Homenaje al grupo portador Cabildo Congo de Lajas en su 135 aniversario


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Como parte de los procesos de promulgación, visibilidad y a su vez de estimulación dirigidos a los valores identitarios que se generan desde los procesos creativos en las comunidades y sus portadores de tradiciones como sus principales depositarios, el Consejo Nacional de Casas de Cultura quisiera distinguir como de costumbre aquellas manifestaciones tradicionales que cumplen aniversario cerrado en éste 2021, con el objetivo de festejar y agasajar tan merecidos reconocimientos, además como parte del significado en la consolidación y reafirmación del incondicional y desinteresado acompañamiento  durante varias décadas, principalmente por parte de sus más aliados y fieles gestores; esos que comparten cada día sus alegrías, saberes, conocimientos, secretos ancestrales pero que también hacen suyo sus problemas, angustias e insatisfacciones, ellos son: los instructores de arte, promotores culturales y especialistas de cultura popular tradicional del sistema de Casas de Cultura. 

Comenzaremos en esta ocasión por una agrupación portadora de tradiciones centenaria, la cual celebra su cumpleaños 135, preservando hasta entonces de forma ininterrumpida elementos pertenecientes a la estirpe bantú en la cultura cubana, se localiza específicamente en el “Barrio de la Guinea”, municipio de Santa Isabel de las Lajas, provincia de Cienfuegos. De esas manifestaciones identitarias que se caracteriza por su alto sentido de resistencia y perdurabilidad en el tiempo, protagonizado por sus más fieles cofrades y adeptos como parte de los procesos de continuidad por varias generaciones, aunque a decir verdad su esencia se manifiesta mucho más enfocado y rememorado por la figura de Benny Moré que por la propia historia de su cultura, de sus cultores, así como elementos que lo tipifican, lo cual le imprime una notoria importancia que revierte en la identidad cultural como referente obligado y necesario para los estudios de remanentes lingüísticos y potencialidades antropológicas en el etno- nación cubano, por lo que sería oportuno reflexionar que tan importante es la figura del “Bárbaro del ritmo” como lo es también los atributos y aportes que se han generado por más de un siglo en la génesis del propio parlamento mágico religioso y cultural, pero además pensemos que primero surgió el Cabildo, su gente, su cultura y después entonces apareció la gran y transcendental figura de la música cubana, es imposible separarlos; no existe Benny sin Cabildo Congo de Lajas sin Cabildo Congo de Lajas sin Benny.  

Estamos en presencia del grupo tradicional “Cabildo Congo de Lajas”, tiene sus precedentes cuando el templo fue construido en 1886, desde antes ya se tocaba “makuta” (baile principal y más popular de los congos en la región central de Cuba) en los barracones de esclavos para celebrar la fiesta de fin de molienda y fin de año, amenizados por los toques y bailes durante los festejos ceremoniales existentes en estos Cabildos de Nación hasta la primera mitad del siglo XX. Esta institución ha aglutinado y acogido durante más de un siglo a los descendientes de esclavos de origen bantú existentes en esta amplia zona azucarera, es considerado como el reservorio más importante de las tradiciones culturales de origen “congo” del centro de Cuba; junto al Cabildo Kunalungo de Sagua la Grande y el Kalunga de Trinidad, por lo que ha posibilitado la supervivencia de numerosos rasgos (bailes, costumbres familiares, comidas, rezos, cantos y términos), representado un importante legado para éstas y futuras generaciones en el acercamiento a la influencia africana y sus esencias en la cultura cubana y universal.

Como casi en la totalidad de estas asociaciones, en sus inicios sus integrantes eran originarios de la cultura bantú, principalmente libertos de los ingenios “Santa Susana”, “Santísima Trinidad” y sobre todo del ingenio azucarero “Caracas”, quienes se fueron asentando en “La Guinea”, registrados como los “Terry”, respondiendo a la disposición y ralea en aquella época de llevar consigo el apellido de su propietario; adjudicándose el apelativo del legendario y reconocido terrateniente Tomás Terry. Varias fueron las familias de la barriada que con el tiempo se fueron sumando como adeptos y asociados; dentro de las que se encuentran: los Benítez, Armenteros, Palacios, Olano, Moré, Madrazo, Sarría, Peñalver, entre otros, al pasar el tiempo dado el proceso de transmisión generacional su membresía ha sido suplida por sus propios descendientes, así como por los demás vecinos del populoso barrio lajero. En cuestión el Casino "San Antonio" fue fundado en 1844 por esclavos de origen bantú en los barracones del ingenio "Ciudad Caracas", ya en 1855 se trasladó definitivamente a lo que es hoy Santa Isabel de las Lajas, resistiendo por más de un siglo varias épocas de incomprensiones y francas acciones por su desaparición, pero por fortuna, hoy constituye una parte importante del patrimonio cultural de la región central de Cuba. El Casino de negros en Lajas, como muchas otras asociaciones de la cultura conga de América, tomó el nombre de “San Antonio” (“Masamba”)    por ser este el patrón de Portugal, país que concentró la mayor cantidad de comerciantes esclavistas de la zona bantú y, por tanto, fue el primero en obligar a adorar y que originó en estos grupos africanos el proceso de transculturación cultural, cualitativamente diferente a los del componente etnodemográfico “yoruba” o “lucumí”.

