«Colibrí defiende a ultranza historia, tradición y evolución de lo mejor de la música cubana»


colibri-defiende-a-ultranza-historia-tradicion-y-evolucion-de-lo-mejor-de-la-musica-cubana

Lea: Adolfo Costales: «Colibrí para mí es como un hijito»

 

Llegó el mes de abril y con este el cumpleaños de Producciones Colibrí y Cubarte continúa recordando el nacimiento de esta importante casa discográfica, de la cual Gloria Ochoa Zabalegui Aguilera (La Habana, 1962), fue la primera directora oficial.

Ochoa, licenciada en Música, Máster en Musicología -con el estudio de la Industria de la Música-, profesora, investigadora y productora musical, es, en el ámbito pasado y presente de la sonoridad melódica insular, una voz muy respetada, por talento, conocimiento, experiencia y dedicación.

Gloria se confiesa fanática de la música tradicional cubana, pero también del jazz, por lo que se ha empeñado durante muchos años en registrar y promover   la obra de destacados jóvenes jazzistas de la Isla, tanto compositores como intérpretes, premiados y participantes en el evento Jojazz que se organiza anualmente en La Habana desde el año 1997.                                                     

Por este afán consciente surge en 2005, a su propuesta, el proyecto fonográfico y audiovisual El joven espíritu del jazz, como colección del sello Cinquillo de Producciones Colibrí, proyecto que dirige hasta hoy y que tiene como extraordinario resultado,  una valiosa colección que atesora  una cifra superior a los 20 discos.

Pero dejemos que sea la propia Gloria Ochoa la que nos cuente de su perdurable relación con Colibrí, la más joven disquera de Cuba y de este relevante proyecto suyo.

¿Cuándo llega usted a Colibrí?  

Llegué a Colibrí en enero del 2004; ya sabía que se había creado en el 2003, pero estaba muy pequeñita todavía, solo estaban Adolfo Costales, Marta Rodríguez, y Niurka Chuay, ni sabía que se había hecho alguna producción como la de José María Vitier...

Usted venía de Bismusic…

Sí yo era la gerente de Producción de BM; a mí me llaman en diciembre del 2003 Ciro Benemelis y Abel Acosta y me proponen dirigir Colibrí, que era hasta ese momento un sello pequeño, fundamentalmente In situ, para el rescate de la música tradicional y enfocado en los grupos que se presentaban en las instalaciones turísticas.

En esa conversación, ellos me preguntan si estaba dispuesta a ampliar  y llegar a tener una  casa discográfica con todos los elementos… que soñara, que yo era musicóloga y además tenía la experiencia de BM, pero el sueño de Ciro, y Tony Pinelli también, era que Colibrí pudiera rescatar lo mejor de la música cubana que de alguna manera estaba en zonas de silencio y por diversas causas como la relación oferta-demanda, no estaba atendido debidamente a pesar de ser una parte importante del patrimonio musical cubano contemporáneo y que se estaba perdiendo.

Les pregunté entonces qué libertad tendría, qué condiciones, qué presupuesto, pues yo venía de BM que era una empresa y que tenía el encargo de ingresar divisas con mucho rigor, pero Ciro me dijo que Abel Acosta lo tenía todo muy bien pensando y que conversaría conmigo, y cuando eso ocurrió, Abel me aseguró que contaría con un presupuesto, pero que lo que querían era que de veras lo que se produjera fuera válido y dignificara la producción discográfica cubana.

También quise saber si podía hacer música de concierto y me dijeron que lo que quisiera lo pensara y se los propusiera.

¿Con quiénes trabajó en los inicios?

Con Adolfo, Martica y Niurka, y traje, igualmente de BM, a Martha Bonet; después capté a Aracelis, la abogada, y a Yanira, para Comercial.

¿Qué argumentos la convencieron de aceptar la propuesta?

Además de la posibilidad que se me abría a poder soñar una disquera, me conquistó el hecho de que nos darían un período de gracia, o sea un tiempo en el que produciríamos pero no se nos exigirían ingresos por comercialización para recuperar la inversión, seríamos una unidad presupuestada en condiciones especiales y lo es todavía, aunque ya luego se le aplicó un plan de ingresos mínimo, no obstante, desde el principio tuvimos la conciencia de que debíamos recuperar algo de lo que invertíamos  y que debíamos tener productos de calidad que pudieran venderse y así crear la responsabilidad de que lo que hiciéramos llegara al mercado que es lo que quieren los artistas.

¿Qué tiempo estuvo en la disquera?

