De los más de 550 monumentos, entre nacionales, locales y zonas de protección aprobados por la Comisión Nacional de Monumentos de Cuba[i], el 15% corresponde al noveno mes de año. De ellos, los sitios naturales son los más representados (más del 50 %), identificados en su mayoría en cuevas, cavernas y solapas. En ellas no se incluyen los que están señalados como sitios arqueológicos.
En próximos artículos se irán presentando para cada mes algunos de los monumentos más destacados aprobados en esos periodos, tanto del ámbito natural como artificial, consecuencia de los valores ecológicos, científicos, estéticos, entre otros aspectos significativos del primero, y también de aquellos con referentes culturales trascendentes, como resultado del desarrollo de la sociedad en las diferentes épocas y regiones cubanas.
Todos, plenos de indiscutibles valores que ameritan ser señalados y preservados para las generaciones presentes y futuras por su carácter histórico, educativo, científico y formadores de la identidad de cada pueblo y comunidades.
Para este mes de septiembre, es interesante comentar que además de los sitios naturales que fueron aprobados como monumentos en este periodo, se destacan los arqueológicos con cerca del 20%, cuevas ceremoniales y sitios históricos y con menor frecuencia las construcciones industriales y civiles, entre otros.
Es importante en este periodo del año no dejar de mencionar dos sitios naturales de extraordinarios valores: el “Parque Nacional Alejandro de Humboldt” (PNAH) y del Paisaje Cultural “Conjunto de Ruinas de los Cafetales Franceses”. Del primero se hablará en el presente artículo y el segundo será tratado en un posterior momento.
El Parque se encuentra ubicado entre las provincias de Holguín y Guantánamo con los municipios Sagua de Tánamo, Moa, Manuel Tames, Yateras y Baracoa, es decir, en la parte nororiental del archipiélago cubano y en la noroccidental de la provincia de Guantánamo.
El PNAH se crea en 1997 y se aprueba legalmente por el Acuerdo 4 262/2001 del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros de Cuba, el cual es la autoridad autorizada para determinar oficialmente las áreas protegidas y sus categorías de manejo en Cuba.
Por sus diferentes valores naturales fue reconocido por la UNESCO en 2001 Patrimonio Natural Mundial de la Humanidad, así como Área Importante para la Conservación de las Aves (AICA) del programa de Bird Life International.
Son antecedentes cuando el 3 de julio de 1963, el Dr. Carlos Rafael Rodríguez, entonces presidente del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), aprobó la Resolución 412, que declaraba cuatro Reservas Naturales dentro de las áreas de patrimonio forestal del país.
La “Comisión Nacional de la Academia de Ciencias de la República de Cuba” recomendó al INRA el establecimiento de dichas reservaciones naturales con el fin expreso de la “investigación científica”: este objetivo constituyó el comienzo de un naciente pensamiento en torno a la conservación de la naturaleza cubana, una nueva mirada desde el punto de vista científico que permitiría, en el futuro, argumentar el establecimiento de otras Áreas Protegidas sobre la base del conocimiento de las especies y el grado de complejidad que relaciona a cada una de ellas dentro de los ecosistemas, suprimiendo la vieja tendencia vigente hasta ese momento en Cuba de proteger espacios por la necesidad o la importancia de conservar sus bosques.
Entre las cuatro Reservas Naturales aprobadas entonces estuvo: Jaguaní, en la zona del río Toa, municipio de Baracoa y Cupeyal del Norte, asentado también en el municipio de Baracoa y en el de Sagua de Tánamo, cuenca superior de los ríos Castro, Moa y Toa, todos en la antigua provincia de Oriente, conformando ambos, parte del actualmente nombrado Parque Nacional Alejandro de Humboldt.
Resulta curioso que esta resolución sea el primer cuerpo legal en el país aprobatorio de Áreas Protegidas que prohibía el tránsito de personas, animales domésticos y vehículos de cualquier tipo dentro de las áreas descritas y aprobadas, convirtiéndolas en “áreas de conservación estrictas”, y se agregan, como en los anteriores cuerpos legales, las prohibiciones de caza, pesca, tala de árboles y captura y recolección de pichones y huevos, impidiéndose además las actividades agropecuarias y cualquier otra forma de perturbación de las condiciones primitivas de las mismas.
El Parque Nacional Alejandro de Humboldt, es uno de los territorios, junto a los de la Ciénaga de Zapata y Guanahacabibes de alto valor ecológico y reconocimiento nacional e internacional en el archipiélago cubano.
El nombre del Parque Nacional es un homenaje al científico alemán que es considerado el segundo descubridor de Cuba.
Alejandro de Humboldt fue un filósofo materialista alemán, naturalista, uno de los fundadores de la geografía moderna. Entre sus obras, tienen interés filosófico “Cuadros de la naturaleza” (1807) y “Cosmos” (1845-58). Desde su juventud se preparó para acometer grandes expediciones.
La naturaleza fue un desafío y se entregó con pasión a su estudio. Durante su recorrido de cinco años por el continente americano, Humboldt estuvo dos veces a Cuba.
La primera fue del 19 de diciembre de 1800 al 15 de marzo del año siguiente. En abril de 1804 regreso a la Isla, en una breve visita de apenas un mes de duración. En total dedicó alrededor de cuatro meses a conocer a Cuba. Recorrió La Habana y sus alrededores hasta Managua, Bejucal, Valle de Güines y Batabanó, así como el sur de Trinidad, en compañía del talentoso botánico y naturalista francés Aimé Bonpland. Se hospedó en la casa del conde de O'Relly, y departió con Don Francisco de Arango y Parreño y el Dr. Tomás Romay Chacón.
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