Como brújulas de nuestra música


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La partida de Adalberto Álvarez nos deja sumidos en el dolor de haber perdido no solo a un gran músico, sino también a un ser humano excepcional. No por gusto recibió el sobrenombre de El Caballero del Son, al que honró en cada segundo de su vida. 

Sin embargo, en momentos tan difíciles como este, resulta imprescindible abordar la dimensión del legado que nos deja el maestro. Después de la partida de Juan Formell, su pérdida fue aliviada de alguna manera porque nos quedaba otro de los grandes de nuestra música como Adalberto Álvarez. 

Pero entonces, este inesperado y triste suceso nos debe de llevar a una obligada reflexión, aunque sea inicial,específicamente en el terreno de la música popular bailable. Quizás lo primero que debamos de tener en cuenta es que ambas personalidades fueron tan creativas en sus respectivos terrenos, que todavía sentiremos por largo tiempo, la fuerza del viento con los nombres de Juan Formell y de Adalberto Álvarez, influyendo decisivamente en nuestros ritmos. 

Independientemente de las obras maestras que nos dejara cada uno de ellos con su orquesta, lo más importante es la preservación de aquellos aspectos que precisamenteabalaron la importancia de esta obra. Tanto Formell como Adalberto siempre estuvieron claros de la relevancia que implica beber de la fuente de nuestras raíces. 

Para ellos, esta sutil presencia del ayer en sus composiciones resulta la garantía de que al saber de dónde vienes, sabrás hacia dónde vas. Justamente, hicieron gala que el proceso de innovación lejos de ser una aplicación festinada de lo que pueda estar de moda, representa una orgánica asimilación de lo que nos resulte útil de un pasado persistente con lo mejor que nos llega del momento actual. 

Otro de los logros que materializaron estos dos gigantes del son, es que jamás se apartaron de las esencias fundacionales de la cultura cubana. Por ejemplo, en ambos casos, manejaron con sabiduría la picaresca del doble sentido en el gracejo criollo. 

Por muy subido de tono que fuera el tema a tratar, siempre supieron mantenerse dentro de los parámetros del buen humor sin necesidad de acudir a las chabacanerías que a menudo nos llegan desde otras fuentes. Por otra parte, tanto en la orquesta de Los Van Van como en el conjunto de Adalberto Álvarez y su Son, se respira una atmosfera de disciplina, rigor y responsabilidad que incidedirectamente en el favorable desenvolvimiento artístico de tales instituciones. 

Ser integrante de cualquiera de estas afamadas orquestas, lejos de ser un divertimento circunstancial, implica un privilegio que honra a quienes son partes de ellas. En tal sentido, está implícito un respeto absoluto al talento cuyo alcance se presiente tanto en la sólida concepción de una obra como en su interpretación, requisito imprescindiblepara alcanzar un rango tal de representatividad a nivel de nación.

Pocos pueblos en el mundo tienen el privilegio de contar con la cantidad de talentosos músicos que han enriquecido nuestro tesoro patrimonial, pero todavía son menos los que pueden darse el lujo de haber contado con personalidades del rango de Juan Formell y de Adalberto Álvarez, quienes coincidieron en el desarrollo de la música popular bailable de nuestros días. 

El consuelo mayor que nos abriga es que el legado de estos queridos músicos, siempre funcionará como la brújula orientadora de por donde debemos de guiarnos en nuestra música bailable.


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