La vida se nos da, y la merecemos dándola


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Carlos Ruiz de la Tejera. Foto: Cortesía de Jesús del Valle (Tatica)

El teléfono no para de sonar, la noticia de una muerte siempre desata curiosidad, la gente quiere enterarse del más mínimo detalle, no sé porqué. Se respira cierta dosis de morbo, pero es normal.

Cuando alguien muere la energía se transforma. Un artista ha muerto, su corazón se detuvo, ni siquiera pudo despedirse de sus amigos, la sala fría del hospital fue el lugar donde dejó sus últimos estertores Carlos Domingo Ruiz de la Tejera, un actor de teatro y cine, un humorista que encantaba con los monólogos que lo hicieron famoso, como el de La guagua, La vela y el cometa Halley. Engalanó su Peña por casi 40 años con los versos de Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Thelma Nava, Dulce María Loynaz, Fayad Jamis, o los de nuestro José Martí; que hizo suyo aquel testamento de la Madre Teresa de Calcuta, convocando a superarnos a nosotros mismos, para ser fuertes, y ver esperanza en derredor, batallar por la vida.

La vida es una tragedia, doméñala

La vida es un combate, acéptalo

La vida es un juego, juégalo

La vida es felicidad, merécela

La vida, es la vida, defiéndela.

                           Madre Teresa de Calcuta

 

Tuvo dolencias, enfermedades como cualquiera, un cuerpo de 82 años tiene un desgaste natural, aunque nunca quiso hacer partícipe a la gente, solo le interesaba el trabajo, era un adicto a la actuación. Pasó por la cinematografía cubana de la mano de Tomás Gutiérrez Alea con Los Sobrevivientes. Estuvo muchos años en el grupo Teatro Estudio de Raquel Revuelta, representó al cura inquisidor de la obra Galileo Galilei de Bertolt  Brecht, deleitó al público con El Burgués gentil hombre de Moliére. Hizo su labor, cumplió con él y los demás. El escenario cubano y el internacional  le estarán agradecidos.

 

Sonríe aunque tu corazón esté adolorido

aún cuando hay separación

cuando hay nubes en el cielo

y te echen a un lado

sí, tú sonríes a través de tus penas y dolor

Sonríe

 y quizás mañana puedas ver brillar el sol completamente para ti

ilumina tu rostro con alegría

esconde toda huella de tristeza

aunque una lágrima quizás esté cerca

Sonríe 

para qué llorar

tu hallarás que la vida tiene sentido

si tú sonríes.

                             Charles Chaplin

 

No era perfecto, peleaba porque las cosas funcionaran, sí fue un perfeccionista. Habrá los que digan de su carácter explosivo, aquellos arranques cuando percibía los defectos; sin embargo, por otro lado era el amigo, el que tenía la chispa de la juventud y sabía muy bien cómo disipar la tristeza.

Los que conocían de tus virtudes te despedirán con una sonrisa: "Adiós Carlos y no te vayas nunca, te dirán simplemente tus amigos".


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