Agustín Villafaña: “La creación necesita de una vida fecunda en el orden social”


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En un recóndito paraje guantanamero llamado Guayabal de Yateras, nació un 13 de junio Agustín Antonio Villafaña, versátil artista y comprometido promotor cultural que, pese a sus 68 cumpleaños y a una salud algo deteriorada, sigue dando quehacer a los reporteros, gracias a la vitalidad de su obra personal y a una constante gestión comunitaria.

A finales de los años 70, cuando cumplía misión internacionalista en Angola como Ingeniero Militar, su temeridad e imponente físico le ganaron el sobrenombre de Yeti entre sus compañeros. Con él fue bautizada la Comunidad Artística-Creativa que fundó hace más de veinte años en el capitalino municipio de Playa, pues sus integrantes están también dispuestos a dinamitar, pero con la pólvora del arte, aquello que entorpezca el desarrollo de la más genuina cultura.

En vísperas de arribar a un año más de vida, el Premio Nacional Olga Alonso 2017 accedió a una entrevista con el Blog Cubarte, publicación que así lo felicita y reconoce sus notables aportes artísticos y sociales.

¿En qué momento descubre su inclinación por el arte y, en particular, por las artes visuales?

“Considero que mi afición por las artes no fue por inclinación, sino vino desde adentro, nació conmigo; eran mis juegos, mi entretenimiento, mi alegría y hasta mis sueños. No recuerdo otra pasión o refugio que no fuera dibujar, tallar un jabón, hacer personajes de fango y apropiaciones de objetos en la construcción de figuras.

La primaria, fueron años de renacer en los que, con la complicidad de mi madre que era modista, bordadora, tejedora, una artesana natural, comencé a sentir la escuela como el escenario de mis desafíos, del disfraz de mis personajes; el sitio para recitar poemas, escribir décimas y teatralizar escenas de alguna obra estudiada.

Mi vida fue llenándose de fantasías, sueños montunos; la añoranza de la libertad del campo, los cuentos, historias y leyendas del abuelo. Las tradiciones, imágenes y creencias de los orígenes me inclinaron a escribir y a incorporarme al estudio de la trompeta en la Escuela Vocacional de Música con el profesor Fernando Almaguer y de Artes Plásticas con el profesor Mauricet, en la ciudad de Guantánamo.

El comienzo de un conocimiento artístico, reconocerlo y valorarlo, estimuló mi necesidad y motivación de profundizar en las raíces del Changüí, la Guajira y el Son Montuno. Con el reconocimiento de las emigraciones caribeñas, del folklor, la tradición, las historias y las leyendas Yateranas, se incrementó en mí la necesidad de acercamiento a los cantos, cuentos y fantasías de mis ancestros, los cuales constituyeron un sello y un tema recurrente en mis piezas artísticas.

Con mi hermano Rafael, graduado de música, y estando los dos en la Isla de la Juventud, compuse canciones para autores, agrupaciones y concursos, llegando a obtener el Premio de la Música del Festival de la Toronja. Disfruto el ritmo, aunque admiro los clásicos, los conciertos, la trova, el filin, la guajira, la ranchera y todas las interpretaciones originales y genuinas.”

¿Cómo logró insertarse en la educación artística un muchacho de Yateras?

“Siempre he manifestado que mi inclinación a las Artes Plásticas comenzó conociendo a Martí. Cuando tenía ocho años de edad, obtuve un Premio Nacional con un dibujo del Apóstol en la manigua y, en esa oportunidad, mi maestra me regaló un libro de la primera edición de La Edad de Oro. Aunque aún no sabía leer, me despertó una pasión, a partir de la lectura que me hacía de él mi hermana mayor.

Esto motivó que yo fuera un «príncipe». Que, en vez de ser el hijo del pastor, fuera el del arriero, «el niño del milagro o Meñique». Este libro es, junto a otros, uno de mis tesoros, como el retrato de mi bisabuelo mambí que fue escolta de José Martí en su desembarco por Playitas, misión asignada a él por el general Pedro Agustín Pérez, en la zona de Guantánamo.

El Meñique encantado, 2011.
Acrílico sobre tela.

Cuando termino la enseñanza primaria decido escribirle al Hada Madrina de todos los niños y campesinos, Celia Sánchez Manduley, con el interés y la determinación de estudiar Artes Plásticas, pues no contaba con el apoyo familiar sobre mi destino profesional.

