Centro Dulce María Loynaz: Libros de Yasiel Álvarez como un dueto de la poesía y la palabra en la pintura


centro-dulce-maria-loynaz-libros-de-yasiel-alvarez-como-un-dueto-de-la-poesia-y-la-palabra-en-la-pintura

En el Centro Dulce María Loynaz se muestran por vez primera las obras de un joven artista, Yasiel Álvarez, en una pequeña exhibición recién expuesta, que ha titulado Historias en Silencio, donde este creador de la más reciente promoción se centra en el tema o referente del libro que se torna protagonista de su narrativa visual.

Álvarez ha sido elegido para exponer su obra en las pasadas cuarta y quinta ediciones del evento Post-it. Arte Contemporáneo Cubano donde se ofrece el resultado de la selección de un jurado de especialistas y se otorgan premios a jóvenes artistas.

El personaje de cada una de sus pinturas es el libro, que aparece no solo como referente objetual, o sea visto en su materialidad física y pintado como tal, sino llamándonos la atención sobre su poder global y su valor simbólico en el discurso de la historia, y no menos importante, como representación de la casi infinita acumulación de conocimientos que hasta hoy tienen en su precedente y futuro al libro cualquiera que sea su soporte, de ahí que el propio pintor nos comente en algún momento: “Me motiva cada día la sed de conocimiento y nuestra sociedad siempre cambiante, así mi obra pretende dialogar con el tiempo y la experiencia.”

Los libros de Yasiel además emergen de fondos abstractos, aparecen dotados de cierto animismo, como si por sí mismos pudiesen accionar entre ellos y no por la mano del hombre. Así, en  la titulada Contenidos aparecen en círculo abierto, cual redondo planeta que gravita en un espacio indefinido, símil de su permanencia milenaria;  también pueden verse en el lienzo unidos en fila, como en El Puente, quizá como esa vía que permite el acceso para una dialéctica del progreso; amarrados y sellados por la venda de una cinta como sucede en su óleo Otras caras; agresivamente atados por un fino cable que les agrupa en desorden mientras desaparecen como ahogados en un cosmos de texturas y pigmentos o insertados uno dentro de otro como en Acuerdo en que sus páginas se entremezclan, semejando esa afirmación tan cara a la postmodernidad que es la intertextualidad, gracias a la que unos autores han tomado de otros, sucesivamente, hasta la presente centuria.

No menos importante es cómo el  artista visual nos invita a rememorar algo que sabemos, pero no por ello  menos importante de evocar en esta exposición, y es que apenas ha habido grandes artistas que no se sintieran tentados a revelar el libro en algún lienzo, dando a conocer así su alcance a la vez que su presencia como tema en la historia del arte, sin olvidar la existencia de las artes visuales dentro de las ediciones.

Aunque no aparezcan lectores en estas pinturas, todos los espectadores nos sentimos partícipes, pues no excluimos nuestra relación habitual con la lectura, y es que el artista busca resaltar la permanencia de ese objeto físico, la comunicación de valores ideológicos, estéticos y simbólicos que contiene el libro, ese inmenso sustento para las culturas del mundo (cuyo soporte más actual son las pantallas digitales) y que ha alimentado nuestra identidad durante siglos: De ahí que realmente estas pinturas han hallado un sitio muy especial al ser exhibidas en el centro que lleva el nombre de la gran poetisa y escritora, un centro que rememora cómo la palabra y la poesía reavivan un dueto constante, tan invulnerable como la existencia de los libros para la memoria del hombre.


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte