Cuba: En la antesala de la unificación monetaria y cambiaria. Algunas reflexiones necesarias


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"...el desarrollo de la unificación monetaria presentará como hándicap que su implementación forjará inevitablemente afectaciones tanto al sistema empresarial como a la población".

Este artículo pertenece a la serie La Letra de Temas 2020. Postpandemia: ¿hacia dónde?

A raíz de haberse remontado el ápice de la Covid-19, Temas-Catalejo solicitó a un grupo de investigadores que examinaran el presente y la perspectiva para el resto del año cubano. Les pidió un diagnóstico elaborado, que escrutara a través de la propia pandemia, y en su significación no solo clínica, sino de salud pública, y en sus ramificaciones socioeconómicas, políticas, internacionales, subjetivas; así como hacia el futuro probable.

A diferencia de la nube de cifras, verdades recibidas, declaraciones, reportajes, que inundan los medios; de los deseos y recomendaciones dirigidas al gobierno y que pasan por análisis, tan abundantes en las redes; esta serie se orienta a calcular el presente y futuro del país, para verlo mejor, como un camino entre la política y su circunstancia.

Como es usual en Catalejo, La Letra de Temas 2020 se mantiene más abierta ante otros análisis que ante otras opiniones.


Contexto general del desarrollo del ordenamiento monetario

La prolongada dilación por la que debió transitar el proceso de ordenamiento monetario de la economía cubana, ha comenzado a recorrer su etapa más crítica, en tanto la inclusión de la culminación de la unificación monetaria y cambiaria entre las prioridades que contempla la estrategia gubernamental para reactivar la economía en la etapa pos COVID-19, presupone que en los próximos meses se iniciará la implementación de varias decisiones que están directamente relacionadas con la ejecución de esta compleja y estratégica transformación.

La referida estrategia tiene el propósito explícito de restituirle mayor dinamismo al proceso de actualización del modelo económico y, en sus efectos eliminar los retrasos que aún mantienen en su implementación 207 Lineamientos de la Política Económica y el Partido, cuya materialización estaba previsto que se produjera en el período 2016-2021.

La estrategia gubernamental pos COVID-19 contempla entre sus prioridades: el reordenamiento del comercio interior, transformar el entorno monetario de la inversión extranjera, modificar el sistema de distribución de la divisas que rige en la economía, aumentar y diversificar las exportaciones, concederle al sector no estatal facultades para realizar operaciones de comercio exterior, incrementar la participación de la industria en la satisfacción de la demanda doméstica, incrementar los incentivos fiscales a las exportaciones, fortalecer la empresa estatal, diseñar e implementar el mercado de deuda pública con la participación de diversos actores y culminar el proceso de unificación monetaria y cambiaria.[1]

La conclusión del proceso de ordenamiento monetario es de capital importancia en la consecución de una articulación más efectiva entre el sector estatal y el no estatal, en el fortalecimiento de la empresa estatal, en el diseño e implementación del mercado de deuda pública, en la garantía de la sostenibilidad de la capacidad de ingresos al presupuesto, en la reducción gradual del rol del estado en el financiamiento de las seguridad social, así como en la implementación de una política de precios más inclusiva.[2]

El desarrollo del ordenamiento monetario presupone también que se verifique la ejecución de forma interconexa de las siguientes medidas: el fortalecimiento del mecanismo de coordinación macroeconómica vigente en la nación,[3] una reforma general de salario, la mejoría del sistema del pago de pensiones, la reducción sustancial de los subsidios que se le conceden a la población, un profundo ajuste del sistema de precios mayorista y minorista, la realización de un profundo reajuste en el sistema empresarial y la significativa devaluación de la moneda nacional tradicional.

La devaluación tendría un creciente impacto en el conjunto de la economía, ya que supondría un sustancial reajuste de todos los costos relativos e implicará de forma inevitable la variación sustancial del sistema de precios —mayoristas y minoritas—. En el ámbito empresarial estos movimientos provocarían que un coeficiente no depreciable de las empresas, no estarían en condiciones de soportar los ajustes que se derivarán de la devaluación.

