Por Che Guevara, inmanente y trascendente


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Martínez, Raúl (Ciego de Ávila,1 nov 1927-La Habana, 2 de abril de 1995) Fénix, 1968. Óleo/tela; 200 x 160 cm. Col. MNBA.

Ernesto Che Guevara forma parte del repertorio de imágenes de héroes de la historia de la nación cubana. Él, con particular énfasis, ha acompañado a todos durante las últimas seis décadas y su rostro hermoso, inspirador, valiente y soñador a la vez, se ha convertido en símbolo de dimensión universal.

Su figura legendaria ha seducido a un elevado número de artistas, quienes los han representado desde diferentes recursos expresivos. Un ejemplo insoslayable ha sido la recurrencia que este tema tuvo en la obra de Raúl Martínez; especialmente en los tiempos en que el artista concentró toda su atención en la experimentación con las figuras de Martí, Fidel y el Che.      

                                                
                                                               Seremos como el Che, 1979. Serigrafía/cartulina; 634.00 x 463.00 MM. Col. MNBA

Para lograr su propósito de dimensionar la trascendencia de sus personajes, Martínez se apoyó en el abanico de posibilidades expresivas que el Pop Art le ofrecía; con discretos giros expresionistas. Desde un acentuado énfasis, acudió a los particulares estilos de Andy Wharol y Roy Fox Lichtenstein, quienes desempeñaron notables roles en el nacimiento y desarrollo del Pop Art.

El también fundador de Radio Rebelde fue representado por Raúl Martínez desde la gráfica y la pintura sobre papel o en telas de amplios formatos, en los que supo inmortalizar la anchura que el héroe reclamaba. Es constatable que cada pintura o impresión sobre Guevara, pensada por este artista representativo de los momentos épicos de los sesenta, resulta un ejercicio de excelencia, un efecto dinamizador de la luz que Che Guevara siempre irradia. Raúl captó los matices del guerrillero desde diferentes ángulos y actitudes, al tiempo que conjugó con habilidad y destreza los recursos cromáticos precisos para cada uno de sus bocetos.

Una personalidad tan atrayente como Che, le permitió al pintor de Fénix construir una iconografía que dimensionara al hombre convertido en el mito del siglo XX, desde el pensamiento y, también desde el arte. Gracias a esa prolífera obra; actualmente, el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana cuenta con uno de los más importantes conjuntos de piezas de tema guevariano, catalogado por los prestigiosos curadores Roberto Cobas Amate y Corina Matamoros Tuma. En 2012, Corina resumió sus estudios sobre Raúl en el libro: Raúl Martínez. La Gran Familia[1], donde valora el peso que “El hombre de la boina eterna” ocupó en la poética de este artista.


Dos figuras y el Che, 1978. Óleo/cartón, Col. MNBA

El óleo sobre cartón Dos figuras y el Che de 1978; la serigrafía Seremos como el Che de 1979 y el conocido óleo sobre tela: Fénix de 1968, explican la versatilidad y dimensión del Comandante de la Sierra Maestra integrado al pueblo, al pionero que le rinde permanente tributo y su dimensión infinita en el América Latina.

A los 92 años de su natalicio, las imágenes del Guerrillero Heroico representan ideas progresistas para el universo, y verifican que, en la construcción de ese canon, la obra de Raúl Martínez llegó para ampliar ese legado, porque él sigue ahí, caminando con el pueblo, en las escuelas junto a los pioneros y deambulando por la América que tanto amó y aún lo necesita.

Nota:

[1] Matamoros, Tuma Corina: Raúl Martínez. La Gran Familia. Ediciones vanguardia cubana, 2012, p. 17.

 


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