La Esquina de Kessel


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Manolito Simonet

Las esquinas siempre tienen su encanto. Ese lugar mágico donde confluyen los sentidos impone un misterio peculiar sobre todo para los niños y los inventores del barrio.

En mi caso recuerdo nítidamente en los inicios de la ya lejana niñez, a mi abuela sentenciando con fuerza que me cuidara de estar metido en las esquinas, según ella, de allí, no salía nada bueno.

Desde esa especie de lejano prejuicio enfrenté el reto de estar en la Esquina de Kessel, una propuesta de las múltiples de mi esposa para evitar la corrosión matrimonial que provoca estar metido rutinariamente en la casa, los fines de semana.

Tengo que confesar que a su favor, la invitación de mi esposa contaba con la complicidad de Dagma Francia una persona que en su actuación profesional sintetiza como pocos del sector artístico las virtudes que debe tener un promotor cultural y a su vez incluía la curiosidad farandulera de visitar la casa de Manolito Simonet.

Es difícil asumir el reto de hablar de Manolito Simonet, solo prefiero añadir que el suma a su incuestionable talento como custodio y creador excepcional de lo mejor del patrimonio musical cubano en las últimas décadas, una singular sencillez. Esto último sin dudas lo hace más grande y  convierte en uno de los afortunados que tiene aprobada con excelentes notas esa asignatura tan difícil para las personalidades públicas.

Tal vez por eso “el Arroyo de la Sierra lo complace más que el mar”, parafraseando al maestro José Martí. Por soberana elección Manolito Simonet decidió vivir en Arroyo Naranjo, aquí en la Esquina de Kessel, específicamente en el conocido popularmente barrio de Víbora Park tiene el estudio de grabación y su patio devenido Centro Cultural.

Para los que vivimos al sur de la capital, el drama de la transportación se convierte en un obstáculo que limita a veces nuestros mejores esfuerzos emancipadores en términos culturales. Las propuestas que tenemos en sentido muy general en nuestro contexto son escasas, intermitentes y en el mejor de los casos copias edulcoradas que lucen sin mucho esfuerzo las costuras de una factura simplista en absoluta contradicción con la investigación del consumo cultural de los públicos de nuestra zona.

La esquina aparece entonces como un oasis, una  alternativa de lujo sobre todo para los de “a pie” que al entrar en casa de Manolito se colocan frente a una alternativa cultural que incluye en su programación lo que pasa, vale y brilla en su estudio de grabación.

El sábado por la noche al visitar la Esquina de Kessel en un adecuado espacio físico podemos encontrarnos, entre muchas otras estrellas cubanas, con Los Muñequitos de Matanzas, Tania Pantoja,  Amaray, Anaís Abreu, todos bajo la conducción artística de Dagma Francia.

La intimidad en complicidad con un ambiente culto y de respeto donde los artistas se re (crean) también, nos acerca a un ambiente familiar donde están la madre de Manolito, su esposa, sus hijos, todos preocupados por ti, entre otras razones porque estás en su casa.

Allí se puede comer, ingerir bebidas, bailar, conversar, tomarse fotos con estas luminarias de nuestra cultura, pero sobre todo está prohibido desajustar la conducta hacia lo banal, superfluo e intrascendente. La palabra disciplina que tanto convoca el maestro en sus canciones se hace valer como parte de la magia que la esquina propone.

Ellos declaran en la voz de Amaray indudablemente líder del proyecto junto a su maestro Manolito, que apuestan por rendir culto a lo mejor de la  música cubana. En la esquina estamos en presencia de un contexto artístico de afirmación preconcebida de nuestros valores, sin que esto excluya la interpretación de éxitos foráneos.

Para el turismo internacional interesado también en disfrutar de ambientes portadores de la cultura local es una privilegiada opción de encontrarse con prestigiosos artistas cubanos a menos de un metro de distancia.

Nos toca a todos, por el bien de todos, cuidar la Esquina de  Kessel, que clasifica como lo que se ha dado en llamar un Proyecto Sociocultural con la diferencia que provoca el diseño riguroso de esta propuesta que se distingue y clasifica como una de las excelencias actuales de la capital dentro del espectro de la cultura.

Un diseño atractivo en función de una necesidad social con un líder artístico, un gestor competente y un programa que no hace concesiones en materia de calidad, son algunas de las claves del éxito también de Manolito, en su municipio de residencia.

Es una lástima la ausencia de mi abuela, ella pensaría diferente si me acompañara al menos una vez, a la Esquina de Kessel.

 


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