Intimidad, lujo y placer. Una visita al Salón Principal del Museo Nacional de Artes Decorativas.


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Intimidad, lujo y placer.  Una visita al Salón Principal del Museo Nacional de Artes Decorativas.

Texto: Lic. Abdel Díaz Pita. Museólogo Especialista, Museo Nacional de Artes Decorativas.

Foto:  Yosvanis Fornaris Garcell.

 

Construida entre los años de 1924 y 1927 por encargo del magnate del azúcar José Gómez Mena, como su residencia particular el palacete que se encuentra ubicado en la calle 17, entre D y E en la capitalina barriada de El Vedado, es en la actualidad la sede del Museo Nacional de Artes Decorativas de La Habana. Convertido en museo en el año de 1964 este edificio alberga la más importantes y reconocida colección de Artes Decorativas Francesas del siglo XVIII en Cuba.

 

Jansen, prestigiosa firma de decoración francesa, consolidada desde finales del siglo XIX, como una de las más importantes y reconocidas por su especialización en la reproducción de los grandes estilos franceses del siglo XVIII, fue la encargada de recrear en sus salones características de los estilos Regencia, Luis XV y Luis XVI, entre otros.

Al pensarse este edificio como museo, muchas de sus habitaciones se refuncionalizaron para convertirlas en espacios expositivos, quedando solo unas pocas con su función inicial. El Salón principal, el comedor y el baño principal de la planta alta, comprendidos con parte de sus atributos originales en el guion museológico de la institución, son algunas de las que conservaron su uso primario.

El Salón Principal ambientado, al estilo Luis XV, exhibe en la actualidad piezas que formaron parte de su decoración original. Situado en la parte izquierda de la casa, consta de seis puertas de acceso (dos desde el vestíbulo, otras dos desde el Salón de las Lacas Orientales y las restantes desde una de las terrazas de la casa) y dos amplias ventanas que abren a la fachada principal del inmueble.

Este espacio es uno de los tantos aportes que nos lega el siglo XVIII, nuevo en su concepto, se convierte en un claro ejemplo del refinamiento y el lujo que alcanzaron los ambientes cortesanos franceses. Utilizado generalmente para recibir invitados su diseño fue adecuándose en relación a las nuevas necesidades sociales que se iban conformando en este periodo, al incluir en su decoración una gran variedad de muebles tales como: sillas, mesas auxiliares, sofás y canapés dispuestos en función de la comodidad y del contacto social.

La mayor parte del mobiliario que se exhibe en esta sala está relacionada con la Casa Jansen, no solo como mediadora en los procesos de compra de piezas originales, sino también como fabricante de alguno de ellos, los cuales fueron construidos a la manera del siglo XVIII. Durante esta etapa las características del vestuario femenino como masculino, condicionaron de algún modo la confección de los muebles. Los asientos aumentan su tamaño para dar cabida a las amplias faldas y los respaldos retroceden y se hacen más bajos debido al uso de altísimas pelucas. Las líneas onduladas se apoderan del mueble y las patas arqueadas los dotan de ligereza sin renunciar a la estabilidad. Las maderas exóticas y múltiples elementos de bronce dorado al mercurio son muy utilizados en su confección. El mueble adquiere personalidad propia al ser diseñado para un fin específico de acuerdo a la ocasión. La solemnidad de los salones con asientos dispuestos a lo largo de las paredes entra en desuso, las nuevas convenciones y el confort los agrupan de manera íntima y acogedora propiciando una mayor interacción social, la conversación y el galanteo. Tres importantes ebanistas del siglo XVIII están representados en esta sala: Nicolás Petit, con una ligera y elegante mesa tipo gabinete; B. Simoneaux, con una exquisita cómoda en la que sobresalen los elementos de bronce utilizados para su decoración y Leonard Boudin en cuyos muebles ya se puede observar el retorno a las líneas rectas que caracterizó al neoclasicismo. Se le atribuyen a este autor una mesa tipo tambor y una cómoda.

 

Los pesados tapices característicos de la decoración del siglo XVII, son sustituidos durante el reinado de Luis XV, por paneles de madera finamente tallados, que proporcionan no solo refinamiento a las paredes sino también aislamiento térmico contra el frío. Los mismos era, generalmente, pintados en tonos pasteles con detalles en dorados; siendo los colores blanco, amarillo y verde los más utilizados. En un catálogo[1] editado en el año 2006 que reseña las más importantes creaciones de la firma Jansen y donde aparece esta casa, refiere que de los paneles utilizados para cubrir las paredes de este espacio, algunos son originales del siglo XVIII y otros fueron replicados para completar el recubrimiento. En el techo se suprimieron los motivos ornamentales, revistiendo el estucado con color blanco. Cuatro lámparas centradas a las paredes frente a grandes espejos, que ayudan a reflejar y multiplicar su luz cuelgan del techo.

