Tocar madera con Ares / Por Adalys Pérez Suárez


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Como si Villa Manuela le resultara el sitio idóneo para develar sus aristas más personales, Arístides Hernández, ARES, (La Habana, 1963), regresa ahora a la galería de la Uneac, no para continuar ahondando en los resquicios de su formación profesional como siquiatra, al igual que ocurrió en Intra Corpora, presentada allí en 2013; sino para, con mayor profundidad, mostrarnos esencias e inquietudes del cubano de estos tiempos que es.

También como si esos salones fueran los precisos para probar los nuevos caminos a que lo conduce la creación, el más internacionalmente reconocido de nuestros caricaturistas arriesga ante el público el empleo de técnicas poco comunes en el humorismo gráfico, tales como los soportes de madera, el acrílico, los objetos encontrados, el metal, la tercera dimensión…

Todo eso y más podemos apreciar desde este viernes en la exposición Tocar madera, calificada por él de autobiográfica, en un breve intercambio con el Periódico Cubarte.

“Es una especie de autorretrato como ser humano. Como cubano que defiende mucho a Cuba y sabe que hay que tocar muchas puertas, despertar a mucha gente en este momento y empezar a revisarse cada uno, desde el punto de vista de nación”, nos señalaba el artista.

De ahí la proliferación de aldabas, como las alertadoras de Eduardo Chibás, en el segmento del salón que ocupan las piezas que apuntan más a lo ideológico, a los símbolos patrios, entre las que se encuentra la de mayor antigüedad de todas, Cuba, ya exhibida hace dos años en Fuerza y sangre, muestra colectiva sobre nuestra enseña nacional.

Las otras dos secciones, que también hurgan en la espiritualidad, incluyen obras referidas a las cinco religiones del mundo con las tituladas Islam, Buda, Visnú, Cristo y Judaísmo; así como al sincretismo religioso del cubano con Girasoles para la Virgen, por ejemplo, pieza portadora de una clara alusión a Van Gogh y, con él, a la cultura universal y su influencia.

Asimismo, están ahí las referidas al trabajo por cuenta propia, esa experiencia que gana terreno en nuestra sociedad y tiene su reflejo en Santa Pasta o Sweet Dreams, en las que aparecen una y otra vez las herraduras, objetos que en el imaginario social cubano tienen el poder de atraer la buena suerte, factor ampliamente demandado ante la incertidumbre consustancial al riesgo de una inversión.

En el último de los salones, el artista expone la instalación Habana 6 am, especie de esperanzado homenaje a una ciudad, la suya, en el amanecer.

“La exposición se sale un poco de la manera en que la gente me tiene clasificado como creador”, nos dijo Ares en el breve intercambio. Es cierto. Pero solo un poco. Ahí están patentes la búsqueda incansable, su muy sagaz humor; la maestría en el dibujo, la eficaz polisemia y su fe en el ser humano, entre otros elementos que permiten siempre identificarlo.

Polisémico es el propio título de la exposición. Tocar madera puede significar llamar a una puerta —nuestra conciencia— y también espantar la mala suerte, una tan mala como olvidar nuestra historia, quiénes somos y regresar al pasado.


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