Cuba, México y el Mariachi


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Cuando se habla de la conjunción de la música cubana y la mexicana, en lo primero que se piensa es en el bolero y en el mariachi. Y es verdad.

Desde que en 1883 nuestro Pepe Sánchez compuso Tristezas y lo grabó en México, o que se popularizó Si llego a besarte, de Luis Casas Romero, Aquellos ojos verdes de Nilo Méndez y Adolfo Utrera -y otras tantas de ambos lados del mar que hacen imposible el recuento en pocas líneas-, el bolero ha sido tan apadrinado por ambos pueblos que ya a veces ni se sabe de dónde es oriunda tal o cual composición.

Algo diferente, sin embargo, ocurre con el mariachi.

Desde los años 30 del siglo pasado, poco después de los inicios de la radio en Cuba, ya Jalisco y sus rancheras, corridos y demás eran populares. Vinieron, quizás, de la mano del yanqui y su intención comercial, pero se arraigaron en las zonas más humildes, las rurales, por la identificación con la letra y el modo de vida de los charros. Después, con la televisión, el cine y su vinculación de cultura y espectáculo, las figuras emblemáticas pasaron a ser “de la familia”: Jorge Negrete, Pedro Infante, Javier Solís, Luis Aceves Mejías… Llegó con ellos el aporte de la música inconfundible, pero también el atuendo y los instrumentos musicales que, lejos de reconvertirse frente a las necesidades climáticas y epocales de la isla, han permanecido como paradigma de una impronta cultural.

Mariachi, México, Baja California

Arraigo del Mariachi en Cuba

Arraigo, reconocimiento y aceptación son palabras que definen al mariachi en Cuba. Hay que recorrer la isla entera: en Bayamo, Guantánamo, Las Tunas, Mayabeque, Artemisa o Pinar del Río, y hasta en la capital, nuevas generaciones de artistas, incluyendo a los niños, se apasionan por este legado azteca; resurgen con fuerza las agrupaciones musicales, muchas de ellas vinculadas al movimiento de artistas aficionados que promueve el sistema de Casas de Cultura instituido en el país, el cual estimula su presentación en concursos, peñas y festivales. Muchos espacios culturales, desde la Academia Nacional de Canto Mariana de Gonitch hasta el Museo Casa de México Benito Juárez o la Escuela de Mariachis de Bayamo, por citar algunos ejemplos, han permitido la promoción de estas manifestaciones musicales desde sus más diversas expresiones, con esa vestimenta de siempre que, aunque muy costosa, el mariachi cubano no deja de exhibir.

En los medios masivos de comunicación es de destacar que muchísimas emisoras de radio tienen, al menos durante media hora, un programa diario con música tradicional mexicana; y mención aparte merece Palmas y cañas en la televisión nacional.

Inaugurado en 1962, el espacio “Donde nace lo cubano” –que es su lema- ha mantenido durante sus más de 5 décadas de transmisión ininterrumpida la presencia del mariachi en su programación habitual, precisamente por la importancia que tiene para su público meta: el campesinado.

En el espectáculo televisivo no falta el mariachi, como no falta en el guateque de la vida real. Y no ha de ser por causa baladí. Más allá del gusto y de la tradición, los unen otras razones.

Punto cubano y Mariachi en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad

En 2011, la Unesco inscribe al Mariachi en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, porque “ha sido transmitido de generación en generación, recreado constantemente durante eventos festivos, religiosos y sociales, reforzando el sentido de identidad y continuidad de sus comunidades portadoras en México y el extranjero”.

Seis años después, el Punto Cubano o Punto Guajiro entra a formar parte de la nómina de manifestaciones musicales que este organismo ha declarado legados de importancia cultural universal, por constituir “un elemento esencial del patrimonio cultural inmaterial de Cuba, abierto a todos, que propicia el diálogo y expresa los sentimientos, conocimientos y valores de las comunidades que lo practican. Las técnicas y los conocimientos vinculados a este elemento cultural tradicional se transmiten de generación en generación, esencialmente por medio de la imitación”.

Similitudes, diferencias, encuentros, desencuentros, pero un legado común: fuerza de transmisión, arraigo popular, exponentes culturales más allá de sus fronteras. Símbolos entretejidos en el tiempo. Cultura de pueblo. Esa, la que nos une.

Instrumento, Mariachi, Guitarra

 


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