Un comentario sobre el Festival de Teatro de La Habana


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Foto de Portada tomada de la página web Viridiana.es

Finalizado el Festival de Internacional de Teatro de La Habana en su edición 19 es oportuno reflexionar sobre la teatralidad como compleja superficie reflejante, reflectora y refractaria.  La particularidad del evento por haber tenido solo un público de tele-espectadores nos convoca a considerar el funcionamiento de la teatralidad y sus estrategias así como las dimensiones fenomenológicas que tiene en la representación más allá del medio teatral.

La teatralidad es un factor de creación que evidencia y sostiene la atmósfera de lo teatral, hace consistente  el ambiente de la enunciación así como el espacio de enunciación factores que intervienen de manera decisiva en la recepción por parte del espectador.

La teatralidad no es un suceso codificado ni repertoriado, ella participa en la perdurabilidad de la obra como eco en los espectadores. Por otra parte, lo teatral es un espesor de signos que emana y se manifiesta desde un conjunto de sistemas significantes que interactúan durante el trabajo escénico. La teatralidad y lo teatral se trasfunden. Al no tener lugar el convivo propio de una puesta en escena y el público convertirse en telespectadores la teatralidad, al producirse el paso de la puesta en escena a la puesta en pantalla, se manifiesta con otros matices.

Al detenernos en los créditos de las obras que formaron parte de la programación televisiva del Festival Internacional de Teatro de La Habana que acaba de finalizar llama la atención la poca relevancia dada al equipo de realización audiovisual.

Si de  las 22 propuestas extranjeras en solo 8 se hace mención a este equipo y de las 10 nacionales únicamente en dos ocasiones se anota la presencia del componente audiovisual evidentemente las operaciones digitales para la puesta en pantalla de las puestas en escena ha sido prácticamente ignorada.

La poca o ninguna consideración de este aspecto se traduce en la carencia profesional del empleo del lenguaje audiovisual y su incidencia formal y estética en las puestas en pantalla del trabajo escénico de los diferentes grupos que participaron en el Festival.

Una puesta en escena al ser transferida a la pantalla, como fue requerimiento para participar en el Festival, demanda de la concepción de un sistema significante articulador de los códigos del medio digital y del escénico. En la intermedialidad es que se producirá la “mediamorforsis” que garantizará el éxito artístico de la propuesta.

La mayoría de los trabajos escénicos visionados a través de la televisión fueron registros de puestas en escena. No existió una mancomunidad creativa entre las posibilidades expresivas de la escena y las de la pantalla. Hubo una insignificancia en el aprovechamiento de las potencialidades formales del medio digital (punto de vista de cámaras, edición, montaje, luces, sonido, etc.) por lo que la resultante ha sido pobre estéticamente.

En el teatro grabado no existe ni riesgo ni invención sino registro simplemente. Y en un mero registro no hay la transdisciplinariedad que genera la fusión de códigos para estructurar un discurso transmedial cuya dimensión tecno-estética configure una  narrativa con valores artísticos propios.

Ante las nuevas tecnologías de la información una puesta en pantalla de una puesta en escena debe desarrollar una apropiación desde las estrategias de la dramaturgia de la imagen que tiene fundamentos en el entorno digital. No necesariamente la puesta en pantalla tiene que subordinarse a la puesta en escena o viceversa. Las metamorfosis entre estas manifestaciones con sus accionares particulares debe ser la resultante del factor de creación que han sido capaces de desarrollar tanto el director escénico como el director fílmico.

El director fílmico, el director cinematográfico, el director de televisión o el equipo de realización audiovisual, llamémosle indistintamente, no cumplen solo con la simple función de grabar lo que suceda en el escenario. No se trata de plantar una cámara delante de un escenario y que esa cámara o cámaras se limiten a registrar. El producto de la acción registradora, por muy sofisticada que sea la tecnología empleada, será lento, cansón, sin la dinámica dramatúrgica capaz de sostener la expectación, incluso cuando es apoyada, en el mejor de los casos, por una elemental edición.

Todas las obras en Festival estuvieron soportadas por la tecnología del mágico código binario: 0 y 1. Pero esto no significa per se que con el uso de la lógica de los datos binarios se logre un producto artístico de consideración. Cuando lo digital no participa dramatúrgicamente en la concepción del espectáculo no se llega a crear el consecuente hipertexto donde la medialidad tecnológica aporta criterios ideo-estético y formales para la conformación de la teatralidad.

Pocas fueron las obras de teatro que pudiera decirse fueron producto de un trabajo audiovisual equilibrado capaz de superar formalmente al simple teatro grabado. En el teatro audiovisual el lenguaje escénico es intervenido por la edición y el montaje como recursos técnico-ideológicos además de estéticos. El equilibrio entre la escena y la pantalla es muy frágil y debe ser vigilado tanto por el director fílmico como por el director escénico.

Curiosamente en los días posteriores al Festival el canal Educativo puso Santa Cecilia, aquel poderoso suceso escénico de Teatro El Público. La Santa Cecilia para la televisión pese a que no fue una grabación elemental sin embargo el grado de filmicidad minó la fuerza dramatúrgica de la puesta en escena debido a la intermitencia entre los primerísimos primeros planos, los primeros planos y algún que otro plano medio. La insistente fragmentación diluyó la compostura dramatológica concebida por Carlos Díaz desde una esmerada narrativa corporal.

Dentro de la programación del Festival quiero destacar la sutil mediación fílmico-teatral que vi en Clownsicos de Teatro Tuyo y Amor Oscuro [Sonetos] del colectivo español Centro de Producción Teatral Viridiana. En la factura de estas puestas en pantalla nos damos cuenta que no se puso la cámara delante del escenario para que grabara lo que sucedía sino que se estructuró un guión técnico en función de los sistemas significantes de la puesta en escena. Desde los dispositivos digitales y los escénicos en conjunción se produjo una mutua  tributación formal y estética. Así la digitalización no fue un recurso subordinado a la puesta en escena sino que participó en la producción de sentido del espectáculo.

Clownsicos de Teatro Tuyo y Amor Oscuro [Sonetos] del colectivo español Centro de Producción Teatral Viridiana estuvieron entre las excepciones porque en general la cartelera del Festival no tuvo abundancia de obras donde sobresaliera la digitalización y sus posibilidades expresivas desde la sintáctica, semántica y pragmática de la dramaturgia de la imagen.

No obstante,  tanto para los grupos participantes como para el mundo académico el Festival debió constituir una enjundioso posicionamiento teórico sobre la teatralidad que contribuirá a desarrollar importantes perspectivas desde de la intermedialidad que tuvo lugar en el evento. Por otra parte hay que celebrar el trabajo de coordinación entre la Televisión Nacional y el Consejo Nacional de las artes escénicas por haber logrado un evento cuya organización y logística no tenía antecedentes entre nosotros.

 


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