Fundar y construir el estado nación cubano: Hacer Cuba


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El título de este artículo, sin dudas, tiene un significado histórico extraordinario por sus dimensiones y alcances. Puedo afirmar que representó y, hoy día aún representa, la tarea esencial del pueblo cubano. Referirme a esta temática histórica es un desafío a mi capacidad para incursionar en el periodismo de reflexión.

Ahondar en los hechos históricos que forman y alimentan la conciencia del conglomerado poblacional que ocupa el espacio geográfico determinado como nación cubana, y en las estructuras institucionales que lo identifican y sostienen en su evolución histórica, ha sido y es, la tarea ideológica que intentamos cumplir investigadores históricos, maestros, profesores, periodistas, en general, intelectuales de oficios variados, incluyendo a la crítica historiográfica y del arte.

Podría afirmar, ante todo, que “mucha tinta ha corrido” desde que emergió la idea de fundar la nación cubana y el estado nacional independiente y soberano que la acompaña, desde la manigua insurrecta, mambisa, hasta la actualidad. Ahora mismo,  cuando el objetivo de conservar y defender nuestra nación nos plantea la lucha en el plano de la ciencia integral e integrada,  para alcanzar otra gloria histórica: la transformación de los cuatro candidatos de vacunas: Soberana 01, Soberana 02, Mambisa y Abdala, en vacunas salvadoras del COVID-19. A escala mundial, David enfrenta una vez más a Goliat, y promete vencerlo.

Recordemos que el campo de la sagrada lucha patriótica por la creación de la nación cubana con independencia total, desde su fundación efectiva el 10 de octubre de 1868, entonces contra el colonialismo español y la esclavitud -esta última, un corrosivo letal, tanto de cuerpos como de almas, que nos legó el racismo; después de diciembre de 1898, contra la política imperialista yanqui y su engendro neocolonialista,  hasta arribar al triunfo verdadero de las armas cubanas el 1º de Enero de 1959. Ocupó aproximadamente 91 años de nuestra historia, casi un centenar de años, distribuidos entre los siglos XIX y el XX.  No hubo largas treguas. El corto tiempo de las treguas fecundas, también lo fue de luchas ideológicas, afortunadamente muy creativas.

Si a los 387 años de colonia hispana (1511 a 1898), le sumamos los años de ocupación militar yanqui (la primera de 1898 a mayo de 1902, la segunda va insertada en el “combo” neocolonial) y los  57 de la república neocolonial tendremos en total 448 años de dominación extranjera.    

En los primeros 58 años del siglo XX Cuba estuvo sometida, innegablemente, a los dictámenes del gobierno de Washington, al temor de la invasión militar, a la humillación de la constante injerencia en los asuntos políticos y económicos, a través de la Enmienda Platt (1901-1934), de los Tratados Permanentes de Relaciones entre los Estados Unidos de América, como “protector” de los cubanos contra los cubanos; de la Base Naval de USA  en territorio de Guantánamo (que todavía existe contra la voluntad cubana) y de los intereses explotadores de nuestras riquezas por las compañías norteamericanas. Todo esto ocurrió en la Isla de Cuba y nos dejó una herencia de problemas por solucionar ¿cierto o no?

La matemática es demoledora en todos los aspectos de la historia del colonialismo y del neocolonialismo, que otros teóricos llaman “pos colonialismo”.  Llegar a Ser Cubano o Cubana, realmente no fue fácil.

El historiador estadounidense Louis A. Pérez Jr., demuestra lo anteriormente afirmado, en más de una obra suya. Particularmente, en Estructura de la Historia de Cuba Significados y propósitos del pasado (Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2017). Pérez dedica cinco capítulos, de seis, amén de la Introducción y una abultada Bibliografía e Índice onomástico, a aclarar los sentimientos contradictorios que envuelven la lucha cubana en la etapa neocolonial de la República.

Desde la impotencia por la pérdida de la victoria militar, arduamente alcanzada por los mambises antes de la primera intervención estadounidense (1898- mayo de1902); la frustración de los años de la Enmienda Platt; la indignación contra el gobierno dictatorial y asesino de un ex mayor general mambí, Gerardo Machado, su consecuente derrocamiento por las fuerzas populares en 1933 y la derogación de la Enmienda infame en 1934; la asquerosa violación de la democracia burguesa y la Constitución de la República de Cuba de 1940,  para dar paso, en 1952, a la dictadura de Fulgencio Batista y Zaldívar, y narra  todo lo angustioso que envolvió al estado nación durante los primeros 58 años del siglo XX.

El correspondiente complejo de inferioridad de los cubanos, frente a los “americanos”,  para gobernar su propio país, añadido, aupado y, convertido de consecuencia en causa, con vistas a interponer una justificación, inmoral, a la injerencia yanqui en el destino del país–este, previamente, fue muy bien definido en el pensamiento y los escritos que nos legara José Martí y Pérez, sobre la Cuba soñada e intensamente luchada en el siglo XIX. 

El triunfo de la insurrección y “la caravana de la libertad” que trajo a Fidel Castro Ruz y a los “rebeldes”, barbudos y de largas cabelleras, a través de toda la isla de Cuba, es comentada por Pérez del siguiente modo,

Él (Fidel) presentaba el significado de la patria en términos profundamente sentimentales, con manifiesta nostalgia, recordando la promesa de la nación del siglo XIX como el remedio a todas las causas históricas del descontento de los cubanos y, en especial, a la patria como medio de satisfacer las necesidades de los cubanos –la proposición misma que en primer lugar dio significado a la nación.

A continuación respalda esta opinión con una cita de palabras contemporáneas de Fidel: “La tragedia de nuestro pueblo ha sido la falta de patria –afirmó el 4 de enero (de 1959) hablando en Camagüey- : ¿Cómo podemos decir (que) esta es nuestra patria si de patria, no tenemos nada”. ´Mi patria´ -pero mi patria no me da nada, mi patria no me mantiene, en mi patria me muero de hambre. ¡Esa no es mi patria!... Patria es el lugar donde uno puede vivir, patria es el lugar donde uno puede trabajar y mantener un modo de vida honorable y ganar salarios justos por el trabajo”. (Pérez; 274)

Completa el panorama significativo del pensamiento fidelista, en los primeros momentos del triunfo insurreccional, con otras citas en las que destacandefiniciones históricas importantes:

“Desde hace mucho tiempo, nuestro pueblo perdió la fe en nuestra patria. Pero las cosas han cambiado. Por primera vez en nuestra historia la nación es verdaderamente libre”… “¡Rendimos un tributo y los seguiremos rindiendo no solo a los caídos de hoy, sino también a los caídos de ayer, a los caídos de nuestras luchas por la independencia! (…) hombres que han muerto luchando por un sueño, sueño que no se ha realizado, pero sueño que ustedes y nosotros vamos a realizar.” (…) “Un pueblo decidido a defender sus derechos es invencible, no importa cuán pequeño sea…-la revolución que no triunfó en 1898 porque terminó en una intervención y la revolución que no triunfó en 1933 porque fue frustrada por un golpe militar -esta vez no hay y no puede haber intervención o golpe militar (…). Esta vez el pueblo alcanzará sus metas que le han sido negadas tantas veces”. (Pérez: 275)

La Revolución Cubana ha seguido su marcha de constructora de la nación, indetenible, durante 62 años hasta ahora.  Amenazas, agresiones, invasión militar directa (Playa Girón), largo y cruel bloqueo económico,  comercial y financiero, difamación en los medios de comunicación, traiciones, etc.… Nada ha podido cambiar la firme decisión del pueblo cubano: defender su nación y su pueblo; establecer un país y una cultura verdaderos y sólidos. 

La elección soberana y mayoritaria de la vía de desarrollo socialista del país,  también,  es una consecuencia histórica: la negación del sistema capitalista,  en cuyo seno se engendró el saqueo y la expoliación colonialista más infame de la isla de Cuba, la desaparición casi total de sus pobladores originarios y de su cultura que, por suerte, no desapareció por completo del conjunto cultural nacional gracias a la sobrevivencia y la descendencia en número limitado de aquellas familias aborígenes, especialmente en el Oriente cubano.

Somos un pueblo mestizo, muy orgulloso de su mezcla biológica y cultural: aruaca, europea, africana y asiática, sangre proveniente de distintas partes del planeta; por eso somos internacionalistas de raíz y  de vocación, muy humana. Somos un pueblo nuevo colmado por la Historia, que en 62 años ha logrado, con gran sacrificio, continuar la marcha libertadora y soberana de sus antecesores. Es imperiosa la necesidad de volver una y otra vez sobre nuestra historia, recuperarla, profundizar en ella y narrarla en toda la riqueza de sus detalles,  de rendir tributo a la patria y a sus heroicos/as constructores y defensores.  A pasos de gigante hay que continuar en el camino de la independencia y de la soberanía total, en todos los sectores de la vida nacional. 

Muchas, alrededor de dos decenas, son las generaciones de cubanos y cubanas que hombro con hombro, hemos dedicado nuestra vida a esta hermosa causa, construir a Cuba y su cultura, la cual constituye el escudo, y, también, la conciencia y el perfume más delicado y aromático de nuestra nación. 


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