Adiós, Gustavo. No te pierdas, que ahora te necesitamos más


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"...Si hubiera un premio al coraje por navegar contra viento y marea, bajo amenazas frecuentes, compareciendo en los programas más recalcitrantes de la TV cubana de Miami, siempre en minoría frente a los voceros del anticastrismo rampante, él lo merecería más que nadie..."

Gustavo Godoy no era de la clase media, ni su familia simpatizaba con las ideas de izquierda. Su padre, dueño de uno de los principales bancos de Cuba, detestaba a Batista, y se alegró con el triunfo de la Revolución. Pero en cuanto entendió que los americanos no iban a admitir a Fidel Castro, a la altura de 1959, salió de Cuba con Gustavo, que era un muchachón.

Su sueño era que su hijo se hiciera banquero, pero el vástago tenía otra vocación. Casi lo desheredó, pero al final aceptó que se dedicara a lo que le gustaba: el periodismo de televisión. Con el tiempo, Gustavo se convirtió en uno de los fundadores de la TV hispana. Fue director de noticias del canal 23 (Univisión), y creó Hispanic Broadcast Corporation (HBC), hoy Telemundo, así como el primer sistema de encuestas a boca de urna para los hispanos en las elecciones. Produjo y condujo programas donde entrevistaba a políticos y jefes de Estado. Recibió cuatro premios Emmy, por la excelencia en la industria televisual, a lo largo de su carrera.

Nada de lo anterior parece coherente con jugar un papel destacado en el diálogo de la emigración con el gobierno cubano, desde 1978. Sin embargo, Gustavo estuvo entre los pilares de ese difícil puente. Si sigue significando algo real y viable, se debe a su empeño sostenido y su abnegación. Si hubiera un premio al coraje por navegar contra viento y marea, bajo amenazas frecuentes, compareciendo en los programas más recalcitrantes de la TV cubana de Miami, siempre en minoría frente a los voceros del anticastrismo rampante, él lo merecería más que nadie.

Ese coraje solo se puede comparar con su humanidad, nobleza, modestia, gracia natural y solidaridad con cualquier cubano de la isla, aunque lo acabara de conocer.

Cuando lo invitamos a participar en un panel de debate sobre los años 60, junto a otros que habían echado sus vidas del lado de acá, estaba radiante. "No dejes de darme copia del video," me dijo con una sonrisa cómplice. Aunque algunos no lo entendieran, él también había echado su vida del lado de acá.

Adiós, Gustavo. No te pierdas, que ahora te necesitamos más.


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