Tenían… ¡lo que debían tener!


tenian-lo-que-debian-tener

Hasta Jorge Mañach –aristocrático, academizante, estirado a más no poder– tuvo que admitirlo. En su Indagación del choteo se vio obligado a reconocer que, entre nosotros, los cubiches, el relajito había sido una saludable válvula descompresionadora, en situaciones que le roncaban el proverbial mango.

La anterior meditación me trae a la memoria una simpática anécdota –contada por el caibarienense Emilio Comas Paret–, que ocurrió allá por la cintura de Cuba, durante la década de 1940.

Dicen que por la plata baila el mono, y todo parece indicar que los funcionarios del servicio militar obligatorio estadounidense, en la Segunda Guerra Mundial, confirmaron el refrán.

Lo cierto es que muchos jóvenes enrolados, vástagos de clanes millonarios, nunca oyeron ni de lejos el silbido de un plomo ni el retumbar de un morterazo.

Se les enviaba a misiones de retaguardia, entre ellas las que tenían como escenario una estación naval en la costa de Caibarién, el pueblo que fundó el gobernador Vives, cuando transcurría el siglo XIX.

Así las cosas, habida cuenta de la cercanía de tan buenos partidos para un enlace conveniente, algunas avispadas lugareñas andaban derretidas con los yanquis, de sarao en sarao y de picnic en picnic.

A resultas de lo cual un buen día apareció en la población, escrito sobre un muro, un cartel plasmado por la mano de algún caibarienense relegado. Decía así:

Mujeres de Caibarién

que andan con americanos:

sepan bien que los cubanos

tenemos p…  también.

 

 


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte