Sabes que lo bueno no sale barato


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Desbordados por la realidad cubana de los años 90 del pasado siglo, y con un montón de canciones urgentes en su mochila, terminaron fijando su residencia en la lejana Madrid; donde al poco tiempo, fusionaron su arte (bajo los influjos de Pável Urquiza y Gema Corredera) dando a luz a un proyecto musical sui generis titulado Habana Abierta.

Consistentes con su formación como cantautores, vierten en su obra todos sus condimentos poéticos y su lenguaje urbano, sobre una propuesta musical que se arropa de diferentes sonidos y formas; en la cual, innegablemente es música cubana lo que late en su centro.

Acá en la Isla, como por arte de magia, hace unos 20 años, apareció de repente la obra de Habana Abierta, y comenzó a formar parte de una especie de música de culto, pasando de mano en mano (y de fiesta en fiesta), fundamentalmente en medios intelectuales y de enseñanza universitaria. Esa música tuvo rostros por primera vez para casi todos, en el año 2003. Aún se recuerda aquel emocionante y multitudinario concierto en el Salón Rosado de La tropical; que volvió a repetirse con idéntico éxito en el año 2012.

Siete años desde entonces, en el 2019, volvieron estos artistas por tercera vez a su tierra, en esta ocasión por cuenta de los auspicios del Festival Internacional de Cine de Gibara. Allí tuvieron éxito total en el concierto de cierre de ese certamen, y no quisieron desaprovechar la ocasión, para también dejar un buen regalo en el comienzo de las actividades del verano en la capital cubana.

Aunque hubo lluvias durante la tarde y noche anterior; y hasta una especie de tornado al día siguiente, el martes 16 de julio de 2019 hizo un día caluroso, pero radiante. Así, irrumpieron en el Centro Cultural El Sauce los integrantes de Habana Abierta (como en otra memorable noche del año 2012), para cumplir un sueño de muchos de sus seguidores.

 

 

La convocatoria pasó principalmente de boca en boca, al igual que sucedió antaño con sus canciones y anteriores conciertos; pero aun así, el sitio resultó pequeño. Ciertamente, varios cientos de personas lograron acceder, pero no pocos tuvieron la desdicha de no poder entrar. Llegaban desde cualquier parte de la ciudad desde horas tempranas, y algunos viajaron desde sus provincias de residencia. Los más jóvenes, llegaban con la ilusión de verlos por primera vez, los más experimentados de almacenar nuevas y necesarias imágenes en sus corazones.

 

Pasaban las 11 de la noche, cuando los allí reunidos, al unísono, dieron vítores a sus Dioses de la noche; quienes subieron al escenario, dispuestos a compartir un gran torrente de canciones. Los acordes del guitarrista Nam San Fong y la voz de Vanito Brown, diciendo aquella frase tú sabes que lo bueno no sale barato iniciaron la magia, y ninguno de los desperfectos técnicos, lograron apagar la energía que les llegaba desde el público, y que no paró de crecer durante las dos horas siguientes.

  

Como dato curioso es interesante apreciar, que los ocho líderes originales del proyecto (Vanito Brown, Kelvis Ochoa, Boris Larramendi, Andy Villalón, Luis Alberto Barbería, José Luis Medina, Alejandro Gutiérrez y Pepe del Valle), solamente actuaron juntos en Europa, fundamentalmente en España. A lo largo del tiempo, la conformación del proyecto ha ido cambiando, a partir de diversas circunstancias personales y artísticas de sus integrantes; y por ello, en las tres visitas a La Habana, han tenido alineaciones diferentes.

 

Esta vez, cumpliendo un sueño pendiente de la gira 2012, Kelvis Ochoa, volvió a juntarse en el escenario con Vanito, Alejandro, Medina y Barbería, compañeros de tantas historias en sus inicios en Cuba, así como de otra buena cantidad, en sus travesías por tierras europeas.

Aprovechando la guía musical de Nam San, y el excelente apoyo (como línea principal) de los jóvenes músicos (estudiantes del Instituto Superior de Arte) que habitualmente acompañan a Luis Barbería; seleccionaron cuidadosamente un repertorio; compuesto por 22 temas. Ello, les permitió recorrer la discografía de la agrupación, brindando a los asistentes, la posibilidad de revivir cada uno de esos álbumes; por medio de temas como Lo bueno no sale barato, El gato y el ratón, Quítate de eso, Rockotocompás, La novia de Superman, Corazón Boomerang, Guaguancó para Daniela (Sangre revuelta), Rockason y Ella Prefiere.

Con tanto por cantar, y tan poco tiempo para compartir con su público, no preconcibieron invitar a otros artistas al escenario. Sin embargo, muchos músicos amigos y otros tantos que son fieles seguidores de su arte, no se quisieron perder la oportunidad de estar allí, de verles, abrazarles, respirar su aire. Así llegaron las improvisadas y acertadas notas del trompetista Alejandro Delgado en Quito, septiembre; el poder del sonido del baterista Rodney Barreto, disertando en Échate esto, y el sonido de la percusionista Mary Paz en este último número, y también en la Conga de Juana.

Algunos de los momentos más altos arribaron por intermedio de cuatro de los estándares de la agrupación: Ahora si tengo la llave, Divino guion, Cuando salí de La Habana y La conga de Juana. Otro momento especial, llego con la versión acústica de Estación de sol, donde las voces de los protagonistas, tuvieron el arrullo del canto de los asistentes.

  

Cuando el reloj, quería iniciar los últimos 25 minutos para llegar a las 2 de la madrugada, los integrantes de la banda, exhaustos y sudorosos, luego de más de 2 horas sobre el escenario,  dijeron adiós a su público. Para ello escogieron La Natilla; una de sus obras más populares. El público aprovechó ese momento dar sus últimos pasillos, y dedicar los aplausos finales con los cuales reclamaban; que no pasen otros tantos años, antes de que Habana Abierta regrese a la Isla, para una vez más, cambiar la vida de sus seguidores, con la magia de una noche de concierto.


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