Libro “Lo primero que hay que salvar”, plataforma de esencias más allá del arte


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En momentos de gran complejidad para el entramado sociocultural de la nación llega el libro “Lo primero que hay que salvar, Intervenciones de Fidel en la UNEAC”, de los compiladores Elier Ramírez Cañedo y Luis Morlote Rivas. Una pieza imprescindible para analizar y comprender en mayor medida las particularidades y el pensamiento en diferentes etapas del Líder Histórico de la Revolución Cubana, quien en sus discursos trazaba líneas estratégicas en el ámbito nacional, por el peso de sus palabras y la dimensión de las ideas.

Publicada por Ediciones Unión, esta obra comienza con un texto introductorio, escrito a cuatro manos por Morlote Rivas y Ramírez Cañedo, y otro de Abel Prieto Jiménez, personas que han desempeñado roles esenciales en el panorama cultural más reciente. Morlote, como Presidente de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y de la UNEAC, además de director de programas de radio y del Noticiero Cultural de la Televisión Cubana; Elier, como Miembro de la Dirección Nacional de la AHS, subdirector del Centro Fidel Castro, integrante de la Comisión Redactora de la actual Constitución de la República. Abel, como Presidente de la UNEAC, Ministro de Cultura, Presidente de la Sociedad Cultural “José Martí”, Director de la Oficina de Programas Martianos, Presidente de Casa de las Américas…. Los tres son diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, compartieron en varias ocasiones con Fidel y desde el quehacer cotidiano tratan de ser consecuentes con una concepción de la cultura sumamente integradora, que cultive siempre el humanismo, la creatividad, el decoro y la defensa de la identidad como nación.

En el caso de Abel, estuvo en varios de los momentos referidos en el libro, incluido el Congreso de enero de 1988, cuando fue elegido para conducir la UNEAC, responsabilidad en la que se desempeñó hasta 1997, etapa compleja por la caída del Campo Socialista, crisis económica y múltiples cambios en el país. Durante esos años Fidel estuvo muy cerca de esa organización y sus integrantes, visitaba su sede nacional y conversaba con su dirección, otra enseñanza que nos debe acompañar siempre.

Este es un libro para los escritores y artistas, para amantes de la creación, para el pueblo en general, pero en nuestra opinión es muy valioso en especial para quienes tenemos responsabilidades de dirección o como coordinadores de procesos culturales y en toda la sociedad. Es una plataforma de pensamiento valiosa para los secretarios y funcionarios del Partido, para los gobernadores e intendentes, para todos los que influimos o podemos influir en los diferentes procesos culturales y de manera general en una nación, que deberá defender siempre la espiritualidad como algo vital.

En momentos difíciles, de muchas urgencias en lo económico, siguen siendo fundamentales el arte y el alma como pueblo. Ahí radica también parte insustituible de nuestra vida como país y proyecto emancipador.

Las diferentes intervenciones de Fidel deben analizarse siempre teniendo en cuenta sus respectivos contextos y los desafíos más inmediatos que tenía el país en cada ocasión, pero también como una pieza conjunta y única que se va enriqueciendo a lo largo del tiempo. Aquí están sus ideas de junio de 1961, recordadas como Palabras a los intelectuales, que sirvieron de conclusiones a tres intensas jornadas de intercambios con escritores, artistas y otros integrantes de la intelectualidad cubana en la Biblioteca Nacional. Si apasionante es leer ese texto, más lo es escuchar el audio de Fidel, percibir sus tonos de voz, escuchar los aplausos, muestras del apoyo y la confianza construida durante varias partes del diálogo.

En su texto introductorio a Lo primero que hay que salvar, titulado “Fidel entre nosotros”, Abel refiere parte del contexto nacional e internacional en que ocurría aquel encuentro de 1961, un año desafiante de Campaña de Alfabetización, invasión por Playa Girón, atentados terroristas, bandas armadas asesinando campesinos y maestros en zonas montañosas. Reinaba una hostilidad muy clara de Estados Unidos hacia Cuba y también inconformidades internas de quienes en el pasado poseían la mayor cantidad de los recursos y no compartían la declaración del carácter socialista de la Revolución…

Uno de los mayores encantos y elemento de más fuerza de Palabras… fue la concreción de mucho de lo que se proyectó, en una sociedad que constantemente estaba fundando. Si no se hubiese hecho tanto y en tan poco tiempo, el simbolismo de aquella intervención de Fidel, de aquel joven de apenas 34 años, no hubiese sido tan trascendental. Por cierto, sugerimos también el libro Aquel verano del 61, de Senel Paz y publicado por Ediciones ICAIC en 2021, que incluye intervenciones de varios de los asistentes.

