Churrisco o un corazón inolvidable repleto de Cubanía


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Si se invocara a Octavio Armando Rodríguez Fernández (1), muchos miles de cubanos admitirían que no le conocen, pero si decimos Churrisco, de seguro antes de contestar, todo el mundo reiría al recordar alguna anécdota de este inolvidable humorista del teatro, la radio y la televisión de la Isla.

Y es que Churrisco además de haber hecho reír, fue portador de felicidad pues, como bien afirmaba: “Cuando reímos el alma sale de vacaciones y, cuando no lo haces, tu alma pide licencia sin sueldo”.

Oriundo de un pueblo muy pintoresco, de muchas imágenes y riqueza folklórica: el capitalino pueblo de Regla –cuna de un gran número de artistas además de una de las comparsas de carnavales más antiguas del país, Los Guaracheros de Regla–, Churrisco vino al mundo con un humor innato de cubano rellollo.

La siguiente fue una entrevista que este inolvidable Actor me concediese hace unos años atrás y que, felizmente, he logrado conservar para traerla aquí pero más extensa –sin importar espacio–, y con todos los atributos que a él le caracterizaron.

Familia y estudios

“Soy producto de una familia de artistas: desde mi abuelo materno, Leopoldo Fernández, padre –autor de canciones, coreógrafo, una persona de mucha alegría–, hasta mis tíos. Empezaré por mi tía Leopoldina, enfermera de profesión, quien llevaba siempre la alegría en la sangre; Ofelia su hermana, tenía otro carácter, pero trasmitía la gracia de irónicamente. Recuerdo que ella se equivocaba mucho con los nombres propios. Lo mismo te llamaba Robertico, Miguelito que Albertico hasta que, finalmente, te decía: Oye, este niño... Nunca daba con el nombre.

“Joseíto mi tío, era detective privado. Una vez salieron publicadas sus declaraciones y foto en la prensa, por capturar a un ladrón muy buscado. Fue un gran personaje. Incluso, tras el triunfo de la Revolución tuvo una gran participación en diversas tareas.

“Pero el más famoso de todos mis tíos maternos fue, indiscutiblemente, Leopoldo Fernández –más conocido en la radio y televisión cubanas de la época pre-revolucionaria por su destacado personaje humorístico de Tres Patines o Pototo en La Tremenda Corte, programa que ha trascendido en tiempo y espacio–, mientras que, por la línea paterna, todos eran también personas muy alegres, bailarines de comparsas como la de Los Guaracheros de Regla.

“A mi padre, que era enfermero, lo conocían en Regla como la guaguita de la Casa de Socorros... En definitiva, mi familia fue de mucho movimiento, pero... sin dinero, y sin trabajo –estoy hablando de la etapa de los años cincuenta en Cuba–, y el humor fue lo que nos salvó, dentro de toda aquella crisis económica familiar. Ciertamente teníamos pobreza económica, pero nunca de espíritu... Algo muy importante.

“Recuerdo también que mis hermanos (Miguel y Enrique) y yo para poder sobrevivir económicamente creamos un conjunto llamado El Guao. Por ejemplo, cuando en la casa no había comida...o había harina con salsa de tomate por la mañana y, por la tarde, salsa de tomate con harina (al revés), empezábamos a tararear: ¡Qué buena está la harina...! ¡Cómo me gusta... Qué rica está! Por supuesto, nos la comíamos enseguida.

“Así el humor, desde mi infancia, es un elemento de defensa de la familia ante las adversidades. Por eso, cuando la gente me pregunta: ¿Usted es cómico por trámite? No, no, que va... quizás sea por genética, por destino o por deseo propio.”

Estudios, primeros pasos en el humor y familia actual

“Cuando cursaba la enseñanza Media participaba en los llamados Sociosdramas, unas pequeñas obras de teatro que reflejaban la realidad de la escuela de forma humorística y es, a partir de ese entonces, que el humor se impone en mi vida. Años después trabajé junto al grupo humorístico universitario La Piña del Humor.

“Mi primera salida en escena fue en 1976, en el escenario del teatro Mella, como premiado en un Festival Nacional de Aficionados entonando la canción Contigo en la distancia. Luego fui conductor de espectáculos humorísticos. Allí me vinculé junto a connotados actores cómicos como Virulo, Carlos Ruiz de la Tejera, hasta que después decido ser monologuista, algo muy difícil...Y esto es ser Tarzán frente al mundo, o sea, tú solo en el escenario, frente al público tratando de embrujar al auditorio con tu verbo, con tus ideas, con la sorpresa, con el ingenio, con la gestualidad...El humor es mi vida, parte de la vida de mi familia y pienso que para los cubanos el humor es algo muy importante.

“Incluso, lo he utilizado mucho en mis clases como profesor de Lengua Extranjera (Churrisco es graduado como profesor de Lenguas Extranjeras en la Universidad de Moscú), porque existe un momento en que la clase va perdiendo interés; la curva de atención decae (hay profesores que dan hasta un puñetazo sobre la mesa), pero si te circunscribes a alguna cuestión graciosa promueves la risa ante el grupo de estudiantes y, por supuesto, sube de nuevo la curva de atención.

