Dana Rotberg: “El cine cubano me dio caminos”


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“Es un honor estar en La Habana con esta muestra de cine neozelandés. Yo, en particular, me formé con el cine cubano. Me fortaleció, me dio caminos”. Dijo en un encuentro con la prensa Dana Rotberg, cineasta de origen mexicano que asiste con su película Mentiras blancas (2013) al Festival de Cine de Nueva Zelanda que concluirá este domingo.

En ese país vivió durante trece años, luego de haber obtenido en la década de los 80 importantes premios internacionales con el documental Elvira Luz Cruz, pena máxima y asistir en varias películas al director Felipe Cazals; hasta filmar en 1989 Intimidad, su primer largometraje de ficción, al que le siguieron Ángel de fuego, galardonado en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de 1992 y Otilia Rauda de 2001.

“Nueva Zelanda es un país muy generoso que recibe al inmigrante no solamente en términos burocráticos, sino que le abre la puerta al impulso cultural que pueda traer uno con su propia identidad, de su propio país. Es algo poco usual en el mundo”, dijo al explicar las razones que la impulsaron a filmar allí.

“Mi película está basada en el cuento Mujer medicinal de Witi Ihimaera. La idea fue hacer una adaptación cinematográfica en la que yo pudiera anclar mis inquietudes personales en términos de identidad, desde mi status de mexicana con un antecedente histórico de colonización –como lo tiene Nueva Zelanda- afincando en el fenómeno de la maternidad la narrativa de la película.

La maternidad, como el territorio a través del cual tres personajes indagan acerca de cómo se sobrevive el despojo de la identidad”.

Al referirse al programa del Festival, dentro del cual también sostendrá un encuentro con los espectadores en la noche de este sábado en el Multicine Infanta, señaló:

“Es una muestra muy variada. Es un abanico, no solamente en términos de la capacidad creativa, de excelencia técnica en el quehacer cinematográfico de Nueva Zelanda; sino que es un recorrido bastante profundo y diverso de todos los territorios de la identidad neozelandesa.

Es un país joven que está conformando su identidad en el ámbito cinematográfico. Está en busca de ella. Y esto es lo que vamos a ver: esa búsqueda a través de distintos territorios, con directores de distintas edades, en distintos géneros y formatos. Si bien es una búsqueda, eso no quiere decir que la calidad narrativa y la calidad técnica no sean de altísima excelencia.”

Acerca de su agradecimiento hacia el cine cubano, la también guionista expresó a Cubarte:

“Cuando yo honro lo que significa para mí hasta hoy el cine cubano es porque en mi juventud era una referencia absoluta y obligada. Como público y como cineasta. El cubano fue un ejemplo sustantivo del cine que aspirábamos a hacer.

Por otro lado, el Festival de La Habana era el punto de encuentro obligado para los jóvenes cineastas que teníamos la fortuna de ser seleccionados con nuestras películas para ver las que se hacían en el resto de América Latina. Y Cuba fue siempre el lugar donde se abrían todas esas ventanas”.

Al ser mexicana y estar mi país tan invadido por las producciones norteamericanas, el cine cubano era un asidero en el que reconocíamos que había manera de hacer un cine propio. Narrativamente, aprendimos todo del cine cubano. Técnicamente, aprendimos todo del cine cubano. Éticamente, aprendimos todo del cine cubano.”

 


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