Estuve diez años, y al cabo de ese tiempo no me fui, sino que me propusieron como vicepresidenta primera del Instituto Cubano de la Música, cuando Orlando Vistel pasó a presidente de la institución, pues yo era su reserva de cuadro; propuse mantenerme en ese puesto cinco años, pero a los cuatro y medio me fui, para el CIDMUC, porque además lo que me faltaba para cerrar mi ciclo profesional era la maestría, y no había tenido tiempo de estudiar; entonces la hice en musicología con el estudio de la Industria de la Música y la defendí en el 2021, con la Covid- 19, porque además nunca había abandonado la musicología y siempre mantuve mi postura como creadora durante los años en que dirigí  en las instituciones; nunca abandoné la musicología porque eso es lo que hacía que pensara diferente; veo el arte desde la cercanía del creador  y siento lo que le duele al artista, y sangro por esa herida, siempre he dicho que uno no puede perder la visión objetiva de la realidad; si estás alejado de esa realidad no entiendes qué pasa, no lo sientes igual, no es tu compromiso, y ese sí fue siempre mi compromiso y lo hice conscientemente.

Si hay un proyecto de Colibrí que remite obligatoriamente a Gloria Ochoa es   El joven espíritu del jazz. ¿Nos cuenta esta historia?

Mira, a mí me encanta el jazz y la música tradicional cubana, soy fanática a ambos, mi hijo es músico y siempre he estado muy cercana a los jóvenes músicos; primero fui profesora de la Escuela Nacional de Música cinco años, empecé acabada de graduar, jovencita. Entre mis alumnos tuve a X Alfonso, Mayito Rivera, Julio Padrón, Robertico Carcassés, Sorime de la Cruz, Osamu Menéndez y muchos más, te imaginarás que ese espíritu de improvisar del jazz, que fue el mismo con el que crecí en la ENA,  lo tenía ya incorporado, y el jazz es un género que les permite a los jóvenes estudiantes de música, al menos es un criterio muy personal,  centrarse en el conocimiento profundo de la música y tratar de superar todas las limitaciones que ésta les pueda presentar, tanto desde la conceptualización, si tienen el instinto de componer, como de la interpretación, pues tienen que dominar bien el instrumento y sus capacidades para llegar a ser virtuosos,  para poder improvisar y el que no tiene el don de la improvisación, se ejercita y trabaja y se esfuerza.

El jazz es un género muy bueno para el joven que está descubriendo su camino como músico e intérprete porque lo obliga a superarse todos los días, competitivamente hablando, siempre digo que Jojazz es un estímulo para los muchachos que están pasando la escuela, que quizás luego no escojan ese género profesionalmente, pero la formación con la que ellos se completan desde el mismo es impresionante.

Ya te decía que me gusta el jazz, lo disfruto, pero me parecía muy importante mantener ese espíritu con el que crecí y con el que me formé porque muchos hoy grandes jazzistas fueron mis amigos, mis colegas, mis compañeros, crecí con ellos… Germán Velazco, Dagoberto González, Gonzalo Rubalcaba, son mis hermanos.

Cuando llego a Bismusic empiezo a luchar porque se hicieran discos de jazz; el primer disco fue Fórmula 1, de Maracas, hicimos cosas con Chucho Valdés y otros músicos, pero siempre tuve esa idea.

Al iniciar el concurso Jojazz, Alexis Vázquez me invita a participar en las diferentes ediciones y en algunas formé parte del jurado por lo que me vinculé más aún a los jóvenes jazzistas y  al comenzar a definir las colecciones que se harían como parte de los sellos de Colibrí, propuse El joven espíritu del jazz, como colección de Cinquillo, porque ya yo venía siguiendo a los ganadores, ya estábamos en el 2004, había resultados impresionantes y no había registro ni historia de esos resultados, por lo que solicité al ICM un presupuesto fijo para hacer cada año al menos dos discos pues había varios premios que no  habían grabado con nadie y eran los  que estaban en la escena musical cubana del jazz y de la música popular o tradicional de manera sorprendente.

En esos primeros tiempos a veces hicimos tres y cuatro discos al año y grabamos no solo a los premios individuales sino en colectivo, pues se premian compositores, interpretación de solistas y de conjuntos, de formatos,  y así empecé; traté de rescatar lo mejor que había quedado de los años anteriores y preparé la colección  consciente de que había que hacer todo un trabajo de arte y repertorio, hacer un seguimiento de todos esos artistas para determinar el momento en que tuvieran una obra, porque lo que aprendí de ellos es que, con lo jóvenes que eran, en aras de prepararse para un género tan complejo, llegaban a adquirir conocimientos de orquestación y composición que no habían dado en ningún lugar porque muchos eran graduados de nivel medio y no tenían estudios  de esto ni de contrapunto  y buscaban a profesores como Germán Velazco o Joaquín Betancourt que les enseñaban estas cosas y se preparaban para hacer sus obras para el Jojazz; de esa primera generación, esos primeros diez años, muchos ni siquiera fueron al ISA y tienen una obra extraordinaria.

