Aitana Alberti y su creativa órbita iberoamericana


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Con motivo de cumplir ochenta años este 9 de agosto del 2021, compartimos con los lectores de CUBARTE una muestra de los testimonios que Aitana Alberti León ha ofrecido para la investigación socio-biográfica sobre la memoria hispana en la Isla que desarrollamos en la Fundación Fernando Ortiz, desde la creación de esta ONG académica y cultural cubana por el Dr. Miguel Barnet en La Habana de 1995 (www.ffo.cult.cu).

Mis raíces… con esa expresión tan sencilla puedo resumir el profundo sentido de origen que representa en mi vida todo lo que abarca el espíritu español.

Y no son dos palabras que digo de forma casual, lo cierto es que yo me siento identificada con España por motivos tan fuertes como el lugar de nacimiento de mis padres, Rafael Alberti en Cádiz, Andalucía, y María Teresa León en Logroño, capital de La Rioja, así como por ser el país donde viven mis hijas: Altea y Marina, mi nieto Leonardo, al igual que otros familiares nuestros por la parte materna sobre todo, pues la paterna es originaria de Italia.

Un sentimiento que no se limita solamente a los lazos de familia pues, por ejemplo, durante los años que viví en Málaga yo residía a cincuenta metros de José María Amado, quien rescató la revista Litoral, como leal continuador de los poetas Manuel Altolaguirre y Emilio Prados, quienes habían comenzado a publicar los textos de aquellos jóvenes que luego configurarían la Generación del 27, como Federico García Lorca, María Zambrano y el propio Rafael Alberti, junto a  ilustraciones de Picasso, Juan Gris y otros grandes pintores.

Menciono esto porque a través de esa revista malagueña fui testigo de que los altos valores de la República Española y la Generación del 27 estaban muy relacionados entre sí, como genuina vanguardia del pensamiento y la cultura del pueblo español, cobrando una importancia enorme en las postrimerías del franquismo, cuando fue censurada varias veces; una época en que mis padres no podían poner un pie en su patria, adonde regresaron en 1977, dos años después de la muerte de Franco, mientras avanzaba la transición democrática.

Realmente, no es fácil hallar una pareja más unida y cómplice en pensamiento, obra y acción, con larga trayectoria de vida compartida no sólo en España, sino en un exilio de 38 años entre Francia, Italia y Argentina, país donde yo nací y vivimos nosotros tres hasta 1963, cuando las dictaduras militares convirtieron en una pesadilla de horror y muerte la existencia de cientos de miles de personas que pensaban como nosotros; siempre nos hemos preguntado qué hubiera sido de la familia Alberti León de habernos quedado entonces en Buenos Aires.

Nunca podré olvidar cómo a medida que fui creciendo, nuestro hogar en América se iría convirtiendo en un lugar de reunión para emigrados españoles de todo género, quienes sentían la necesidad de encontrarse y contar sus historias, que a mí me impresionaba mucho, de niña, y de adulta pude leer apasionadamente en “La arboleda perdida” y otros libros escritos por mi padre en el exilio.

Dando un gran salto en el tiempo, precisaré que yo vivo en Cuba desde 1984, cuando me establecí en La Habana junto a mis hijas, comenzando una nueva etapa de mi labor cultural y literaria, cuyos antecedentes datan de 1955, año en que la editorial Losada publicó en Buenos Aires mi primer libro, titulado “Poemas de Aitana Alberti”, luego reeditado en España (1965) y en Cuba (2011).

Tras aquella primera criatura impresa, a mis catorce años, yo seguí escribiendo pero escondiendo ferozmente todo lo redactado, hasta que en 1999 me decido a publicar otra obra mía, titulada “Y de nuevo nacer” al cumplirse quince años de vivir en Pleamar, como he bautizado a esta casa próxima al mar habanero…

Eso en cuanto a poesía, género de otros libros míos: “Pupila al viento” y “Amazona en la centella”, porque en narrativa tengo publicados “Inquilinos de la soledad” y “Cuentos persas”, así como entre 1993 y 1997 tuve una columna fija en el semanario cultural del periódico madrileño ABC, bajo el título general de “La arboleda compartida”, también recopilada en un libro posteriormente.

Así he ido superando el peso inimaginable que significa ser hija de dos escritores de la talla de Rafael Alberti y María Teresa León, cuyas obras he contribuido a dar a conocer en Cuba, España e Iberoamérica en general.

Por ejemplo, en 1991 la Editorial Arte y Literatura publicó “Poesía escogida de Rafael Alberti” una abarcadora antología de su obra preparada por mí, con prólogo de Nicolás Guillén, a cuya presentación mi padre fue invitado oficialmente, convirtiéndose su estancia en La Habana en una gran celebración, cuando no sólo tuvo ocasión de compartir ampliamente con muchos de sus queridos poetas cubanos, como Guillén, Barnet y Eliseo Diego, sino también fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de La Habana, y el Consejo de Estado le concedió la Orden José Martí, que le impuso personalmente Fidel en el Palacio de la Revolución.

En el año 2002, centenario del natalicio de mi padre, se publicó la segunda edición de ese libro, y en el 2000, 2009 y 2011 aparecen las tres ediciones que ha tenido en Cuba “El amor y los ángeles”, una amplia selección de su poesía amorosa.

En cuanto a las obras de mi madre publicadas en Cuba, se titulan: “Memoria de la melancolía” (2001 y 2013), con prólogo de Nilda Blanco y epílogo de Lina de Feria; “Cervantes, el soldado que nos enseñó a hablar” (2005), con epílogo de Fina García Marruz; “El gran amor de Gustavo Adolfo Becquer” (2009) y “Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador” (2010), ambos prologados por Benjamín Prado; así como la novela “Contra viento y marea” (2014), con introducción de Luisa Campuzano; y “Doña Jimena Díaz de Vivar, gran señora de todos los deberes (2015), presentado ese año por Nancy Morejón en la Feria Internacional del Libro de La Habana.

Por otra parte, yo he desarrollado la colección titulada “Cuadernillos Fe de Vida”, llamada así por el espacio cultural que conduzco en el Centro Cultural Dulce María Loynaz desde el año 2005, donde gracias al apoyo del Instituto Cubano del Libro regalamos a los asistentes dichos cuadernos de tirada limitada y numerada, con materiales raros o inéditos, como un poema totalmente desconocido de Pablo Neruda, o una entrevista sobre María Zambrano realizada por Rosa Miriam Elizalde a Cintio Vitier y Fina García Marruz.

Por cierto, Fina y Cintio fueron las dos primeras personas en recibir el Premio Rafael Alberti, otorgado desde 1999 por la Sociedad de Beneficencia de Naturales de Andalucía en Cuba, con apoyo del Festival Internacional de Poesía de La Habana y de la Agencia Española de Cooperación Internacional, para reconocer la obra artística, literaria y cultural de personalidades iberoamericanas.

Tras esta introducción, lo esencial es reconocer que cualquier alusión a Cuba en relación a nosotros tres siempre estará marcada por nuestros íntimos vínculos con este país y su pueblo, del que no sólo me siento parte, sino una parte viva y feliz.


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