Sorprendente seducción escultórica


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Fotos: Maité Fernández.

Componer una exposición bien se sabe que es un tema complejo. Pero más aun, si ocupa el extenso espacio de las galerías que rodean el Patio del Edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes; y, por demás, reúne las visualidades escultóricas distintivas de los contemporáneos José Villa Soberón, Tomás Lara y Rafael Consuegra.

Empero, resultó la mejor gratitud para el emplazamiento de las piezas que, por sus dimensiones convocaban a semejante plaza expositiva, armonizando las monumentalidades concebidas por tan emblemáticos creadores.

Eso, es lo que primero atrae al visitante: encontrar tales volúmenes de metales, tras un título de tanta bondad lírica como La seducción de la forma, para provocar y exaltar a la vez.

Los riesgos que asumieron Delia Ma. López y el propio Lara, en el planteo de la curaduría y concepción museográfica, fueron más allá; disponiendo en un todo las adhesiones individuales a la abstracción y lo figurativo, al abordar formalmente los materiales escultóricos.

De esa manera, las doce obras emplazadas incitan, por el simbolismo y la conceptualización subyacente en el apego al acero y las combinaciones logradas; «sorprendiendo», en el diálogo con el espectador, sea por la estilización, el regodeo en las superficies, o la funcionalidad de las estructuras, de resultantes coherentes.

Por ello, más allá de cualquier desconcierto, este conjunto de esculturas sustrae posibles desasosiegos; exhortando a hurgar en las formas, sus volúmenes y texturas.

Villa, cuyos personajes forman parte de la cotidianidad citadina, se nos devuelve en un otro yo subjetivo y radical en la composición de ritmos geométricos fragmentados; al tiempo que las grandes réplicas de Lara se elevan hasta una sintonía de observación tan inusitada como verosímil; y Consuegra, de una sagaz ironía desconcertante (parafraseando el título dado a una de sus obras), convoca a replanteos en torno al fenómeno de la violencia.

La seducción de la forma se erige entonces como síntesis, al hacer que el metal se redimensione en originales formas, cuestione y a la vez resulte metáfora exaltante.

Lograda concepción curatorial que ha hecho de ese espacio abierto del Edificio de Arte Cubano, un oasis de exaltación y crédito a la vez del magisterio que aúna a José Villa, Tomás Lara y Rafael Consuegra; elevando el imposible físico a la altura del arte.


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