Aurelia Castillo de González, una cubana adelantada a su tiempo


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Nació Aurelia, en Santa María del Puerto del Príncipe, hoy Camagüey, en 1842 y murió un 6 de agosto de 1920, exactamente hace 100 años.

Esta cubana, poeta, periodista, traductora, dramaturga, patriota, adelantada a su tiempo, demuestra con su vida y obra, la solidez de su pensamiento y la claridad de sus principios.

Siempre me interesó su figura, desde que supe de ella en mi época de juventud, cuando la escritora formaba parte de los colaboradores del Semanario La Habana Elegante, objeto de mi Tesis doctoral.

Esta camagüeyana, digna representante de la mujer cubana de todos los tiempos, fue expulsada dos veces de la Patria. En primer lugar, cuando su esposo Francisco González del Hoyo, Teniente Coronel del ejército español, que servía a la órdenes de España,  fue desterrado por protestar  por el fusilamiento de un patriota cubano  y cuando a ella,  posteriormente, ya viuda, le fue aplicada la ley del destierro,  por causas similares.

Desde muy pequeña mostró afición por las letras.

Viajó con el esposo por   países de América y Europa. Escribió sus Crónicas de Viaje que recogen sus más cálidas impresiones.

Otras muchas publicaciones de la época de Cuba y del Mundo recibieron los resultados periodísticos de su interesante pluma. En nuestra Isla, entre otras, El Fígaro, El País, la Revista Cubana y algunas de su Camagüey amado. Incursionó en el teatro con el drama romántico “La voluntad de Dios”.

Siempre amó a Cuba y a su bandera querida. Hay algunos versos que la han identificado:

Sus anchos pliegues al espacio libran
los mástiles que altivos se levantan;
los niños la conocen y la adoran.

¡Y sólo al verla nuestros cuerpos vibran!
¡Y sólo al verla nuestros labios cantan!
¡Y sólo al verla nuestros ojos lloran!.

Era esta camagüeyana, una mujer culta, y decía yo, que adelantada a su tiempo, cuestión que, además, demostró.

Variados estudios la sitúan como una escritora que se impuso al machismo de la época, una creadora, que le quiso dar a la mujer la posición que debía ocupar en aquella sociedad   llena de prejuicios y que limitaba todas las reales aspiraciones de las féminas.

Un buen reconocimiento a esta cubana, como una de las primeras defensoras del feminismo en Cuba, fue la valiosa entrega que nos brindaron las intelectuales y valiosas investigadoras cubanas, Nancy Alonso y Mirta Yáñez, al realizar ese importante inventario de mujeres ilustres en los primeros años del siglo XX, en su libro Damas de lo Social, de la Editorial Boloña, en ocasión de la 24 Feria Internacional del Libro de la Habana.

Fue una verdadera joya editorial.

Sería interesante señalar, que la Revista Social, fue de importante aporte a nuestra Cultura Nacional. Estuvo dirigida por Conrado W. Massager y con Emilio Roig, como editor de la misma. Cuentan que de solo una publicación de sano entretenimiento se transformó, por la valiosa enjundia de sus textos, en un órgano de la vanguardia intelectual cubana.  Allí también escribió Aurelia, y, por cierto, en una ocasión, ya con aproximadamente 77 años de vida.

Cuando perdió al esposo tenía aproximadamente 53 años:

Te fuiste para siempre. Quedé en el mundo sola.
Mis lágrimas corrieron un año y otro año…
Gritáronme de arriba: “! Anda!”, y anduve errante,
Y al fin me vi de nuevo en nuestro hogar de antaño.

Tu espíritu amoroso flotaba en todas partes.
Cantaba con las aves, perfumaba en las flores.
Con el véspero triste me enviaba tu sudario
Y envuelta en él soñaba nuestros dulces amores.


En el 1898, volvió a Cuba después del segundo exilio.

Fue miembro de la directiva de la Sociedad de Labores Cubanas, y en el año 1910, integró la Academia Nacional de Artes y Letras de La Habana, junto a ilustres escritoras; también, presidió las celebraciones por el Centenario de Gertrudis Gómez de Avellaneda y estuvo al tanto de la poesía especialmente, en la primera edición de las Obras de José Martí.

Su dominio de la poesía, las leyendas, las fábulas, la crítica, sus crónicas de viajes y aquella traducción  de Gabriele D'Annunzio,  entre otras, la destacaron dentro de nuestro universo literario. Tuvo fuerzas para reunir en seis libros sus escritos que costeó ella misma.

Fundó el Asilo las Huérfanas de la Patria y hasta participó en el levantamiento de la estatua de Ignacio Agramonte, en su Camagüey amado.

Una mujer audaz y de espíritu hacedor y como ya expresamos, fue una digna defensora de los derechos de la mujer cubana en tiempos difíciles y expresó el derecho femenino a discutir con los hombres, huir de la ociosidad, leer buenos libros, y saber escoger sus amistades. Escribió y mucho y su epistolario es incansable. A la mujer negra y mulata le prestó fiel atención en sus escritos.

De la Dr Sc Georgina Alfonso González, miembro del Instituto de Filosofía de Cuba,  son estas palabras: “El pensamiento feminista de Aurelia Castillo, su enfrentamiento a los prejuicios patriarcales de la época y a las concepciones androcéntricas más allá de polémicas filosóficas en acciones concretas, sacrificando su propia vida, legitiman el ideario de las mujeres cubanas que desde distintas esferas de la vida social aportaron a la emancipación de la mujer y lucharon por una real equidad de géneros. La eticidad de Aurelia Castillo, trasciende el discurso sobre cuestiones de ética y moralidad. Ella arremete contra las formas de explotación y dominación esclavistas y desde aquí reconstruye el universo valorativo y simbólico en el cual se siente obligaba a actuar”.

El 24 de febrero de 1895, fue publicado en El Fígaro un texto suyo, contentivo de una expresión sorprendente por su modernidad: “Una gran revolución opérese entre otras varias en nuestros días, la mujer reivindica sus derechos. Ella ha sido la última sierva del mundo civilizado. Aún algo peor: ella ha sido hasta ahora la soberana irrisoria de una sociedad galante y brutal al mismo tiempo”.

Del gran poeta Julián del Casal, sobre Aurelia Castillo, son estas palabras: “Ante esa gloriosa Trinidad, formada por la Patria, el Hogar y la Poesía, ofician sus dos cualidades distintivas: la bondad y la sinceridad. No hay alma más bondadosa bajo apariencias más severas. Es una bondad que brota plácidamente de su alma, como la frescura de la onda, como el aroma del jazmín, como el fuego del astro, como la voluptuosidad del beso”

Hoy en el centenario de su muerte, le rendimos el más sentido homenaje a su memoria.


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