Como mi hijo es músico, percusionista, y tocaba con todos ellos, yo los seguía, iba a eventos como PerCuba y me di cuenta de que había en ellos una obra composicional, extraordinaria.

Otra cosa que descubrí es que ellos están claros de cómo quieren sonar, nosotros les facilitamos  un productor para los discos, aunque ellos puedan hacer este trabajo también, pero los directores musicales son ellos porque arreglan sus obras y las escriben entonces quién mejor que ellos para hacer la dirección musical, pero siempre busco productores como Germán Velazco, o Joaquín Betancourt que tienen la ética para escucharlos y dejar que aflore todo lo que tienen dentro, que los respetan y no se les imponen.

Usted está hablando en presente, ¿quiere decir que continúa atendiendo este proyecto?

Sí, nunca lo he abandonado, a veces he tenido etapas de mayor lentitud como cuando estaba en el ICM, por falta de tiempo, estoy ahora haciendo un disco al año; uno de los últimos discos que hicimos fue Gallo de Oro de Alejandro Meroño con el que nos llevamos el Premio Cubadisco en la categoría Jazz y próximamente se presentará Negras y blancas, el de Andy García, pianista, director musical de Alain Pérez, que es buenísimo.

Andy tiene muy enraizada la timba cubana y tú te das cuenta de que su jazz tiene un concepto fuerte, rítmico y métrico de la música bailable cubana, de la timba, con esa riqueza armónica, melódica; él tiene unas melodías espectaculares porque es un pianista excepcional, hace tumbaos a diestra y siniestra pero ¡tiene un lirismo!...

¿Cuál es el disco futuro?

Quiero hacer, porque lo debo desde hace rato, por la Covid-19 se frenó todo, el de la orquesta de Cámara de Camagüey, una muy buena agrupación.

Cuénteme más de la colección, por favor

La colección la pensamos con su imagen propia, una imagen que la identificara; estos músicos tienen una peculiaridad, defienden el jazz como un proyecto personal pero se desdoblan en muchos otros proyectos, en otros géneros, puede ser hasta de música clásica y eso los hace más integrales.

También la colección tiene una obra autoral importante, porque pienso que estos jóvenes son la vanguardia artística cubana de estos tiempos porque son los muchachos que están en todo.

Yo hice con Abdala el disco por los 20 años de Jojazz, hubiera querido hacerlo con Colibrí, pero no fue posible, que tiene un documental de 15 minutos; en el disco traté de hacer un levantamiento de los proyectos de jazz más representativos que estaban activos y en Cuba y a cada uno de los músicos les pedí que escribiera una obra para el disco que cierra con «Mi fantasía» una obra de Yoandy Argudín, que es una pluma impresionante, porque para mí esa pieza es el resumen de lo que son ellos, de lo que aportan a la historia  de la música cubana y que ya lo están aportando.

Este tema es precioso y tiene las esencias raigales de nuestra música cubana, y un virtuosismo en la interpretación apabullante, los que tocan son súper estrellas todos pero se pusieron en función del que le tocaba ser estrella, porque tienen un gran dominio del arte de acompañar, y es una maravilla.

Aunque hace ya dos años que no se hace el Jojazz, tengo para elegir porque hay muchos de ellos con los que todavía puedo trabajar pero me demoro escogiéndolos porque me interesa que tengan una obra de verdad que se defienda y que tengan una madurez.

Siempre trato de que alguien los presente porque las notas discográficas son importantes ya que nadie los conoce, y una cosa que tengo dentro del repertorio es que les exijo que hagan para el disco una versión de una obra cubana famosa, conocida en el mundo, porque como todos tienen estéticas diferentes y particulares, esa versión funciona en el mercado exterior como referente, pues cuando el público oye esa versión de una obra que conoce entiende la estética del joven músico y se interesa por escuchar el resto de las propuestas.

¿Esta excelente idea surgió con la colección?

Sí, desde el surgimiento, en todos los discos aparece una pieza conocida de cualquier género que ellos hacen a su manera.

¿De cuáles músicos consagrados ha recibido apoyo para la colección?

