La obra de Octavio Irving es conocida en el ámbito de las artes visuales cubanas, no solo por cultivar varias manifestaciones, ya sea la pintura, el dibujo, la instalación, sino también el grabado, donde ha devenido uno de sus cultores principales, algo que fue reconocido cuando se le otorgó el gran Premio en el concurso de la Casa de las Américas La Joven Estampa (2007).

Ha sido, además, un creador activo en el contexto social y artístico, pues no solo se ha dedicado a su obra, sino que asimismo otorga desde hace mucho su experiencia profesional a instituciones como la Academia de San Alejandro, el Taller Experimental de Gráfica, el Instituto Superior de Arte y la UNEAC.

Si volvemos la mirada a su trayectoria, vemos como ha ido realizando pesquisas en su arte que le han llevado a abordar un repertorio de imágenes variado que incluye la animalística, pero también lo objetual y elementos de la arquitectura y el entorno cotidiano, y  en ese camino de búsquedas ha ido hallando un ámbito distintivo que soluciona con recursos figurativos y abstractos. Comunión de técnicas difícil que Irving es capaz de lograr como si ambos fueran complementarios de un lenguaje idóneo para acercarnos a realidades subjetivas, metafóricas o poéticas plenas de asperezas; es así como en su discurso visual elementos como el óxido, o los pequeñas y oscuras casas-objetos (en su obra Bung[a]low) parecen convivir de forma natural, a la vez que nos interrogan en su delicada crudeza desde la blanca pared.  

Una cita  ubicada a la izquierda en la galería del escritor Milton Santos (Metamorfosis del espacio habitado) conduce al espectador a aproximarse con mayor certitud al interés que nos propone el artista: “El paisaje es una escritura sobre otra, es un conjunto de objetos con edades diferentes, (…) resultado de sumas y restas sucesivas, es un Palimpsesto, un mosaico, pero tiene un funcionamiento unitario…”

En la galería del Fondo Cubano de Bienes Culturales, la muestra personal de Irving Land[e]scape  integra la fotografía de edificaciones que dejan ver el paso corrosivo del tiempo o la dejadez, reelaboradas digitalmente y con la técnica del collage;  exhibe acumulaciones de objetos encontrados (object trouvé), a la par que composiciones equilibradas donde el dibujo a carboncillo y la experimentación con el asfalto sobre papel se integran en cuadros que se hallan frente a un espacio donde ha instalado herrajes y desechos metálicos, esos que pudiéramos hallar en cualquier esquina.

La reunión de tan diferentes formas y materiales están signados  por un cromatismo donde predominan los blancos, tierras, rojos y negros, y el conjunto todo de la exposición destila una tan contradictoria como dramática belleza que apela a la memoria individual y social, cual recorrido durante el que vivenciamos pasajes socio-existenciales de nuestras vidas cotidianas.

Hasta el 3 de abril estos paisajes de Octavio Irving se hallan en Galería Artis 718 como un convite a apreciar su obra, la de uno de nuestros artistas cubanos contemporáneos que se halla en el tránsito hacia la plena madurez de un cauce expresivo propio en el arte cubano.