Algunos apuntes sobre la Poesía romántica bayamesa


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En Cuba, el movimiento literario romántico se identifica desde sus inicios con las posiciones y sentimientos patrióticos más profundos e indiscutibles.

En el caso de la entonces región de Bayamo investigadores e historiadores reconocen la presencia de esta situación muy tempranamente y, al mismo tiempo, como génesis de lo que llegaría a ser nuestro proceso de identidad nacional.

Así, si se piensa en Bayamo, hay que analizar de inmediato la existencia del primer poema épico surgido en la Isla, génesis de la Literatura cubana: Espejo de Paciencia (1604), que escribiera el canario Silvestre de Balboa Troya y Quesada, durante el período histórico conocido como factoría o economía de subsistencia (1514-1762), en que se desconocían los vocablos patria y cubano. Sin embargo, los sucesos acaecidos en aquel entonces con el secuestro del obispo de esa región Fray Juan de las Cabezas Altamirano por el corsario francés Jacques de Sores, y la aparición del mencionado poema épico, confirman la existencia de un profundo sentimiento por parte de sus pobladores a la tierra en que se nace y se vive. Sin lugar a dudas, atisbos o características primarias de la futura nacionalidad.

El siglo XIX fue una etapa crucial para el proceso formador de la nación cubana, producto de sus crecientes conflictos políticos, económicos, sociales e ideológicos, enfocados en un recrudecimiento de las concepciones clasistas, racistas y regionalistas, además de la presencia de figuras consagradas a diversas corrientes del pensamiento –entre anexionistas, reformistas, abolicionistas y, en lo fundamental, de meritorias posiciones independentistas. Es así cómo –y al igual que por la marcada influencia de la intelectualidad europea, en especial, francesa–, el romanticismo se identifica desde sus inicios con las perspectivas patrióticas más evidentes y, cuando no, con las posiciones de carácter liberal. Es la posición y reacción indiscutible de los pobladores de la colonia –explotados y avasallados–, al igual que la de los habitantes de la Península frente a la ocupación napoleónica.

De esta forma va conformándose una poesía cuyo tema central en versos están inspirados en un espíritu de rebeldía patriótico contra los opresores representantes de la administración colonial y los terratenientes explotadores. Al respecto, la Revolución francesa y el profundo influjo de la letra y música de La Marsellesa –devenido Himno Nacional francés poco después–, fue un símbolo de libertad y unidad para todos los explotados del mundo durante aquel período.

Así resultó ser también el Himno de Bayamo, devenido himno nacional cubano; un canto de guerra por excelencia y un texto definitorio para la cultura nacional.

La Bayamesa fue compuesta por el revolucionario Pedro Figueredo, meses antes del pronunciamiento de Yara. Esta se tocaba en las bandas de la localidad, además de cantarse por las mujeres y muchachos en las calles. Así, aquel 20 de octubre no ocurre la creación de una letra, sino la transcripción para su divulgación definitiva.

Según algunas fuentes historiográficas, “Pedro Figueredo rasga una hoja de su cartera, y cruzando su pierna sobre el cuello del ardiente corcel en que montaba, escribe la octava. El pueblo hizo coro, la cuartilla de papel corrió de mano en mano y el mismo Figueredo ordenó la marcha que al compás de la música recorría las calles y entusiasta exclamaba Morir por la patria es vivir. Al igual que Rouget de Lisle, con su Marsellesa, Figueredo hacía popular su canto de guerra en este otro lado del mundo”.

A tal hecho debe agregarse que la esposa de Figueredo, Isabel Vázquez, tuvo participación en la creación de la letra armonizadora de ésta con la melodía.

