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Lecuona y la trova


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Ernesto Lecuona.

Pudiera pensarse que el maestro Ernesto Lecuona nada más que compuso obras para ser interpretadas por grandes cantantes presentándose en obras teatrales de “alto vuelo”. Sin embargo, si nosotros revisamos los ciclos de canciones compuestos por Lecuona tomando temas de poetas muy conocidos por él, llegaremos a la conclusión de que nuestro Héroe Nacional José Martí tiene ocho poemas que fueron musicalizados por el reconocido compositor, lo que demuestra su gran cubanía y amor a la patria.

Hay canciones de Lecuona de extraordinaria belleza que, quizás sin proponérselo, los trovadores las han hecho suyas. Tomemos por ejemplo la criolla Aquella tarde, que figura en el repertorio de un dúo eminentemente trovadoresco como el de las hermanas santiagueras Mercedes y Esperanza Ferrín.

Otra obra de Lecuona llevada a la trova con riguroso respeto a su melodía es Tus ojos azules, un criollo bolero del poeta Mario Vitoria. Recuerdo que una mañana, en la Casa de la Trova Pepe Sánchez, de Santiago de Cuba, la interpretaba magistralmente el dúo Melodías Cubanas y un amante de la trova y gran conocedor de esta manifestación de la cancionística cubana me preguntó extrañado: “¿de quién es esta joya?...” Cuando le dije que era de Ernesto Lecuona se quedó muy emocionado, y me dijo: “este gran maestro era tan inmenso que escribió música para todo el pueblo”.

También Noche azul, tan conocida por todos, tiene una exquisita versión realizada por el cuarteto Los Criollos, que se dedicaba casi enteramente a divulgar las obras de los trovadores cubanos.

Pero hay algo más. Se sabe que Lecuona recorrió gran parte de España. Cuando visitó la ciudad de Vigo se quedó encantado con su belleza y en lugar de componer una de sus famosas danzas inspiradas en España lo que hizo fue componer una conga o una rumba titulada Para Vigo me voy, que muchos piensan —con alguna razón— que es de la autoría de un cubano que visitó esa región española. Últimamente el conocido dúo de las hermanas Maritza y Marilyn Domínguez, conocidas como Las Bayamesas, grabó esa conga acompañado por la Estudiantina Invasora que radica en Santiago de Cuba; y cuando la interpretó en un recital en la Sala Dolores, puso a bailar a todo el mundo.

Además, hay canciones con poemas de Sánchez Galarraga que son cantadas por trovadores en distintas actuaciones. Recuerdo, por ejemplo, como el trovador santiaguero Anselmo Lainati cantaba Madrigal con acompañamiento de la guitarra del maestro Roberto Rosell.

Asimismo, el Pregón de las flores es cantado en algunas ocasiones por dúos y solistas de la trova, sobre todo en Santiago de Cuba; y hemos escuchado, aunque ya en lejanas fechas, el afro Allá en el batey cantado en la Sala Dolores por un trovador cuyo nombre lamentablemente no recuerdo.

Otra obra de Lecuona con versos de José Martí, interpretada por trovadores, es la titulada Una rosa blanca, que según el musicólogo Jesús Gómez Cairo: “evoca el canto campesino de la isla convirtiendo el verso subjetivo del poeta en expresión colectiva de su pueblo”. También es válida esta descripción para los títulos Un ramo de flores y De cara al sol.

Otro título importante de una obra de Lecuona llevada a la trova es el bolero Se fue, que se canta todavía en algunas de las pocas actividades de la trova que se ofrecen y que al final un dúo ya disuelto llamado Azul Talismán le imprimía un aire soneado. También la conocida canción Siempre en mi corazón ha sido llevada más de una vez al repertorio trovadoresco.

Así pues, podemos pensar que además de ser Lecuona un compositor eminentemente cultivador de danzas y zarzuelas es también un autor que nos sorprende con agrado con la musicalización de obras de poetas cubanos, entre estos nuestro José Martí y el muy socorrido por los autores musicales Gustavo Sánchez Galarraga, lamentablemente casi olvidado, y que motivaron al maestro Lecuona a componer una gran cantidad de obras con letras de este bardo habanero tales como Berceuses, canciones impromtus, que llegaron hasta 18.

De manera tal que Lecuona es un compositor de una obra tan inmensa que pudiéramos valorarlo —además de como autor de variados géneros de la música cubana— por los grandes aportes que realizó a la divulgación de nuestra trova; que no es precisamente un género, sino una forma de interpretación de todos los géneros que componen la riquísima gama de la expresión musical cubana.

El nombre de Lecuona, cuando era mencionado en las peñas de la trova cubana —como, por ejemplo, en la famosa Peña de Sirique que animaba el gran anfitrión Enrique González Suazo “Sirique”—, era premiado por los asistentes con un sincero aplauso de admiración y respeto, sabedor de lo mucho que aportaba a la difusión de nuestra música. Y casi siempre algún trovador espontáneo, acompañado de la guitarra del maestro Rafael “Nené” Enrizo, acometía la difícil tarea de entonar una canción de Lecuona llevada a la trova; lo que significaba que Lecuona y otros grandes maestros de la música cubana como Gonzalo Roig, Rodrigo Prats, Jaime Prats, José Mauri y otros, también deben ser considerados como autores trovadorescos, aunque la música compuesta por ellos, salvo pocas excepciones, no sea divulgada convenientemente para que las actuales generaciones las conozcan y sepan que además de esas tremendas zarzuelas creadas, hay boleros y canciones llevados a la trova como si fueran ideadas por aquellos primigenios juglares criollos que enriquecieron con su genialidad el riquísimo caudal de la música cubana.

 

FUENTE:

 

—Gómez Cairo, Jesús: Ernesto Lecuona. Selección y prólogo del autor. Editorial Letras Cubanas, 2005.

 


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