 

La chimenea, elemento que atrae la atención a los visitantes del museo por lo anacrónico que puede parecer debido a su uso y al clima cálido que presenta Cuba la mayor parte del tiempo, se convierte en un punto focal importante. Fabricada en mármol italiano, su parte interior exhibe una curiosa escena de chinería, muy popular durante el periodo Rococó. Al tratar de recrear de la manera más exacta posible los ambientes palaciegos franceses en esta vivienda no podía faltar este tipo de elemento, aun cuando solo formara parte del decorado y nunca fuera funcional. Sobre ella se ubica, entre otras piezas, un magnifico reloj “Caja de Música”.

Colgados en un nicho lateral de la habitación se pueden observar cinco retratos de personajes femeninos. El primero (situado a la izquierda), fechado en el siglo XVII, pertenece a la escuela holandesa y es de la autoría de CornelisCeulenJoanson, los restantes son franceses del siglo XVIII. El retrato francés durante el periodo Rococó se caracterizó entre otras cosas por la democratización de los sujetos representados, prefiriéndose la espontaneidad y las posiciones informales antes que el artificio. No solo van a tener acceso a la representación pictórica el Rey, su familia, nobles y cortesanos, sino también figuras de la burguesía y el mundo del arte. En la pared confluyen María Leczinska, reina consorte de Francia, casada con Luis XV, pintada por Jean Marc Nattier; damas de la corte francesa pintadas también por Nattier y Louis Tocqué, así como Madame Duclos, popular cantante de ópera representada por Nicolás de Largilliére. Esta pequeña muestra nos sirve también para ilustrar la moda y el empoderamiento femenino durante este periodo, en el cual la mujer dejó de ser espectadora pasiva para intervenir con mucha fuerza en el curso de la historia y la conformación del gusto estético

Distribuidos por toda la habitación y provenientes de los hornos de importantes manufacturas europeas y orientales podemos observar varios objetos realizados en porcelana y biscuit. Sobresalen dos monumentales vasos cubiertos, del siglo XVIII y decorados profusamente con elementos zoomorfos y fitomorfos, las piezas provienen de un horno de la localidad China de Jingdezhen, en el período Qianlong (1735-1795) durante la Dinastía Qing.

El nacimiento de la porcelana en Europa se sitúa en la localidad alemana de Meissen, de esta manufactura son las figuras de pájaros y los vasos cubiertos situados sobre la chimenea, y una singular pareja de leones exhibidas sobre dos cómodas de estilo Transición. El conjunto que representa a Neptuno y Europa, dispuesto sobre una mesa de estilo Regencia al centro de la habitación fue realizado en la más prestigiosa manufactura de porcelana francesa, Sevres. También destacan las piezas alegóricas a los continentes europeo, americano, asiático y africano; fácilmente reconocibles por los animales que acompañan a las figuras.

Una monumental alfombra de lana tejida a mano realizada en Aubusson en el año de 1722 recubre gran parte del piso del salón. Abundan en su decoración el color rosa, melocotones, azules y diferentes tonos de beige y carmelitas. En su centro se representa el árbol de la fruta del conocimiento con el cual la serpiente tentó a Adán y Eva.

Son muy pocos los museos en el mundo que pueden contar con espacios donde se recrean con tal grado de preciosismo los lujosos ambientes Rococó franceses, tanto por las piezas originales que se exhiben como por las fabricadas para imitar el gusto y la decoración en este período, privilegio con el que cuenta el Museo Nacional de Artes Decorativas de La Habana a partir de las piezas reunidas por la familia Gómez Mena y otros coleccionistas cubanos.

 

Bibliografía.

1957. French art of the 18th century. New York: Simon and Schuster, Inc.

 

 

[1]Abbot, James Archer. n.d. Jansen.AcanthusPress.

 


1 comentarios

Juan de Dios Casas
17 de Junio de 2020 a las 20:36

Considero que el artículo nos brinda una información amena y precisa de la Institución, invitandonos a una pronta visita, pues logra despertar el interés y nos traslada a cada espacio del museo haciendo crecer la curiosidad por admirar lo que allí se expone.

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