La incidencia de la devaluación en la población deberá caracterizarse por ser significativa, no solo por el incremento de los costos de la vida, sino también porque la devaluación estará relacionada con la reducción en niveles sustanciales de los subsidios que se le conceden a la población en la actualidad. De hecho, la minoración de sistema de compensaciones generalizadas que recibe la totalidad de la población cubana, incorporará nuevas contradicciones sociales al panorama nacional, en tanto la estratificación social que caracteriza a la sociedad cubana en la actualidad tenderá a profundizarse y el segmento poblacional identificado bajo la definición del más vulnerable tenderá a incrementarse.

En suma, el desarrollo de la unificación monetaria presentará como hándicap que su implementación forjará inevitablemente afectaciones tanto al sistema empresarial como a la población. En relación a este último aspecto cabe apuntar que resultará muy difícil instrumentar mecanismos compensatorios de alcance general y es muy probable que tiendan a erosionarse las condiciones de equidad que han prevalecido en la sociedad cubana por espacio de más de sesenta años.

Otro aspecto importante asociado a la futura materialización del proceso de ordenamiento monetario y cambiario, es que no puede limitarse exclusivamente al ámbito monetario financiero, sino que su ejecución futura demanda de la obtención de avances reales en la producción de bienes y servicios a nivel nacional, ya que por razones diversas aún el sector productivo conserva determinadas restricciones que podrían llegar perturbar el objetivo de que este sector responda a los nuevos requerimientos que dimanaran de la unificación monetaria, sobre todo en lo atinente a la estabilización de la oferta en diversos renglones que en la actualidad se caracterizan por la inestabilidad y creciente dependencia de las importaciones.

Finalmente, el proceso de ordenamiento monetario tendrá que incorporar como aspectos consustanciales a su desarrollo, la preservación de un sistema monetario dual, ya que la introducción de la denominada dolarización magnética desde fines de 2019 y su extensión durante el 2020, son indicativas que estas condiciones solo podrán eliminarse si se alcanza la mejoría efectiva de las condiciones financieras externas de la nación. 

 

El desarrollo del proceso de desdolarización y el retorno a la dolarización magnética

A partir del verano de 2003 se inició la supresión del empleo del dólar en las transacciones interempresariales, con posterioridad en el 2004 esta decisión se extendió al contexto de las operaciones de la población. El desarrollo de este proceso representó en el orden práctico que se había iniciado la transformación a fondo del ordenamiento monetario imperante en la economía cubana.

El desarrollo de la desdolarización coincidió en términos temporales con la evaluación y revisión del programa de reformas que se había desarrollado en respuesta al shock externo de inicios de los años noventa. El sesgo que va a caracterizar el examen anteriormente indicado, lo constituyó el retorno al empleo de prácticas centralizadoras, las cuales se justificaron por el mantenimiento de insuficiencias en la utilización de las divisas y, sobre todo en lo relativo al control de los gastos, que según González, (2003) era posible acrecentar sin grandes dificultades.

La evolución de la desdolarización estuvo relacionada también con el incremento del rol de Banco Central de Cuba en el mecanismo de regulación macroeconómica, así como que el manejo de la política monetaria dispusiera de los márgenes de autonomía sustanciales en relación a la práctica que había prevalecido históricamente. 

La desdolarización que se derivó de las decisiones antes descritas constituía un paso necesario e incluso puede conceptuarse de imprescindible, pero debió estar acompañado por otras decisiones, en específico el haber comenzado de la evaluación para la transición hacia un sistema monetario sustentado en única moneda. Sin embargo, las complejidades técnicas asociadas a la ejecución de esta decisión condujeron a que las autoridades gubernamentales concibieran que el desarrollo de este proceso tendría que verificarse en el largo plazo y de forma gradual.

