Eternamente, Fidel


eternamente-fidel

(...) Deseo enviar un mensaje al mundo y al pueblo norteamericano: No deseamos que la sangre de cubanos y norteamericanos sea derramada en una guerra; no queremos que un incalculable número de vidas, de personas, que pueden ser amistosas, se pierda en una contienda. Jamás un pueblo tuvo cosas tan sagradas que defender, de convicciones tan profundas con las cuales luchar, de tal modo que prefiere desaparecer de la faz de la tierra, antes que renunciar a la obra noble y generosa por la cual muchas generaciones de cubanos han pagado el elevado costo de muchas vidas de sus mejores hijos. Nos acompaña la convicción más profunda de que las ideas pueden más que las armas, por sofisticadas y poderosas que estas sean. Digamos como el Che cuando se despidió de nosotros: ¡Hasta la Victoria Siempre!

Así rememoró las palabras de nuestro inolvidable Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, el doctor Eugenio Suárez, director de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, durante una conferencia impartida en la sede habanera de la Casa del Alba Cultural, al reseñar en profunda y a la vez conmovedora intervención el tema La Humildad en Fidel en diferentes facetas de su vida y su obra como revolucionario y como hombre de pueblo. La humildad, como otro aspecto que enfatiza aun más en la extraordinaria personalidad de un líder en quien siempre quedó resaltada y continuará siéndolo en cada uno de sus discursos, escritos, pronunciamientos ante los medios, o diálogos con el pueblo, o cuando dijo que "los revolucionarios nunca abandonan la lucha, en tanto puedan ser útiles, y se requieran de sus servicios y esfuerzos (...) A mí me gusta mucho leer, escribir y, te aseguro que he cogido el trabajo más duro que pudiera escogerse...Y lo hago por deber (...) Siempre he creído que existe algo mucho más poderoso que las armas de fuego, y son las armas morales. Y con ellas estaré siempre dispuesto a luchar y a morir junto al pueblo (...) El futuro de nuestra Patria será un eterno Baraguá".

Recordó Suárez que, en el 2006, Fidel le confesó al politólogo Ignacio Ramonet que "por naturaleza soy hostil a todo lo que pueda parecer un culto a la persona. Usted puede constatar que en Cuba no existe una sola escuela, fábrica, edificio...que lleve mi nombre".

Finalmente, el prestigioso historiador destacó algo esencial:

Solamente con visitar la tierra sagrada en el cementerio de Santa Ifigenia, decir 'Yo soy Fidel', expresar que 'Aquí estuvo Fidel', presentar una exposición o un conversatorio como este...Nada de esto es suficiente. Es necesario, y quiero reiterarlo, que nos acojamos a su ejemplo, a su pensamiento, con la debida conciencia de defender su obra. Este es el reto mayor de un revolucionario. Para exclamar: ¡Yo soy Fidel!, es esencial actuar con valentía, decir lo que uno piensa, y hablar tanto de los errores cometidos como de las virtudes. Ser Fidel implica llegar primero al campo de batalla, y predicar con el ejemplo, pero sobre todo tener una obra de amor desinteresado. Fidel tiene que ser verbo y acción (...) La humildad de Fidel, la vida de Fidel, es coherente con su última voluntad: una piedra gris simbólicamente en forma de grano de maíz, y una lápida con tan solo cinco letras: FIDEL.

La disertación estuvo acompañada con la muestra de dos documentales de la autoría de Rebeca Chávez y Roberto Chile, demostrativos de la impronta de Fidel en los corazones de millones de personas de diversas partes del mundo dispuestas a luchar por un mundo mejor y más justo. Conmovedores resultaron los momentos transmitidos por el documental sobre la presencia de Fidel junto a inolvidables líderes como Hugo Chávez y Nelson Mandela, al igual que otros trascendentales ya para la historia de nuestro país, como fue la llegada a la Patria del niño Elián González; las visitas realizadas a médicos internacionalistas cubanos en Venezuela, a hogares de gente de pueblo de ese hermano país; la entrega de una ofrenda floral matizada con el texto en la cinta: A las víctimas inocentes de Hiroshima y Nagasaki, durante su visita a Japón en 2003; su bienvenida a niños y familiares sobrevivientes del desastre nuclear en Chernobil; sus discursos de denuncia a la política hostil, inhumana e hipócrita del gobierno de George W. Bush, para siempre puntualizar en la vigencia del pensamiento histórico y antimperialista del pueblo cubano:

!(...) Lea, señor Bush, algunas de las cien mil cartas de nuestros pioneros, no insulte a Martí, no invoque en vano su sagrado nombre; deje de buscar frases de ocasión para sus discursos. ¡Respete y respétese a sí mismo!¡El bloqueo criminal que nos promete recrudecer, multiplica el honor y la gloria de nuestro pueblo!

Y así siempre será, porque Fidel es y continuará siendo eterno en pensamiento, en obra y en luchas presentes y futuras del pueblo de Cuba.


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte