Por estos días, el grupo Teatro Cimarrón, fundado y dirigido por el destacado poeta, dramaturgo, narrador, ensayista y director artístico Alberto Curbelo Mezquida (Camagüey, 1957), arriba a sus 25 años de prolífica existencia.
Ocasión propicia para recordar las palabras del destacado pensador revolucionario y acreedor de los premios nacionales de Ciencias Sociales y de Investigación Cultural, doctor en Derecho Fernando Martínez Heredia (Yaguajay, 1939-La Habana, 2017), quien enfatizó: “El mayor orgullo de Teatro Cimarrón no es precisamente el talento que poseen sus integrantes, como tampoco la gran cantidad de lauros conquistados por su excelente desempeño artístico, sino haber llevado el teatro de manera sistemática a las regiones más intrincadas del territorio nacional, patentizando así el nombre con que fue bautizada”.
El también titular de la Academia de Ciencias de Cuba y de la Universidad de La Habana, resaltó que “Teatro Cimarrón tiene como objetivo esencial visualizar, desde las tablas, al afrodescendiente y a nuestros pueblos originarios, consciente de que la racialidad es un tema que nos ocupa y urge de los tiempos en que comenzaron a fundirse en nuestros cimientos los cantos de la nacionalidad cubana”.
Entre las muestras de reconocimiento recibidas por el director de esta compañía, imposibilitada de festejar su cumpleaños debido a la pandemia de la Covid-19, se encuentran las del director del Centro de Teatro de La Habana, quien expresó: “Reciban sus fundadores e integrantes, en nombre del Consejo Nacional de las Artes Escénicas y del Centro de Teatro de La Habana y de sus artistas, nuestras felicitaciones por su entrega y dedicación a la cultura nacional. Sus montajes representan lo más tradicional de la cubanidad, expresado a través de manifestaciones populares, folclóricas, mitos y ceremonias, como aportes a nuestra identidad histórica y cultural mediante una dramaturgia nacional”.
La nota del directivo agrega que TC es “fundador del evento BarrioCuento, además de distinguirse por un destacado trabajo comunitario, el cual asume como una prioridad en zonas lejanas de difícil acceso, hospitales, centros educacionales y penitenciarios, entre otras actividades, tanto para niños como para adultos. Reciban nuestro amor y cariño por tantos años de trabajo. Felicidades Teatro Cimarrón”.
Rescate y promoción de la memoria nacional
Cuando ya era un experimentado dramaturgo y director artístico, con un vasto desempeño como asesor teatral y asistente de dirección en importantes colectivos escénicos –entre ellos Teatro Caribeño, fundado por el Premio Nacional de Teatro Eugenio Hernández Espinosa–, Alberto Curbelo decidió crear su propio grupo el 3 de agosto de 1995, tras haber causado conmoción con su laureada puesta de Patakín de una Muñeca Negra (1995, para niños), merecedora de diez premios en diversos festivales nacionales.
Esta compañía, surgida en una etapa signada por las limitaciones impuestas por el llamado Período Especial, se enfrentaría a las dificultades con una visión diferente a los enraizados convencionalismos y anclada, esencialmente, en el rescate y promoción de la memoria nacional, la identidad, la cultura y la historia, haciendo énfasis, asimismo, en la reconquista de las tradiciones populares de origen africano e hispano, y los problemas que atañen tanto a los cubanos como a los países vecinos de esta región del orbe, interés que a su director le ha hecho acreedor de la condición de ser el dramaturgo insular que más ha incursionado en las culturas y mitologías de los pueblos originarios del Caribe.
Según el Manifiesto constitutivo de TC, entre otros de sus diez objetivos se propone “generar espectáculos interdisciplinarios que entrevean los aportes de los cimarrones, mambises y próceres negros a nuestra identidad histórica y cultural; y hallar y mostrar en la representación lo cotidiano, la subsistencia del hombre y la mujer “sin voz propia”, su pensamiento y conflictos –generalmente excluido de las grandes historias– a partir de la anagnórisis de los solares y barrios, de los bateyes y comunidades campesinas en las que gestan la historia”.
Para TC es prioridad la relación con el público, pero no solo del que ocupa una cómoda butaca en una sala, sino en particular de aquel que vive en las periferias, en zonas aisladas de las grandes urbes. Sus montajes escénicos buscan la simplicidad y a la vez la pluralidad del lenguaje, con un exiguo gasto en recursos de vestuarios, luces y escenografías, en una suerte de diseños minimals que reclaman del actor máxima entrega.
Táctica inteligente y provocativa
Para esto, Curbelo requiere, en la formación y ejercicio de sus artistas, amplios conocimientos y destrezas en diferentes expresiones teatrales, como la oralidad escénica, la danza, el clown, la manipulación de muñecos, la acrobacia, los zancos, la escenificación de poemas, la magia… hábiles desempeños “especializados” en “sorprender a los espectadores en sus propios espacios”, como apuntó el reconocido crítico, ensayista y promotor cultural, doctor Eberto García Abreu, quien estuvo muchos años vinculado a esta compañía como asesor artístico.
Se trata de una táctica inteligente y provocativa que le ha permitido al grupo exponer, entre niños y adultos inexpertos en la erudición escénica –la mayoría de ellos nunca han visitado un coliseo–, experiencias teatrales que tienen que ver con su cosmos, sus asuntos, sus necesidades expresivas y, sobre todo, con su auto reconocimiento social y cultural.
“Esta relación se está conformando –apuntó García Abreu– como un eje fundamental del trabajo teatral en un sentido amplio, pues no implica la participación del público en los espectáculos, sino su inserción en los procesos internos del colectivo en lo que a la selección de los temas, textos, lenguajes y procedimientos artísticos se refiere”.
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