El aspecto a que las autoridades gubernamentales le confirieron la mayor prioridad en aquel momento, fue el centralizar todas las operaciones asociadas a la divisa, al tiempo que se decidió sobrevaluar el tipo de cambio del CUC, cuyo resultado más inmediato fue la generación de afectaciones a la competitividad de diversas actividades económicas, aunque de forma especial en el caso del turismo. A esto se añade que se produjo el incremento de las emisiones de CUC, lo que condujo al debilitamiento del anclaje del CUC en relación al dólar y en consecuencia el gradual incremento de la circulación CUC sin el respaldo efectivo en dólares.[4]

La pérdida del anclaje en la emisión del CUC con relación al dólar y la ulterior introducción de los certificados de capacidad de liquidez (CL), condujo en la práctica a que se erosionara el esquema de convertibilidad que dio origen a la aparición del CUC, ya que los CL eran los que disponían de convertibilidad en relación a otras monedas convertibles. En estas circunstancias, el sistema monetario doméstico comenzó a operar con tres monedas —peso tradicional (CUP), pesos convertibles (CUC) y los certificados de capacidad de liquidez (CL).

Huelga destacar que el funcionamiento del CUC se concibió con similares características al régimen cambiario conocido como caja de conversión, análogo al que se asumió en Argentina en los años noventa con su moneda. Este régimen descansaba en el supuesto de que por cada peso convertible en circulación debe haber un dólar de reserva en el Banco Central,[5] condiciones que desaparecieron con posterioridad al desarrollo de la desdolarización.

El debilitamiento del mecanismo de caja de conversión generó afectaciones al régimen de tipo de cambio fijo vigente en Cuba, ya que quedó evidenciado que la operacionalidad de este esquema cambiario podía mantenerse funcionando, sin disponer de la cobertura de reservas financieras que lo respaldaran en términos efectivos.

En el último trimestre de 2019, como resultado directo del incremento de las tensiones derivadas del bloqueo y también en el contexto económico y político internacional, el gobierno decidió incorporar al mercado nacional una red de establecimientos comerciales que efectuarían todas sus operaciones en monedas libremente convertibles y cuyos montos monetarios estarían registrados en tarjetas magnéticas, medida a la que algunos expertos nacionales han definido como dolarización magnética.

La implementación de esta decisión debe entenderse como pertinente en el sentido de que pretendía evitar que volúmenes no depreciables de recursos monetarios nominados en divisas se gastaran en el exterior. De igual forma, la ejecución de esta decisión intenta facilitar que un por ciento de las remesas que ingresan a la economía, se depositen de forma directa en los referidos instrumentos monetarios.

La apertura de los mencionados establecimientos se realizó bajo la lógica de que se especializarían, en la comercialización de efectos electrodomésticos de superior calidad a la media de los que se venden en CUC. Asimismo, esta decisión estuvo acompañada de la autorización a las personas naturales a realizar operaciones de importación, para cuyos fines podrían disponer del apoyo de las estructuras empresariales que posee el Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera.

En complemento, las autoridades monetarias decidieron facilitar la legalización a personas naturales no residentes en el país a crear cuentas en monedas convertibles, pero vinculadas también a tarjetas magnéticas. Los propietarios de estas cuentas podrán utilizar las mencionadas tarjetas para formalizar operaciones del comercio minoristas y de importación desde Cuba.[6]

El incremento de las tensiones en torno a la capacidad de ingresos financieros externos de la nación, generadas por el retroceso de los ingresos turísticos y la ulterior parálisis de estos servicios fruto de la evolución de la pandemia de la COVID-19, implicaron que la dirección del gobierno adicionara a las ventas en moneda libremente convertibles, la comercialización de alimentos y de otros bienes. A esto se añade la extensión de la utilización de los medios magnético al desarrollo de operaciones de comercio exterior por el sector no estatal.

En consecuencia, se produjo la sustancial ampliación del segmento de mercado que opera en monedas libremente convertibles en soportes magnéticos. De igual manera, tendió acrecentarse la segmentación monetaria y de los mercados que caracterizan la realidad mercantil de la economía cubana.

El retorno a la dolarización en su modalidad magnética presenta el hándicap adicional de que la situación del mercado financiero doméstico enfrenta limitaciones inéditas en término de capacidad de liquidez, las cuales constituyen un incentivo directo al incremento de la actividad del mercado de mercado informal de divisas. En paralelo, se produjo el incremento de la precariedad en las posibilidades de utilizar CUC, de hecho se puede afirmar que la ampliación del segmento de mercado que opera en monedas libremente convertible, contribuyó a que se erosionaran las limitadas funciones monetarias que cumplía esta moneda.

