en nuestra sociedad, de lo cual son ejemplos los conjuntos de trabajos que merecieron este 2020 los premios Juan Gualberto Gómez por la obra del año, y muy especialmente la obra toda de Enrique Ojito, ganador del Premio José Martí.

Resultan relevantes los pronunciamientos políticos en el sentido de que los medios de comunicación deben formar parte de los mecanismos de rendición de cuenta de las instituciones públicas a los ciudadanos, o lo que es lo mismo, de las formas de control popular o social. Todo lo anterior afianza la credibilidad y el grado de autoridad y ascendencia de los medios públicos frente a unas audiencias cada vez más atomizadas ante la multiplicidad de canales comunicacionales.

Los festivales Prensa pública, prensa del pueblo buscan destacar el valor estratégico que para nuestro proyecto socialista de nación tiene la existencia de un afianzado sistema de medios públicos. Ello es una singular distinción en un mundo donde lo común es la privatización de los medios, en beneficio de los grandes intereses empresariales y corporativos, en no pocos casos convirtiéndolos en verdaderos partidos políticos y agentes de la más siniestra manipulación y el engaño, ahora potenciados por las facilidades que ofrecen las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, lo cual beneficia —pese a una aparente democratización— lo que no pocos estudiosos denominan como una despiadada dictadura mundial de la información.

Hemos saltado del sueño del siglo XX de un nuevo orden mundial de la información a la entronización del más despiadado desorden comunicacional global.

No es nada casual que esa maquinaria de tergiversación y propaganda sucia, con no pocas partidas de dinero provenientes de Estados Unidos y otros países occidentales, tenga entre sus propósitos el descrédito del sistema público de prensa en Cuba, lo cual estimulan con la creación, en paralelo, de un creciente sistema de medios privados.

En medio de esa voraz arremetida, los festivales convocados, como otras de las muchas iniciativas desarrolladas como parte de la jornada por el 14 de marzo, que muestran el vigor, liderazgo y capacidad convocante y unitaria de la Unión de Periodistas, no hacen más que demostrar la voluntad de que los medios públicos de Cuba se acerquen cada vez más a su pueblo.

Ha sido una jornada en que cualquier ciudadano de la capital del país, como en otros territorios, tuvo la oportunidad de conocer, de primera mano, sin intermediación alguna, a los editores, columnistas y el resto de los trabajadores de nuestros medios, profundizar en cómo incidir en las políticas editoriales y en las perspectivas de un sistema que existe y existirá solamente por la voluntad constitucional mayoritaria del pueblo cubano.

No olvidemos que la Revolución se adentra en una de sus más duras pruebas con el relevo de la generación histórica en el liderazgo combinado con la actualización de su modelo de socialismo, no sin dificultades e incomprensiones internas y sañas externas, ante lo cual nos corresponde la responsabilidad histórica de ayudar a crear los necesarios consensos.

En este reajuste, como hemos afirmado, la prensa pública cubana debe tener el camino expedito para apoyar el debate cívico y el contragolpe revolucionario.

Abrazos y felicidades colegas, es un honor compartir con ustedes el hermoso y amoroso cometido de esta profesión.

 

Ver:

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FELAP felicita a los profesionales de la prensa en Cuba
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