Dentro de su formación histórica y antropológica se fueron asimilando disimiles ingredientes de tipo cultural ya impregnados desde la vida en los antiguos barracones, resalta los propios bailes y toques mantenidos hasta nuestros días, así como la fabricación de los originarios tambores de fundamentos utilizados en los toques “makuta” ofrecidos a “San Antonio” (“Masamba”), muy peculiares a los que fueron construidos en África de igual tipología, confeccionados a base de un tronco robusto perforados con fuego de forma fusiforme, ancho en la cima y estrecho en la base, se caracterizan por poseer un parche, se tocan por un solo lado y presentan gran sonoridad; se denominan  “caja” y “quimbando”. En sus inicios se utilizaban unas maraquitas de güira cimarrona, las cuales eran sostenidas en las manos del cajero para darle más sonoridad al toque, se utilizó también la guataca, en las ocasiones que he asistido a sus ceremonias por más de 15 años no he presenciado estos últimos instrumentos. Uno de los tambores, específicamente el “caja” tiene pintado un escudo cubano y un letrero “Centro Africano de Lajas”, el cual fue colocado en la Seudo- República.

La ya nombrada “makuta” se considera también como el baile principal de la fiesta de fin de molienda, con influencia del “pavasan” de origen bantú. Se le denomina así al toque, canto y baile que se realiza con mucha agilidad en las piernas y movimientos muy fuertes. Se venera a la deidad “Masamba” —San Antonio de Padua en el catolicismo—, por lo que los presentes hacen honor frente a su alegórico altar, muchos con ofrendas, mientras otros le cumplen con rezos. Después del Juramento de la bandera se realiza un círculo, previamente se habrán colocado los tambores y los tocadores en su centro con la solista y al compás del canto en lengua conga en forma de filas y círculos, bailaran girando hacia un lado y hacia otro. Este baile festivo se denomina “ringuinda”, cuentan algunos informantes que antiguamente se situaba una nieta descendientes de ellos en el centro del coro, la cual contenía ciertas habilidades para los cantos alusivos al género, para así mantener viva esta tradición. En varias ocasiones en la actualidad he presenciado este elemento, sin duda, constituye mantener viva la tradición a través del sentido de continuidad.

Los cantos están formados a bases de frases breves que se reiteran cantados por una solista y un coro que la acompaña. Los tres primeros son dedicados a “San Antonio” (“Masamba”), por ser este el patrón. En el primero el abanderado baila frente a él con la bandera, acompañado por un vasallo que lleva en sus manos un jarro con agua y una botella de aguardiente (malafo), a partir del segundo canto comienza a jugar un importante papel el abanderado, el cual va despojando puertas y ventanas con movimientos fuertes ondeando magistralmente la bandera. Al concluir la primera parte de esta ceremonia los presentes besan la insigne cubana en señal de respeto.

En el barrio de la Guinea se encuentra el “Casino de los Congos”, sitio donde encontramos al grupo portador de la cultura cubana “Cabildo Congo de Lajas”, el cual representa referente actual como parte de los procesos de salvaguardia, por su importancia para la cultura cubana ha sido objeto de un proceso de seguimiento y atención por más de una década, ha sido consecuente y sistemático el acompañamiento y atención por parte del Consejo Nacional de Casas de Cultura, además de ser la sede y motivo esencial en las celebraciones del Taller Nacional Cultura –Identidad, donde anualmente acuden al fórum con sus estudios los más importantes investigadores de la cultura popular tradicional del país, cita que cumple ya 12 años de existencia, también  se le entregó el Premio Nacional Memoria Viva que auspicia el Instituto Cubano de investigación Juan Marinello, además se acreditaron la Beca  de la Cultura Popular Tradicional como parte de la sustentabilidad económica de la expresión y su práctica como tal, fue incluida en el proyecto turístico de circuitos de las Rutas Tradicionales pronto a comenzar, ha sido de las más beneficiadas en la promulgación y visibilidad por parte de los soportes promocionales del sistema de la cultura a nivel nacional, sin duda, esa bandera cubana con la estrella solitaria y las tres franjas azules, con las dos blancas y el triángulo rojo que desfila por los espacios del Cabildo acompañada por los auténticos cantos, toques y bailes ahuyenta con su poder de soberanía los malos espíritus, al tiempo que le cuenten a los visitantes y foráneos,  que no falte encontrarse con el gran Benny Moré, quien desde sus tempranos cinco años bebía de sus entrañas, ese gran músico y cubanísimo, pero que sepan también que su legado  se generó de forma empírica a través de los sonidos melódicos del cuero devenidos de esos tambores que un día vinieron del África lejana para ser parte de la esencia y la identidad cubana. Sin duda, representa una joya indiscutible que atesora el Patrimonio Cultural de Nación. Felicidades!


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