JOSÉ RAMÓN FERNÁNDEZ: UN HOMBRE AFORTUNADO


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Una historia para leer

Recientemente vio la luz esta obra, gracias a la voluntad y el compromiso con su pueblo del general de división ® José Ramón Fernández Álvarez y de la Casa Editorial Verde Olivo, poseedora de una valiosa tradición en publicaciones de alto valor patriótico y humanístico.

Testimonio cargado de puros sentimientos de amor a su patria y fidelidad al ideal que lo involucró en las filas de la Revolución a la que se entregó por convicción e  incondicionalmente en diversas tareas con honradez, responsabilidad y sencillez; expresión diáfana de su sentido del deber y conciencia ética, como brújula que rigió su conducta.

Pocas veces se recoge en un libro tantos hechos importantes y de trascendental significación histórica en la que el autor haya sido su protagonista, como pocas veces los protagonistas comparten con tanta modestia las hazañas de quienes les acompañaron en los más diversos momentos.

De tal modo, el Héroe de la República de Cuba Fernández Álvarez  nos deja el testimonio de una vida rica en favor de los intereses de la Patria, de los cuales más de 60 de sus 95 años estuvo estrechamente vinculado a las tareas de la de construcción y defensa del socialismo bajo el mando directo de Fidel y Raúl en una relación de mutua confianza.

Este es también un libro de Historia, de esas que la sociedad espera conocer y es, además, la historia de uno de esos hombres que deben dejar para la posteridad la obra realizada en bien de una causa o de un pueblo. En ella, hay valores que trasmitir, ideas que defender, conductas que emanan ejemplo, posiciones de principios y convicciones que deben ser conocidas; hombres que trascienden e irradian luz, de férrea voluntad, fortaleza de espíritu, seguridad en sí mismos, firmeza en sus propósitos y fidelidad en su conducta, que han dejado huellas en el camino y que penetran profundamente en el corazón de un pueblo; hombres que deben ser conocidos, historias que deben ser leídas.

Uno de esos hombres con tales cualidades lo fue, sin duda alguna, José Ramón Fernández Álvarez. Una de esas historias está en Un hombre afortunado, libro que próximamente estará a disposición de los lectores en la próxima edición de la Feria Internacional de Libro y en la red de librerías del país.

Se trata de una obra de inestimable valor historiográfico, escrita con total apego a la verdad y rigor histórico, de impecable redacción, lenguaje ameno, sencillo y preciso, que desde sus primeras páginas atrapa al lector de tal modo, que resulta casi imposible detener la lectura, y cuando se hace, se busca el tiempo para darle continuidad. Al concluirla sientes el placer por lo conocido, más te queda el deseo de empezar de nuevo o de que nuevas páginas aparecieran para darle continuidad a tan interesante acercamiento a la fructífera y fecunda vida del Premio Nacional de Pedagogía y Doctor Honoris Causa Fernández Álvarez.

Desde la cubierta percibes la calidad y el valor de  este libro. Ella reproduce el retrato que le hiciera el destacado pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín en 1996 en ocasión de su participación en las festividades por el 35 aniversario de la victoria de Girón. Concertado de antemano, en La Habana interactuaron los dos amigos: el pintor y el modelo, de cuyo encuentro salió la obra en la que el retratado se aprecia en azul como reflejo de su mundo interior. Es transparente, es un personaje azul, es blanco y azul. Todo es un misterio espiritual ─dice Guayasamín─, pues Fernández escoge una chaqueta azul para posar.

Al valor propio de este buen libro por lo que aporta al conocimiento de la historia de nuestro país, se adiciona el hecho de ser prologado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, quien al referirse al Gallego Fernández ─como muchos lo identificaban─, con acierto señala que: Con el lenguaje recto y preciso que lo caracteriza, nos permite acompañarlo en este recorrido por sus largos años de intensa y fecunda vida, dedicada al servicio de la patria. Se percibe en estas líneas el esfuerzo por ajustarse estrictamente a la verdad ─premisa que lo ha acompañado invariablemente─, por precisar con esmero en cada hecho relatado, su rol personal y el que desempeñaron otros compañeros, para no adjudicarse el más mínimo mérito del otro.

Fernández Álvarez estructuró su libro en varios capítulos de modo tal, que en orden cronológico, nos va exponiendo el proceso de formación de su personalidad y el modo en que fue asumiendo conciencia y responsabilidad por el destino de la patria. Así, en el capítulo Con la república nos aproxima a su vida a partir de los 17 años edad, de las posibilidades económicas de su padre, asturiano llegado a Cuba alrededor de 1914, propietario de tierras con determinada solvencia económica que le proporcionaba cierto bienestar a la familia.

Trabajador incansable, rectitud en su comportamiento, honrado en sus actos, justo en sus valoraciones, tales eran algunas de sus cualidades y que fueron influyendo en la maduración ética del hijo, al extremo que se convirtieron en modelo de su conducta. Crecí con ese ejemplo ─ afirma Fernández─, y hasta hoy dictan mi comportamiento.