Precisamente una de las consecuencias favorables de aquellos encuentros de junio fue la creación de la UNEAC en agosto de ese mismo año, en cuya clausura habló Fidel. En esa ocasión comenzó manifestando su admiración hacia creadores e intelectuales. Resaltó que allí estaban escritores y artistas que, casi tres años después del triunfo de la Revolución, permanecían en Cuba. Habló de la emigración, de los profesionales de diferentes sectores que ya no estaban aquí, y de la estrategia que se impulsaba desde el exterior para asfixiar al país, no solamente en lo económico, también para dejarlo sin muchos de sus profesionales más valiosos.

Están aquí también sus intervenciones en los Congresos de 1988, 1993 y 1998, y su mensaje a los participantes en el del 2008. En este último se le otorgó la condición de Miembro Emérito de la UNEAC, en cuya argumentación se manifestó su labor periodística, los numerosos artículos en la prensa, su oratoria, profundidad de los análisis en textos programáticos, como La historia me absolverá y Palabras a los intelectuales, así como su impulso en la creación del sistema institucional de la cultura. 

Varios de los discursos o sus fragmentos, recogidos aquí, habían sido muy poco divulgados, como el de 1988, por lo cual publicarlos ahora le confiere mayor valor a este libro. Resaltamos que son fuentes valiosas no solamente para acercarnos al panorama artístico o consideraciones sobre la creación, sino sobre la sociedad en general. Fidel se sentía en confianza, y aprovechaba los encuentros con la intelectualidad para intercambiar, debatir, transmitir ideas y también nutrirse de consideraciones, relacionadas con los desafíos principales en el proyecto de país que se construía.

Uno suele sentir su lucha contra fenómenos como la corrupción o el inmovilismo, y su plena conciencia de la importancia de la cultura. Por ejemplo, en el Congreso de 1988 expresó:

“… Nivel de vida no es solamente toneladas de cosas materiales, hacen falta muchas toneladas de cosas espirituales (…) las actividades artísticas y literarias se pueden convertir en una de las más altas expresiones del nivel de vida (…) un museo es nivel de vida, una galería de arte es nivel de vida, y ojalá que los diez millones de habitantes de este país puedan disfrutar con placer de esos niveles de vida, que puedan disfrutar de esa riqueza...”

En el de 1993 analizó la situación del país, habló de la escasez de medicamentos, las tiendas en divisa, cómo proliferaba el individualismo… en situaciones muy complejas se trataba de salir adelante, y eso implicó numerosos cambios. “Tengo mis frustraciones, pero soy tenaz”, decía. En todo ese contexto expresó “La cultura es lo primero que hay que salvar”, expresión honda que refuerza su total claridad y la significación que le concedía al tejido espiritual.

En su mensaje al séptimo Congreso, en abril de 2008, está otra vez su visión crítica, y la preocupación por la humanidad en general.

El libro en sus ultimas páginas incluye la intervención del actual Presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez en la clausura del IX Congreso, en junio de 2019, cuando despertó también aplausos y algunos de los presentes hasta se atrevieron a decir que fue la segunda parte de Palabras a los intelectuales. En verdad, el mandatario analizó con precisión riesgos para Cuba como nación y retos culturales del momento, que debemos superar con urgencia.

“Lo primero que hay que salvar” brinda conocimientos, argumentos y visiones que motivan el pensamiento y son muy útiles en esta actualidad de tantas necesidades no solamente económicas, de tantos riesgos que no pueden matar jamás las certezas. Es un manantial de esencias, que siempre necesitará sensibilidad e inteligencia más allá del arte. Quienes deseen tener una visión integradora de la cultura cubana en la Revolución, sus desafíos, obstáculos y proyecciones, necesariamente deben analizar las intervenciones recogidas aquí, hijas de contextos diferentes dentro de un proyecto social que siempre deberá ser humanista, inclusivo y artístico. Aquí late un proyecto de país, que tiene a la cultura como corazón esencial, elemento de resistencia, orgullo, espiritualidad y belleza.

Puede ser interesante complementar su lectura con la del libro Fidel y la AHS, publicado por la Editora Abril en 2018, una compilación realizada por Elier Ramírez de las intervenciones de Fidel en dos encuentros con los jóvenes de la AHS: uno con los miembros del Consejo Nacional en marzo de 1988 y otro en el primer congreso de esa organización, en octubre del 2001. Fidel aprobó la publicación de esas transcripciones apenas 18 días antes de su fallecimiento, según una nota manuscrita con su caligrafía, fechada 7 de noviembre de 2016.

Resulta indispensable tener el espíritu de estos libros en nuestras maneras de pensar y actuar, en el afán permanente de servir a la cultura y a la sociedad toda. Los desafíos cambian y hasta se redimensionan, más en un contexto de nuevas dinámicas.

Es preciso dialogar cada vez más con los creadores, escucharlos siempre y aprovechar la inteligencia colectiva a favor de la nación y nuestro pueblo. No basta con hablar. Es necesario perfeccionar el funcionamiento de nuestro sistema institucional, concretar más anhelos y seguir fundando, conscientes de que el camino será siempre complejo, lo cual exigirá constantes actualizaciones.


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