Finalmente, la evolución de la dolarización magnética ha contribuido desde otra perspectiva, a reactivar de un modo otro que un problema que se suponía que se había superado: la dolarización de la economía, en tanto la referida dolarización contribuye de forma directa, a que persista por un período de tiempo dado el esquema monetario dual.

 

La introducción de ajustes en el sistema cambiario

El ajuste cambiario que acompañará a la unificación monetaria constituye probablemente, el ámbito más complicado y el que tendrá la mayor incidencia en la dinámica económica y social de la nación.

El desarrollo del ordenamiento monetario de la nación estará acompañado de la sustancial devaluación monetaria, la cual implicará de forma inevitable variaciones en la estructura de los costos relativos y, consiguientemente un importante movimiento de los precios —mayoristas y minoristas—, es decir, que se incorporarán al quehacer económico nacional presiones inflacionarias que se habían mantenido reprimidas por espacio de más de treinta años y que son expresión de otros desajustes estructurales existentes en la economía, en específico la creciente segmentación que presenta el mercado doméstico.

Resulta oportuno recordar que la legalización de un sistema monetario dual tuvo como uno de sus propósitos explícitos, el evitar acudir al expediente de las devaluaciones. En ese sentido, se asumió como criterio de política económica el mantener sin grandes movimientos el tipo de cambio, lo que a la postre posibilitó que el movimiento de la tasa de inflación se haya mantenido en niveles que han resultado manejables por las autoridades monetarias.

El ordenamiento cambiario que acompañará a la unificación deberá estar precedido de la gradual eliminación de la circulación del CUC, el cual fruto de la extensión de un nuevo segmento de mercado que opera exclusivamente en monedas libremente convertibles, ha provocado que este signo monetario experimentara la pérdida de las funciones monetarias que realizaba. Aunque en la perspectiva empresarial sí mantiene cierta importancia porque aún es el instrumento monetario que facilita el acceso a los CL.

A lo largo de los últimos años, al calor de las limitaciones que impone el sistema de cambio fijo, se ha intentado crear un marco de mayor flexibilidad en el manejo de la política de tipo de cambio, mediante la prevalencia de diferentes estructuras cambiarias como se describe en la tabla 1.

 

Tabla 1. Tipos de Cambios Vigentes en Cuba

Instituciones

Actividades Involucradas

Tipo de Cambio

Ministerio, empresas y otras instituciones

Operaciones Comerciales y Financieras por Instituciones Estatales

 

1 CUC = 1 DÓLAR US

Grupo AZCUBA

Adquisición de Combustible

Para los productos no incluidos

en la Resolución No.259 MFP

1 CUC = 2 CUP

1CUC = 3 CUP

Turismo

Ventas directas de productores individuales y cooperativas a instalaciones turísticas

Resolución de MFP, Septiembre de 2013

1 CUC = 9 CUP

Zona Especial de Desarrollo de Mariel

Para el cálculo del pago de salarios

Resolución No.14 del MTSS (Mayo de 2014)

1 CUC = 10 CUP

Proyectos de Inversión Extranjera Directa

Diferentes resoluciones que amparan el pago a los trabajadores contratados en proyectos de IED

1 CUC = 2 CUP

Casas de Cambios (CADECA)

Transacciones con la población

Resolución No.89 de BCC (Mayo 2004)

1 CUC= 24 CUP

1 CUC = 25 CUP

Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD), Establecimientos Turísticos

 

Compra venta de bienes y servicios a la población

Resolución No. BCC

 

1CUC = 25 CUP

 

 

Fuente: Nova González, Armando (2020): Cuba: en el umbral de la unificación monetaria y cambiaria, en www.rebelion.org. 11de febrero.

 

La existencia de la diversidad de estructuras cambiarias que recoge la tabla 1, podría entenderse como parte del experimento que ha antecedido a la ejecución del ordenamiento monetario, aunque en opinión de algunos especialistas la existencia de esta multiplicidad cambiaria representa en esencia, un mecanismo de compensación directa o indirecta al sistema empresarial.[7] Al respecto se puede afirmar que la introducción de algunas de las modalidades cambiarias que se relacionan en la tabla 1, ha respondido más que propósitos específicos que a la búsqueda de un referente cambiario para cuando se efectúe la unificación monetaria.