De Chucho Valdés, quien la apoyó desde el principio, Bobby Carcassés, Germán Velasco, Ernán López-Nussa, Ruy López-Nussa, Joaquín Betancourt, y otros muchos a los que les gusta la obra de estos jóvenes, porque cada generación se parece a su tiempo, y ellos son cubanos, pero desde su tiempo, suenan cubano pero no puedes pretender que se oiga la clave y  el tumbao de manera directa, ahí está todo, si te pones a oír lo escuchas todo y lo sientes porque está, pero a la manera de ellos.

¿Cuál es la principal satisfacción que le ha dado la colección a lo largo de estos años?

Qué difícil; mira yo nunca pienso en esos términos de satisfacción; soy una persona insoportablemente inquieta e inconforme con todo, ese es mi temperamento, claro con los años, la madurez lo hace a uno aplacarse y tener más tolerancia, pues antes era muy intolerante, soy muy fuerte, hija de Shangó, pero he aprendido a tener más tolerancia con todo… ¡Hasta con la mediocridad!, que es lo peor que hay, porque la vida es lo que es…

Pienso, fíjate, que lo que más satisfacción me da de la colección es que me ha mantenido abierta y viva para recibirlos a ellos, desprejuiciarme de todos los dogmas que puedo tener y de mis seguridades intelectuales, para escuchar, para aprender, porque ellos aprenden de mí pero no te imaginas como aprendo de ellos; la colección me ha obligado a tener el conocimiento de la música  bien actualizado, porque ellos siempre están adelante y he aprendido a ser más tolerante y abierta para recibir todo lo que son capaces de decirme, verdades que son de ellos y uno a veces por la edad   piensa diferente a los jóvenes pero eso también es lo que te envejece, la falta de capacidad de abrirte y decir por qué no, si en mi época yo también lo hice de otra manera a la que lo hacían los mayores porque esa era mi verdad.

Eso me mantiene viva, con la energía y la satisfacción de seguir haciendo, seguir haciendo… me siento feliz haciendo la colección que además es un reto todo el tiempo, pero lo muchachos me han demostrado con su trabajo   y su perseverancia que tienen una verdad válida, una obra que el mundo tiene que escuchar, que ya está en la historia y ya es el tiempo de ellos.

Tengo relaciones con prestigiosos músicos, críticos, periodistas e investigadores del mundo y la colección para ellos es algo fabuloso, un ejercicio de pensamiento y a veces muchos que conocen Cuba, se sorprenden de que estos muchachos puedan realizar esos proyectos bajo las circunstancias actuales del país, es como Lo real maravilloso de Alejo Carpentier esta isla, y entonces ellos tienen el derecho de ser en su tiempo, lo real maravilloso porque lo son, y con tremenda modestia.

¿Considera usted que Colibrí hoy, cuando celebra los 20 años de su fundación, mantiene sus propósitos fundacionales?

Pienso que no se mantienen en los mismos niveles los propósitos fundacionales porque los tiempos son otros, pero sí creo que Colibrí en cuanto al concepto de producción sí mantiene los objetivos con los que nació, para el registro de aquellas zonas que no son tan beneficiadas como la música de concierto, el jazz, la música tradicional cubana.

Pero creo también que hay cosas que han lastrado mucho los resultados en estos últimos años, que les han cortado las alas a Colibrí; no puedes tener un proyecto que es profundamente cultural, que defiende a ultranza historia, tradición y evolución de lo mejor de la música cubana y que no tenga una vía y un camino para poder mostrar y comercializar como hacen todas las disqueras, porque si tú tienes la capacidad de pensar, crear y producir tienes que colocarlo en el mercado, no haces nada con producir y  guardar en una gaveta; si la obra de los creadores no llega al mundo es como si no existiera.

Esto pasa por temas de promoción  y  comercialización; Colibrí necesita ser una Casa discográfica como son las otras y tendrá que tener la responsabilidad de ser eficiente y eficaz, y generar ingresos que cubran las inversiones de producción; este fue un compromiso que hicimos cuando nacía Colibrí, era una línea de pensamiento y una estrategia, pero durante muchos años se ha producido solamente y ni siquiera se editan los discos físicos, unos cuantos discos nada más, discos maravillosos, que son premios y grandes premios y no existen, ni siquiera se han hecho cien unidades, entonces es criminal, invertir y defender esa obra cultural y que esté en un almacén.

Pienso que eso es lo que está mal hoy, y que el trabajo de promoción debe ser más eficaz; yo sé que no todos los discos producidos en el año pueden estar en el mismo rango de promoción, pero todos tienen que tener sus espacios promocionales.

 

 


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte