“El teatro es una forma de no estar solo en el mundo”


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Fotos: Cortesía del grupo teatral.

Venus y el albañil es una historia cubana interpretada por actores puertorriqueños. La trama se mueve lingüística y contextualmente en la Cuba contemporánea.

“Es el montaje de un texto de una autora cubana, Nara Mansur, que conocimos hace 20 años cuando estuvimos en Casa de las Américas. La obra se centra en la sala de espera de un hospital, donde una mujer joven (yo) está esperando noticias médicas de su mamá, que ha sido violada por un albañil que trabajaba en la casa”, contó Aravind Enrique Adyanthaya, director de la puesta en escena. 

“A partir de ahí se expanden reflexiones sobre la violencia, específicamente la de género; como uno puede considerar a alguien un amigo, pero a veces también verlo como un agresor, y dentro de todo está el entramado que tiene el público como testigo interlocutor del personaje y de la autora en la pieza”.

¿Cuán difícil resulta que actores puertorriqueños interpreten una realidad cubana?

La interpretamos como actores puertorriqueños. No hay una intención de hacernos pasar por cubanos en ningún momento.

El texto de la obra es completamente cubano y por consiguiente, abundan cubanismos, la “guachipupa con el platico abajo y absorbente”, algo que nosotros nunca diríamos en Puerto Rico y tampoco quisimos cambiarle al texto. 

Lo que queremos es que haya cierto distanciamiento. Estamos en un festival que nombra muchas veces a Bertolt Brecht, y él defendía la idea de poder establecer un diálogo de distintas realidades, donde nosotros, en parte, estamos compartiendo o accediendo a la realidad cubana, a través del texto.

Presentamos un montaje que fue hecho originalmente en Puerto Rico y lo interesante es que a pesar de los cubanismos, este montaje es también como si estuviera hablando de la sociedad puertorriqueña. Nosotros nos hemos reimaginado un poco el texto basado en nuestra realidad, buscando elementos que nos unen y nos separan.

¿Cómo el público ha acogido la obra?

Esta obra la empezamos a desarrollar en Nueva York, donde el público era latino y ahí se hizo una especie de taller. Después se llevó a Puerto Rico, a nuestro espacio en San Germán, que es un teatro experimental, Casa Cruz de La Luna. Esta es la primera vez que se presenta en Cuba.

El público se empezó a cuestionar cosas del montaje, pero nunca lo sintió como un montaje ajeno, era una realidad… las situaciones, las intenciones de los actores, la fisicalidad que conlleva la línea del texto, no fue asumido con otredad. Tal vez fue asumido en un contexto caribeño de que es un texto cubano pero está pasando en Puerto Rico.

¿Cómo ha sido su experiencia en el FTH?

Estamos recién empezando. Mañana es que comenzamos a trabajar la puesta en sí. Pero hoy tuvimos la oportunidad de discutir conceptos de dirección en un marco más teórico, que fue fantástico, y de compartir con los directores cubanos. Fue maravilloso comparar conceptos, visiones y formas de pensar.

¿Por qué una obra de Nara Mansur?

Hay figuras que son claves en la dramaturgia latinoamericana. Sin ellas no sería lo que es hoy. Nara es una voz única. La forma en que ella combina lo íntimo, con lo referencial a otra obra literaria en el mismo texto, a otras geografías, a otros protagonistas históricos y lo combina con lo íntimo de su vida, de su entorno en Lawton. Un modelo que para mí ha sido revolucionario. Cada uno como director selecciona sus obsesiones y para mí en  la dramaturgia de Nara me surge una obsesión, una de las cosas que mantiene lo que estoy haciendo.

¿Cuáles son los puntos en común entre el teatro que se hace en Puerto Rico y el que se hace en Cuba?

En Puerto Rico hay un circuito de teatro comercial, muy potente y que domina mucho los mercados y se mueve por intereses económicos. Esa respuesta a sacrificar contenidos, sacrificar el pensamiento al capital, no la he visto en Cuba. Todos los espectáculos que he visto aquí son a un precio muy asequible al público o son gratis. Allá la experimentación se define en contra de esa comercialización. Aquí he visto que hay teatro que sigue unas puestas más tradicionales, se pregunta qué se hace y en qué espacio.  

¿Cuán difícil resulta hacer teatro en la actualidad?

No hemos encontrado tanta dificultad en términos de atraer públicos, porque a pesar de todas las formas virtuales todavía la gente está buscando lo presencial, lo vivo. Lo que sí es muy difícil es el sustento, y estoy hablando de una fragilidad económica, porque ya las propuestas y ayudas gubernamentales han mermado en Puerto Rico. Cae en un circuito de poder y de control que no es lo que uno desea. Nosotros trabajamos a través de donativos, tú das lo que puedas a la entrada.

¿Qué significa el teatro para ti?

Representa un encuentro de comunicación. Es una forma de no estar solo en el mundo. 


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