Por eso, con admiración y gratos recuerdos nos habla de su padre, de sus deseos de que fuera periodista o veterinario y, en contraposición, su vocación por la carrera militar pensando que desde esa posición podría cambiar aquella terrible realidad política en que se encontraba el país e influir en el cambio para bien de los destinos de la república, basada en la mentira y el engaño, en la que los candidatos a cargos públicos hacían promesas que luego no cumplían. Tal situación le fue radicalizando la conciencia y enseñándole que tenía que existir otra vía para actuar de verdad y lograr cambios.

Con inigualable poder de síntesis Fernández nos expone el proceso seguido desde su  ingreso en la institución armada mediante el Servicio Militar de Emergencia que convocaba a jóvenes de las fuerzas armadas interesados en prepararse como oficiales, tras aprobar el examen de ingreso a una escuela y vencer las exigencias y el rigor de la disciplina imperante hasta graduarse como oficial, la profesionalidad de los profesores y su carácter selectivo para impartir docencia. Del mismo modo, nos lleva a sus motivaciones y consideraciones acerca del sistema de preparación militar entonces existente, su desencanto ante las realidades y la conducta de los jefes y oficiales con quienes compartía uniforme.

Para demostrar sus valoraciones acude a innumerables ejemplos a lo largo de todo el libro. Al describir el modo en que se ascendían a algunos oficiales sin méritos ni cualidades, se detiene, entre otros, en Genovevo Pérez Dámera que en el transcurso de un mes o poco más, recibió sucesivamente los grados de teniente coronel, coronel y fue nombrado jefe de la casa militar del Palacio Presidencial.

Con los recuerdos frescos de quien vivió desde dentro de la institución armada los pormenores del golpe militar del 10 de marzo nos narra con exactitud y precisión lo ocurrido en ese día nefasto de nuestra historia, el estado moral existente en el cuerpo armado, la posición de unos y otros oficiales y la labor entorpecedora de la Sociedad de Amigos de la República.

Interesante y novedoso resulta el proceso de gestación, organización, composición y objetivos de la Conspiración de Los Puros y el juicio seguido contra sus integrantes hasta su encarcelamiento en el Presidio Modelo en la Isla de Pinos. 

De su  actividad en el presidio, la vida en común con los presos políticos, el modo en que fue creciendo su simpatía hacia los hombres del Movimiento 26 de Julio y su colaboración con ellos, su nombramiento en el cargo de Mayor de la Circular y su estilo y métodos de dirección, se habla en lo que Fernández denominó Encarcelado el atrevimiento. Un capítulo en el que el autor, además, describe el comportamiento y características de los jefes designados al frente del presidio Modelo y la actitud de estos hacia los presos. Las relaciones entre los presos políticos, el sistema de organización y comunicación ente ellos y el reconocimiento a sus principales dirigentes en la prisión constituye otro aspecto que nos revela la capacidad y voluntad de los revolucionarios allí encarcelados.

Qué ocurría en Cuba en los últimos meses de 1958? Al análisis de los acontecimientos político-militares que tuvieron lugar en el país en este breve periodo de tiempo, está dedicado el capítulo homónimo en el que con minuciosa precisión se describen algunos intentos de conspiraciones militares por parte de oficiales del propio ejército de Batista y la clara visión de Fidel al designar a Julio Camacho Aguilera, como delegado de la Comandancia General del ejército guerrillero para atenderlas, promoverlas y vigilarlas en bien de la causa revolucionaria porque todo lo que debilitara al enemigo adelantaba el triunfo rebelde, como expresa el propio autor.  

De igual modo, expone el nivel de información en el penal sobre el estado de las acciones del Ejército Rebelde y su avance incontenible, el estado de ánimos existente en la circular, las contradicciones lógicas entre el personal y el modo en que se definían las posiciones. Con sobrados ejemplos, Fernández nos  acerca a la actitud de unos y otros y su firmeza y seguridad en la victoria de las tropas comandadas por Fidel.

De  inestimable valor histórico resulta su testimonio sobre los últimos momentos de Batista en el poder, el intento de golpe de Estado de  Cantillo y su maniobra para asumir el poder real para que los batistianos siguieran gobernando, negociar con el 26 de Julio desde una posición de fuerza donde el Ejército Rebelde cesaría en la lucha y cómo fueron vividos por los revolucionarios en la prisión. Por otra parte, Fernández valora la visión estratégica de Fidel en esa compleja situación: no reconocimiento al golpe de Estado, continuación de los combates hasta alcanzar el triunfo definitivo, rendición incondicional de Cantillo y sus seguidores y huelga general para desestabilizar sus acciones.

Fernández habla poco de sí y de su actuar valiente y firme en estos momentos cruciales en los que estaba en juego el destino de la revolución y nos lleva a lo que hicieron todos los revolucionarios, las decisiones tomadas, la asunción del mando de la prisión, el papel que asumió tras la huida de Batista y cómo de preso pasó a ser uno de los jefes del penal.


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