La otra Bayamesa, la conocida canción o romanza creada como serenata, con letra de Carlos Manuel de Céspedes y José Fornaris –para cantarle ante la ventana a la joven Luz Vázquez, hermana menor de Isabel–, “pasó muy pronto de ser una canción de amor a una muchacha, mil veces repetida, para erigirse, tras el incendio de Bayamo, en una canción de resistencia contra el colonialismo español”. (1)

Como elemento emblemático de las composiciones de los poetas románticos de esa región oriental se halla la presencia, casi constante, de la naturaleza y, en especial del río Bayamo. El Padre de la Patria es autor de una de ellas. (2)

Asimismo, los temas dedicados a la familia y a la amistad son frecuentes durante el período romántico cubano. Este se manifiesta en hermosas evocaciones donde se aúnan elementos como el fervor patriótico, la familia y la amistad, exponiendo casi siempre el mundo de las bellezas naturales de la ínsula. Es el ejemplo de José María Heredia quien en la gran mayoría de sus poemas hizo referencia a la grandeza de la naturaleza y al amor hacia la familia. (3)

Sin lugar a dudas la invocación a los símbolos patrios siempre estará presente en los versos ya no sólo de los poetas bayameses, sino también en las composiciones de todo lo relacionado con Lo Cubano en general. Entre ellos, y en relación con la naturaleza, lo más sobresaliente es la presencia de la palma real, sin exclusión de nuestra bellísima bandera y su estrella solitaria, al igual que algunas menciones a elementos de la naturaleza. Úrsula Céspedes se manifiesta el amor a la naturaleza de su tierra natal y en especial al río Bayamo, tal como lo manifestó en su poema Al Campo, que compuso a los quince años de edad. (4)

El tema del amor hacia el sexo opuesto y simbolizado a su vez al de la patria, fue desarrollado por exponentes románticos como José Jacinto Milanés, donde el amor aparece a todo lo largo de su obra, al igual que el espíritu de libertad. Asimismo, el poeta Juan Clemente Zenea, expone en sus versos evocaciones a encuentros amorosos --como es el ejemplo de su composición poética Fidelia, dedicada a su esposa–, al igual que En días de esclavitud, donde resalta su pensamiento patriótico e inconformidad hacia el ocupante hispano.

No hay que olvidar temas escritos por los románticos cubanos como los dedicados a los primeros pobladores de la Isla o aborígenes, y a los esclavos negros, como pilares raciales de religiosidad y de lucha y reclamo de libertad.

Todo ello demostrativo de la Cubanidad, de sus raíces surgidas, fomentadas y desarrolladas por la fuerza, principios y dignidad de un pueblo, de una nación.

(1) Las Bayamesas. La Jiribilla, no. 103, 2003.

“¿No recuerdas, gentil bayamesa,
que Bayamo fue un sol refulgente
donde impuso un cubano valiente
con su mano el pendón tricolor?

¿No recuerdas que en tiempos pasados
el tirano explotó tu riqueza
pero ya no levanta cabeza
moribundo de rabia y temor?

Te quemaron tus hijos,
no hay quejas
que más vale morir con honor
que servir al tirano opresor
que el derecho nos quiere usurpar.

“Ya mi Cuba despierta sonriente
mientras sufre y padece el tirano
a quien quiere el valiente cubano
arrojar de sus playas de amor”.

(2) En el río (5 de noviembre de 1857)

“Ancha faja de planta luciente
que se ciñe risueño el Bayamo,
río amado, en tus aguas derramo
grato llanto de puro placer.

Ven, levanta tu algosa cabeza,
de tu lecho azulado me mira
que yo haré de esta concha una lira
e inspirado en tu honor cantaré (…)”.

Carlos Manuel de Céspedes. Poesías. Editorial Letras Cubanas. La Habana, 1984

(3) José María Heredia. De mi madre, mi hermana y mis amigas. (Lo cubano en la poesía. Cintio Vitier. Editorial Letras Cubanas. La Habana, 1998).

“(…) el ardor burlaré del mediodía
Inundando mi faz en la frescura
Que aspira el blando céfiro. Mi oído,
En lugar de tu acento regalado,
O del eco apacible y cariñoso

(4) Úrsula Céspedes de Escanaverino. Ediciones El Mentor, Santiago de Cuba, 1930, p. 13.

“Yo he nacido en el campo, y fue mi cuna
de verdes ramas y laurel tejida,
y fue mi alma infantil, sin pena alguna
al canto de las aves adormecida.

Y cuando abrí mis ojos, inocente
y asombrada miré mis alrededores,
hallé un sol puro, que tostó mi frente,
verdes palmeras y silvestres flores (…)”.


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