En suma, la efectividad económica de esta diversidad cambiaria es cuestionable dado que lejos de contribuir a un funcionamiento normal del entorno monetario, lo que han contribuido es a complejizarlo.

Los márgenes en que podría moverse el tipo de cambio al calor de unificación monetaria es otro de los temas que requiere de su profusa evaluación, ya que podría constituir un ejercicio complicado en la concreción futura.

Todo indica que en la primera etapa de la unificación monetaria podrían coexistir varios tipos de cambios en función de rol que desempeñan en la actualidad.

Por ejemplo, el tipo de cambio que aplica CADECA —o uno próximo a este nivel— en las transacciones con la población y que es también el que utilizan las tiendas que operan en divisas. Esta estructura cambiaria que ha ido funcionando de un modo u otro como un tipo de cambio de equilibrio para la economía en su conjunto —producto de su incidencia en el manejo de las estructuras de los precios internos, por la capacidad recaudatoria, el impacto en el movimiento de la oferta monetaria y de otros agregados monetarios.

La variante cambiaria que se aplica en la Zona Especial de Mariel es muy probable que forme parte de los análisis que se realizan en la actualidad de la previsible modificación de las relaciones financieras con la inversión extranjera.

El propósito de la estrategia gubernamental de fomentar relaciones más orgánicas entre el sector estatal y el no estatal, requiere que se tome en consideración que el grueso de sus operaciones se sustentan en el tipo de cambio 1CUC = 25 CUP.

El principal problema que enfrenta la unificación cambiaria es que el tipo de cambio que se asuma contribuya a propiciar la mejor orientación del sistema empresarial, potenciar las exportaciones y el concederle un tratamiento diferente a la sustitución de importaciones —más allá de representar la simple sustitución de lo producido localmente por los renglones importados.

Por las razones expuestas, el tema de mayor complicación lo constituiría el definir el rango en que se movería el tipo de cambio oficial que regirá para la totalidad de la economía, ya que las cotas en que se ubicaría el mismo deberán estar directamente relacionadas con los márgenes previsibles en que se moverán los montos de apoyo fiscal y el otorgamiento de subsidios que previsiblemente será necesario concederle al sistema empresarial. Además, la determinación en que se movería el tipo de cambio oficial facilitaría la estimación de las probables metas de inflación que sería necesario fijar, aspecto este que resultaría totalmente nuevo para Cuba.

La ejecución de la devaluación provocaría que un segmento reducido del sistema empresarial se podría ajustar sin grandes complicaciones a las nuevas estructuras de los costos relativos que se derivarían del ajuste cambiario; otro segmento requeriría de volúmenes apreciables de subsidios; mientras que el resto de las empresas estarían cercanas al umbral de la quiebra. A pesar de que no se disponen de estudios recientes referidos a cuál podría constituir el coeficiente de las empresas que resultarían afectadas por el reajuste cambiario, la simple valoración de los niveles de descapitalización y obsolescencia tecnológica que afecta a la totalidad del entramado empresarial, permiten estimar que el coeficiente de las empresas que sufrirán el impacto directo de la devaluación, podría abarcar más del 30% de las empresas.

En la estrategia trazada por el gobierno para superar la actual pandemia se privilegia la obtención de una capacidad de respuesta superior en la industria nacional y en otros sectores de la economía, a la par que se fija como principio inviolable el de la minoración de las importaciones, criterio que se sustenta no solo en la identificación de los volúmenes que se importan, sino que se requiere de la construcción de una cultura institucional al respecto. Para conseguir este propósito resulta imprescindible la construcción de un entorno monetario coherente y diferente al que predomina en la actualidad.

Las adecuaciones que se produzcan en el sistema cambiario provocarán movimientos en los indicadores de la circulación monetaria, los cuales, por diversas razones, han tendido a incrementarse en los últimos años. El acrecentamiento de la emisión monetaria ha traído aparejado de forma paralela, la reactivación de un viejo problema que es el relativo al incremento de la liquidez en circulación sin el correspondiente respaldo mercantil, para lo cual se requiere explorar diferentes alternativas de respuestas a este potencial problema.

