Pensar como país para hacer como nación


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Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Goethe:Actuar es fácil, pensar es difícil, actuar según se piensa es aún más difícil”.

Fidel Castro: “Revolución…es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos…”.

Pensar como país, se puede convertir en una exhortación útil y movilizadora, en la medida que además de ser bien interpretada, se comparta y pase a ser una práctica cotidiana y consecuente de la mayoría de los cubanos. Aunque envié un tuit respondiendo a la convocatoria realizada en el sitio de nuestra Presidencia, escribo este artículo con el ánimo de poner mi granito de arena para seguir pensando y haciendo Cuba.

Ya venía pensando sobre las declaraciones de nuestro presidente Miguel Díaz-Canel; y la invitación de mi querida alumna de “la Lenin” y luego en el CITMA Alejandra Hernández, me motivó a tuitear y a retomar mi idea original de escribir para Cubadebate.

Comenzaré relacionando los conceptos: País, Nación y Patria, que subyacen en el asunto que nos ocupa, retomando lo esencial de un artículo que me publicaron en este mismo sitio el 27 de junio 2016:

País: Territorio en que habitan personas, delimitada por una división política y administrativa. La ONU reconoce a países. Deben tener un Gobierno reconocido por sus habitantes legalmente registrados.

Nación: Territorio en que habitan personas con origen, costumbres, cultura común. Un país puede tener varias nacionalidades; por ejemplo Bolivia se declara plurinacional.

Patria: Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos. Se puede tener más de una patria.

Voy a citar al Dr. Cs. Eusebio Leal Spengler, prominente intelectual cubano que no necesita presentación y que, como pocos, combina ciencia y poesía:

“Cuando alguien me pregunta sobre Cuba siempre le digo las tres dimensiones: el país, la nación, la patria. El país es un territorio; me acuerdo que de niño le decían a los chinos, paisanos, porque venían de un país; también en España es muy frecuente escucharlo, son paisanos, gente vecina del país; el país es la montaña, es el entorno, es el pequeño pueblo, es una región.

La nación es un concepto, un concepto de leyes, una constitución, una aspiración.

La patria es la poesía, es un sueño, es la tradición, es la lucha, es la sangre derramada por las añoranzas, es todo lo que forma en el hombre una identidad”.

Hace poco leí un artículo de Juan Valdés Paz, destacado politólogo cubano, Premio Nacional en Ciencias Sociales, en que expresa ideas relevantes, y considero oportuno citar el siguiente fragmento:

“Decimos que lo que existe es el pueblo, pero resulta que el pueblo es el conjunto de los ciudadanos. El depositario de los derechos humanos es la persona, y esta vive en una polis, en una República, es un ciudadano. Vamos a usar las categorías como son. Es el ciudadano el que quiere y construye el socialismo, no es el socialismo el que inventa al ciudadano”.

Entonces, considero que estos tres conceptos deben estar presentes a la hora de la interpretación de la expresión “Pensar como país”.

Usaré varios de los enunciados de Fidel en su concepto Revolución, que debe ser entendido y aplicado a plenitud.

Pensar como país requiere que los ciudadanos pensadores se autoestimen como nación y sean considerados como tal. “Es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos”.

Pensar es distintivo del ser humano, su fruto; el pensamiento es individual y también colectivo. Aquí surge la pregunta ¿Lo mío primero o lo nuestro primero? Sin lo mío no existe lo nuestro, pero si lo mío es individualista y egoísta, lo nuestro se enrarece, se enferma. “Lo nuestro” es duradero y proveedor de justicia social y felicidad siempre que la mayoría de “lo mío” sea con todos y para el bien de todos.

La individualidad está indisolublemente ligada a la libertad de pensamiento de cada cual; el individualismo es insuficiencia de la individualidad.

Lo que se piensa en privado debe corresponderse con lo que se piensa y se expresa en público. “Es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio”.

Más que una definición prefiero aportar insumos para que la construyamos sin que sea un texto definitivo y estático como propósito final.

Insumos:

  • Es necesaria una legítima democracia; un sistemático y constructivo debate.  Ningún ciudadano debe sentirse excluido de opinar y participar;
  • es necesario cultivar consecuente y creativamente la ciencia, y desarrollar y aplicar la tecnología y la innovación;
  • es necesario que lo legal y lo moral anden de amigos, para que las cosas funcionen bien;
  • es necesario cuidar la propiedad social con el mismo interés y esmero con que se cuida la propiedad individual o particular;
  • es necesario que se evidencie que las opiniones y sugerencias de los ciudadanos son tomadas en cuenta a la hora de las decisiones;
  • es necesario que la Constitución de la República, como Ley fundamental, se convierta en la más revolucionaria de estos tiempos.

Y estoy pensando en algunos más, pero prefiero que ustedes ayuden a incrementar la lista.

No todos pensaremos lo mismo, la diversidad seguirá marcando como constante nuestras vidas. La aprobación constitucional de un único Partido nos debe llevar a mejorar la capacidad de diálogo, de saber y querer escuchar al otro, a los otros. El gobierno electrónico puede convertirse en una herramienta valiosa; aunque el contacto cara a cara seguirá siendo un método indispensable.

¿Basta con pensar cómo país?

Hacer es la mejor manera de decir, nos dijo Martí; por tanto, la acción consecuente es indispensable.

Si pensamos con sinceridad y consistencia como país y no lo llevamos a la práctica social concreta, entonces nos quedaremos en un ejercicio intelectual de poca utilidad.

En estos últimos años se ha producido un salto cualitativo en el intercambio entre gobierno y ciudadanos. Así lo evidencian −entre otros− el voto directo y secreto para aprobar o rechazar la propuesta de la Constitución; los sitios abiertos en las redes sociales de funcionarios públicos del primer nivel de dirección y de las instituciones cubanas; el contacto directo con los ciudadanos en los recorridos por barrios, centros de trabajo y de estudio.

Es necesario lograr una mayor inmediatez en lo que se acuerda hacer. Como ha dicho Díaz-Canel, hacemos bastante bien las políticas y los decretos leyes, pero ya no a la hora de escribir y poner en vigor las resoluciones y reglamentos que le ponen pista de aterrizaje.

El hacer oportuno y bien ejecutado ha de conducir a la solución progresiva y duradera a los problemas identificados. Hay problemas de suma importancia para el desarrollo económico y social que siguen sin una solución duradera; voy a mencionar solo tres:

  • El incremento sostenido de la productividad del trabajo;
  • el efectivo encadenamiento productivo que nos permita mayor eficiencia y asegure el incremento de las utilidades en las exportaciones;
  • y para mencionar uno que tiene vínculo directo con conductas violatorias de la legalidad: el robo y desvío de combustibles.

No soy ingenuo al pensar que a la hora del hacer, tenemos ciudadanos que practican la apatía y tratan de contagiar a los demás; otros se centran en aquellas cosas que le tocan directamente; otros −por ahora la mayoría−, tratamos de pensar y hacer Cuba con la íntima convicción de que “sí se puede”.

Como es habitual, espero sus comentarios y sus reflexiones críticas, para que el debate culto nos haga avanzar por las sendas del triunfo, como nos dijo José Antonio Echeverría momentos antes de ofrendar su vida por la Revolución.


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