Recibo respuesta inmediata de la Heroína de la Sierra, donde me orientaba cómo debía proceder para realizar las pruebas en la escuela que reabrió para todo el oriente, la José Joaquín Tejada, en la ciudad de Santiago de Cuba. Al culminar el nivel de enseñanza provincial, paso a estudiar a la Escuela Nacional de Arte, CUBANACAN, en La Habana.

Mi llegada a la Escuela fue como llegar al paraíso, era la ciudad del arte; un sueño de Fidel hecho realidad para los hijos de los cubanos. Siendo franco, nunca pensé que había culminado cuando me gradué, por el contrario, fue el comienzo del arte en mi vida y el momento del agradecimiento a todos los que lo hicieron posible.”

¿Qué significación tuvo para su formación artística la Isla de la Juventud?  ¿Y el Centro Europeo de la Terracota?

“La Isla, «esa moneda verde en el cofre de una ola», como dijo el poeta Renael González, de piratas, historias, jóvenes y revolución, fue, es y será, la tierra de mi segundo nacimiento; el encuentro con mi ser, con mi capacidad física y mental; con mis sentimientos más profundos, el valor, la valentía, la hombría, el artista, el combatiente, el patriota, el internacionalista y, lo más preciado, el amor y fundación de una familia para la vida.

Allí se formó el creador incansable, el profesor, el maestro, el promotor de las Artes Plásticas en la fundación de instituciones, organizaciones, movimientos artísticos y culturales.

Aché en rojo, 1994.
Gres esmaltado.

Soy el hombre que se fraguó en esa tierra. Incluso, en biografías y ediciones extranjeras aparezco como nativo de esa isla maravillosa, en la que residí por más de 27 años y en la que nacieron lazos, compromisos y deudas irrompibles, como la fundación de Casas de Cultura, Galerías, Escuelas de Arte, la Brigada Raúl Gómez García, la Asociación Cubana de Artesanos Artistas, la Brigada Hermanos Saíz, la UNEAC, el Contingente Juan Marinello y grupos artísticos como Bandera, Terracota 4 y Taller Ksa, entre otros.

Desde la Isla, continué mi superación, reconocimiento y prestigio nacional e internacional, como fue mi estancia en Florencia, Italia, especializándome en cerámica en el Centro Europeo de la Terracota. En esa estancia, además del conocimiento y confrontación con otros artistas, recibí el premio Beato Angélico, de la editora Eco de Arte Moderno. Esta formación propició mi participación en importantes eventos de la cerámica en más de 20 países.”

Entre la cerámica, la pintura y el grabado, ¿siente predilección particular por alguna o le resultan complementarias para expresarse artísticamente?

“La creación plástica es un ejercicio intenso, infinito y demandante de una capacidad, dedicación y entrega constante; convirtiendo el ejercicio del oficio en labor de satisfacción, entretenimiento y potencialidad anímica.

La creación se caracteriza por completar una demanda constante de ejecución. El dibujo constituye un instrumento de acercamiento diario a los impulsos y motivaciones de ideas, temas y series a ejecutar en otros géneros como la pintura, la cerámica, la escultura, el grabado, los murales, el diseño aplicado a la gráfica, la escenografía, el vestuario; así como, la caricatura y la artesanía. De acuerdo con las técnicas, procedimientos y medios expresivos más idóneos, culminan la decisión y realización de las piezas.

A causa de las limitaciones producidas por los procesos de enfermedades profesionales crónicas que padezco, en los últimos años he tenido que refugiarme intensamente en obras y proyectos de dibujo, pintura y murales.

En mi obra es reconocible la influencia entre géneros, así como la instalación interdisciplinaria de técnicas de las diferentes manifestaciones de las Artes Plásticas, en busca de lenguajes y códigos más contemporáneos. Nuevos recursos y medios audiovisuales insertados en la convergencia del resultado artístico, como expresiones y formas impuestas por el mercado, promoción y comercialización del arte.”

La Pinocha, 2009.
Acrílico sobre tela.

Ud. ha dedicado gran parte de su vida a la fundación de colectivos artísticos, como Terracota 4 y Ky 13; al trabajo comunitario, a la docencia y, particularmente a la Comunidad Artística Casa Yeti. ¿Cómo se las ha agenciado para, al mismo tiempo, desarrollar una obra personal tan fecunda y variada?

“Considero apreciable, reconocible y distinguido el papel social, cultural y patriótico de mi trayectoria pasada y presente. Esta está ligada, a mis orígenes, referencias, compromisos individuales, familiares, profesionales y políticos.

La vida de un creador combatiente y revolucionario se enmarca en un papel inmenso de responsabilidad, compromisos y deudas con todos los progenitores que nos impulsan a enriquecer el derecho y el deber de ser un protagonista de su tiempo. Es continuidad y entrega, por ser un fundador del espacio. Vivencias e historia del proceso evolutivo de la familia, el barrio, la comunidad, la sociedad, el pueblo y la humanidad.

Para mí, no es posible realizar una obra artística que no sea el testimonio y el resultado de nuestra vida; tanto en la convivencia con los coterráneos de nuestro tiempo, como con el legado y la responsabilidad con la formación y capacitación del relevo. Fundamentalmente, ser gestor y actor del resurgimiento de un mundo mejor, más justo, inclusivo, próspero para todos y con la participación de todos.

La obra artística debe ser no sólo la existencia de un artista, sino un reflejo del patrimonio, tradiciones, resultado visual y museable de la época del autor. La creación necesita de una vida activa, fecunda y fructífera en el orden social, la cual es fuente constante de inspiración.”

Como artista, ¿qué le ha reportado la labor con Casa Yeti en estos más de veinte años?

“El aporte más grande, satisfactorio y estimulante en mi obra artística es el haber participado en la fundación y desarrollo de la Comunidad Artística - Creativa Yeti, UNEAC – DMC, en estos más de 20 años de existencia artística, cultural y social.

Ha sido la confrontación continua con generaciones de creadores de diferentes géneros, tendencias y estilos; la conjugación y práctica de técnicas y movimientos contemporáneos de la especialidad. La membrecía ayudó a perfeccionar un magisterio de continuidad de conocimientos en la atención a niños, jóvenes, adultos y profesionales, a través de las herramientas, cursos, técnicas, servicios y adiestramientos en diferentes géneros de la manifestación.

Casa Yeti.

Constituye la motivación para participar en proyectos, concursos y eventos nacionales e internacionales que propician un desarrollo y resultado artístico personal y colectivo. Haber conjugado una labor en el orden social y comunitario para rescatar valores y formar capacidades e inquietudes demandantes de la población, instituciones, centros laborales, organizaciones sociales, artísticas y políticas.

Posibilita desarrollar una cultura que responda a los nuevos tiempos, con oportunidades, identidad y masificación, para el disfrute y aprovechamiento de las tradiciones, como resultado de una política cultural y una labor social del país. La reanimación de una fuerza creativa que no tiene limitación de edad, ni espacio, ni clases; es un privilegio a la capacidad humana que favorece y satisface las necesidades de cualquier ser humano.

No existe obra artística, ni artistas que no sean el reflejo de las vivencias de su tiempo y de su época. Ahí está su valor y el reconocido prestigio cultural, patrimonial y revolucionario. La Cultura Comunitaria es la representación genuina, real y honesta de la verdadera cultura del pueblo.”

¿Cómo ha encauzado su labor en esta etapa de distanciamiento social? ¿Nuevas obras en proceso?

“Esta etapa de distanciamiento social ha facilitado otros tipos de vínculos con nuevas formas de comunicación entre instituciones, organizaciones y colegas. Me ha obligado a estructurar el tiempo, el espacio y los recursos para afrontar las condiciones necesarias para la creación.

Este tiempo se ha convertido en un laboratorio para continuar y culminar nuevas series y obras de mi labor artística, como las series Un pedacito de oro, dedicada al aniversario de La Edad de Oro y La Edad del Oro, dedicada a los 167 años del natalicio de José Martí y Cucar por Rojo, dedicada a las vivencias y añoranzas de las afectaciones de la pandemia; así como las series de dibujo Fantasma, Tromposo y los Buscaperros.

También he trabajado en el reordenamiento de proyectos e iniciativas de desarrollo local para el sector, así como en apuntes de sugerencias y propuestas para el aprovechamiento de las potencialidades del movimiento plástico como estructura y desarrollo de la fuerza creadora.

Desde lo más profundo de mis sentimientos, en este momento expreso mi agradecimiento a todos los que de alguna manera facilitan nuestra permanencia, estabilidad y recuperación. Principalmente, a la familia, vecinos, amistades, compañeros; a las instituciones, organizaciones de masas y, especialmente, a todos los trabajadores, científicos e instituciones de la Salud que han hecho posible este combate contra la pandemia.”


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