“Mi familia actual –la anterior era la antigua–, la constituyen mi hijo Alejandro, actor, más conocido como Churrisquito; mi hija Odette, licenciada en Lengua y Literatura Inglesa--, y mi esposa, Daysi, médico genetista y quien me ha garantizado la retaguardia para poder avanzar en el humorismo, pues ser esposa de un artista significa sacrificio y soledad”.

El costumbrismo y la risa

“Hay muchos caminos para hacer reír a la gente, pero me gusta el costumbrismo, porque es muy cubano, y la estampa costumbrista nunca muere. Cuando se habla del piropo del velorio, acerca de la forma de caminar de las cubanas, o de la manera de hablar del cubano, seleccionas temas de la cotidianeidad y la gente se ve retratado en ellos.

“Cuando actúo, me place mucho escuchar: Así es, es verdad...Me retrató... Porque estás contando la realidad. Además, el costumbrismo te permite ser internacional. Desde hace 15 años viajo mucho a México, Argentina y Venezuela llevando al escenario las crónicas costumbristas cubanas que gustan muchísimo.

“Muchos se preguntarán cómo lograr trascender en el extranjero. Pues siendo nacional, trasladando nuestra cultura de forma sincera hacia todas partes del mundo. Nuestra querida actriz y cantante Rita Montaner triunfó en París, con la canción El Manisero y, que yo sepa, en la capital francesa no venden maní.

“Actualmente ya no interpreto el personaje de Churrisco –burócrata que dondequiera que trabajaba armaba tremendo churro–, pero el público aún me conoce con este nombre. Este personaje constituía una crítica a la burocracia, a la ineficiencia, al hombre que lo traba todo. Desaparece porque no podemos mantenernos estáticos en tiempo y espacio pues estamos en los tiempos del punto com, en otra centuria.

¿Cómo es posible mantenerse más de 30 años como humorista?

“Cambiando, transformándome, ilustrándome porque no hay nada que le dé más valor a un artista que tener nivel cultural. Es imposible presentarse en un escenario, tratar de convencer a un público como el cubano o a cualquier otro, sin tener cultura. Estar informado, desarrollar el arte de la oratoria, poder conversar, poder trasmitir hasta el convencimiento y enamorar al público. Estos son aspectos fundamentales para triunfar.

“Además de todo ello divido al humorismo en dos facetas: el bueno y el malo. El bueno se caracteriza por la inteligencia, la sorpresa, lo reflexivo, la frescura y la originalidad. Cuando encuentras humoristas que insisten en ser agresivos en el chiste político de mal gusto, en la mala palabra o en el gesto obsceno...no pueden de ninguna manera hacer coincidir la realidad del humor con esa falsa realidad. “Nuestro público en su mayoría exige el humorismo sano y cubano. Asimismo, el talento es algo que hay que diferenciar del genio. El talento artístico puede ser un don de la naturaleza que hay que forjar, pero además de él hay que tener mucha tenacidad y ser un representante digno del arte.

¿Qué te gustaría hacer en este momento de tu vida?

“En relación a hacer tengo el 50% concluido. Tengo un programa en Radio Taíno, El Gusto es Mío, donde soy conductor y entrevistador. Sin embargo, con un estilo diferente, me gustaría ser conductor de un programa televisivo de variedades donde pudiera presentar y entrevistar a otros artistas.

“Por ser cuando uno arriba a más de 50 años de edad la gente se pregunta si ya has hecho todo lo que has querido o deseado en la vida... Churrisco en definitiva es un actor que hace reír o un actor que imparte clases –porque no me he retirado de la docencia–, pero me gustaría mantenerme estable, poder brindar mi arte hasta una hora antes de morir. Es tradición de mi familia entregar su arte prácticamente antes de morir. Mi tío materno, por ejemplo, actuó hasta el día anterior a su muerte, y yo estuve en el teatro el día en que la popularísima actriz vernácula, Alicia Rico, murió en el escenario.

“Tengo tres palabras que constituyen la divisa de mi vida: seguridad, sinceridad y Cubanía. Me gusta mucho que cuando me vean digan: Por ahí va el cubano, pues tengo la gloria de ser cubano y dondequiera que voy me aplauden por serlo.

¿Piensas vivir 120 años?

“Si no llego a los 120 años, a los 100 sí voy a llegar. Pueden estar seguros de que, si estoy claro de mente a esa edad, iré a actuar adonde sea empujado en silla de ruedas...Eso sí, repleto de Cubanía y muerto de la risa”.

Nota:

(1) Hace apenas un año falleció Octavio Armando Rodríguez Fernández “Churrisco” (8 de abril 2019) Esta entrevista le fue realizada con anterioridad y la publicamos en homenaje a este gran humorista cubano, Premio Nacional de Humor 2018.


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