Otro ámbito que experimentará cambios sustanciales es el de la política de subsidios que el gobierno ha mantenido de forma invariable hasta el presente. En ese sentido, es previsible que se produzcan profundos reajustes en la misma, especialmente en los subsidios que se le conceden a la población mediante la canasta básica alimenticia, cuya sostenibilidad presupone erogaciones estatales que oscilan entre los $700 y $1 000 millones de dólares anuales.

La minoración y ulterior desaparición del sistema de subsidios generalizado que recibe la totalidad de la población cubana, puede asumirse como un paso inevitable, no solo en respuesta a la unificación monetaria, sino también como un requerimiento del desarrollo futuro de la sociedad cubana. Sin embargo, su materialización va a traer aparejado la incorporación de nuevas contradicciones sociales al panorama nacional, en tanto la estratificación social que caracterizan a la sociedad cubana en la actualidad tenderá a profundizarse y el segmento poblacional identificado bajo la definición del más vulnerable deberá incrementarse.

Una condición cardinal que deberá acompañar la variación de la política de subsidios, es que se requiere que exista normalidad en la oferta de bienes y servicios, tema que se ha caracterizado en los últimos años por la creciente inestabilidad y todo apunta a que esta situación no resultará reversible en el corto plazo.

En resumen, el desarrollo de la unificación monetaria y cambiaria impondrá importantes y complejos retos a la realidad económica y social de Cuba, no solo por el inevitable incremento de segmento de la población cercano a las condiciones de pobreza crítica; sino que será necesario mecanismos de la economía más flexibles y con capacidad de sortear las variaciones recurrentes de la coyuntura económica, así como crear de forma acelerada las condiciones para incrementar la capacidad de convertibilidad de la moneda nacional.

 

Bibliografía consultada:

Bolaños Weiss, Meisi (2020): Ministra de Finanzas y Precios, Intervención en el Programa Televisivo Mesa Redonda, en www.cubadebate.cu, 28 de julio.

Díaz Canel Bermúdez, Miguel, Presidente de la República de Cuba (2020): Palabras pronunciadas en la Reunión Extraordinaria del Consejo de Ministro, en Periódico Granma, 16 de julio.

Gaceta Oficial de la República. BCC, (2020): Resolución No.73, La Habana.

González Gutiérrez, Alfredo (2003): El Sistema de planificación y circulación monetaria dual en la etapa actual, en Economía y Desarrollo, Año XXXIII, Vol. 134, La Habana.

Lage Codorniu, Carlos (2016): Esquema general de política monetaria. En el nuevo escenario de la economía cubana. Tesis en opción al grado de Doctor en Ciencias Económicas, La Habana.

Marquetti Nodarse, Hiram (2008): Cuba: Proceso de desdolarización de la economía impacto y perspectiva, en CEEC, publicaciones 2006-2007.

Ministerio de Economía y Planificación (2020): Cuba y su desafía económico y social. Síntesis de la Estrategia Económico-Social para el impulso de la economía y el enfrentamiento a la crisis mundial provocada por la COVID-19, La Habana, septiembre.

Nova González, Armando (2020): Cuba: en el umbral de la unificación monetaria y cambiaria, en www.rebelion.org. 11de febrero.

Vidal Alejandro, Pavel (2020): Fórmulas recicladas de los años 90 para reanimar la economía cubana, en Real Instituto el Cano, 5 de marzo.

Vidal Alejandro, Pavel (2010): La crisis bancaria cubana actual, en www.espaciolaical.org.esp, La Habana.

 

[1]. Díaz Canel, (2020, p. 1).

[2]. Véase Meisi (2020).

[3]. Se refiere al Comité de Coordinación Macroeconómica en que participan el Ministerio de Economía y Planificación (MEP), el Ministerio de Finanzas y Precios, el Banco Central de Cuba y otras instituciones ministeriales. Véase. MEP, (2020, p. 25) y Lage Codorniu, (2016, p. 130).

[4]. Marquetti, 2008.  

[5]. Vidal (2010, p. 3).

[6]. Gaceta Oficial de la República. BCC, (2020): Resolución No.73, La Habana.

[7]. Vidal, (2020).


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