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“Lucía Jerez” de nuevo en Guatemala / Por: Pedro Pablo Rodríguez


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No sé si el hecho de que algunos estudiosos hayan entendido que la acción de la novela Lucía Jerez, de José Martí, transcurre en el país centroamericano influye en el interés que allí ha despertado, pero lo importante es que tras la coedición de 2001 entre el Centro de Estudios Martianos y la editorial Letra Negra ahora acaba de aparecer otra este año en Guatemala, a cargo de la Editorial Cultura del Ministerio de Cultura y Deportes de esa nación hermana.  

En verdad, los guatemaltecos han sido siempre muy agradecidos a la noble entrega que de su talento y esfuerzos les hiciera Martí durante su estancia allí entre 1877 y 1878.  El cubano no solo escribió páginas inolvidables acerca de la tierra del quetzal, sino que consideró cubano a todo guatemalteco, como prueba de su gratitud por la favorable acogida que recibió y la mucha amistad que se le diera.

Lo interesante respecto a esta pieza literaria martiana es que estas ediciones guatemaltecas demuestran algo que viene ocurriendo hace algún tiempo: el interés creciente por una pieza que luego de muchos años olvidada y con escasa atención por parte de los estudios literarios, y que con esta última suman ya dieciocho las ediciones en libro independiente, no en las compilaciones de las obras completas martianas, más casi una decena de ediciones digitales. De las impresas, tres son traducciones al búlgaro, al ruso y al francés.

Quizás este interés por la novela obedezca al indudable aumento del conocimiento a escala hispanoamericana y universal de la personalidad de José Martí, y quién sabe si a lo mejor influyen en ello también los cambios de sensibilidad ocurridos durante la segunda mitad del pasado siglo y lo que va del presente. Sea por las razones que fueren, Lucía Jerez desde hace una treintena de años se lee más que nunca antes, a todas luces.

La Editorial Cultura, de Guatemala, se ha valido de la edición crítica preparada por Mauricio Núñez Rodríguez, un reconocido estudioso de la obra narrativa del Maestro, responsable de más de una de las últimas ediciones de la novela, quien también es el autor del prólogo y de la bibliografía activa y pasiva sobre esta obra martiana.

Como es sabido, Martí recibió el encargo mediante su amiga Adelaida Baralt, una cubana también asentada en Nueva York, quien le pasó la solicitud del periódico quincenal El Latino-Americano, impreso en esa urbe y que circulaba por todo el Continente. La publicación quería una novela por entregas al uso de la época, o sea, con romances amorosos, tema hispanoamericano y que despertase la atención de las lectoras, dado que este era un sector del público al cual se le dedicaba, entre otras, una sección de modas. El título con que apareció fue el de Amistad funesta.

Las primeras ediciones que continuaron a esta se basaron en manuscritos corregidos por el propio Martí más un prólogo suyo inconcluso. En esos papeles Martí cambió el título por el de Lucía Jerez, el personaje femenino principal, alrededor del cual gira la acción y, sobre todo, el desenlace.

Martí aceptó el reto y en pocos días escribió la novela acerca de cuya recepción no disponemos de noticia alguna, curiosamente ni del propio Martí, fuera de un poema a su amiga Baralt sobre el pago recibido y los manuscritos posteriores referidos arriba.

La trama se mueve por la pasión amorosa de Lucía Jerez, mujer fuerte y celosa, aunque Martí entrega además largas parrafadas acerca de la vida y los problemas de Hispanoamérica, e introduce personajes circunstanciales que también expresan sus ideas. Pudiera calificarse por ello, en cierto sentido, como una novela de tesis, aunque la brillantez y el puntillismo de sus descripciones y el calado sicológico de sus personajes principales no son de desechar. 

En dos palabras: que a pesar de que Martí emitió en varias ocasiones criterios desfavorables sobre el género, hasta en su propio prólogo inconcluso a la edición en formato de  libro que nunca llegó a entregar, sus cualidades de narrador están siendo disfrutadas por la contemporaneidad, como lo demuestran las varias ediciones de su novela. En definitiva, ya se va abriendo paso la comprensión de sus capacidades  narrativas, expuestas en numerosos textos suyos para la prensa, sus cartas y hasta en sus diarios de viaje, como lo ha ido estudiando Mauricio Núñez Rodríguez, el prologuista e investigador cubano que ha seguido esta segunda edición crítica guatemalteca.

Un ballet con coreografía de Alicia Alonso recrea momentos de la novela. Sueño con una película que logre atrapar el montaje del narrador siempre apegado al teatro que fue Martí, que nos ofrezca la plasticidad de sus descripciones y de su prosa toda. Y, finalmente, invito a los lectores a llegar a su dramático final, un momento en que la escritura martiana antecede a la cinematografía.  

 

 

Publicado: 25 de octubre de 2017.


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