El legado de Céspedes a través de sus documentos


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El 10 de octubre de 1888 José Martí escribía en El Avisador Cubano, que se publicaba en Nueva York, la siguiente impresión sobre Carlos Manuel de Céspedes:

“Es preciso haberse echado alguna vez un pueblo a los hombros, para saber cuál fue la fortaleza del que, sin más armas que un bastón de carey con puño de oro, decidió, cara a cara de una nación implacable, quitarle para la libertad su posesión más infeliz, como quien quita a un tigre su último cachorro.”

Así definía Martí, justo cuando se cumplían veinte años del inicio del primer proceso emancipador cubano, el gran mérito de aquel cubano que, sacrificando fortuna, ganó honor al llamar a los cubanos a luchar por la independencia absoluta.

Céspedes nació el 19 de abril de 1809 en la villa de Bayamo. Fueron sus padres Jesús María Céspedes, sevillano asentado en dicho lugar que contrajo nupcias con la camagüeyana Francisca de Borja del Castillo y de cuyo matrimonio nacerían, además, Borjita, Francisco Javier, Ladislao y Pedro María, todos consagrarían su vida a la independencia del país.

En Bayamo cubrió su primera enseñanza, trasladándose posteriormente a La Habana para cursar los estudios superiores de Derecho Civil en el Seminario de San Carlos. Más tarde, en España, completaría su formación de abogado en la Universidad de Barcelona.

Céspedes fue un hombre de amplia cultura. La favorable situación económica de su familia no sólo le permitió recibirse de abogado, sino también viajar por diversos países europeos, así como acceder a variadas e intensas lecturas, que muy pronto le hicieron comprender que la situación de opresión y abandono en que se encontraba Cuba, sólo podía ser resuelta por profundos cambios que debían ganarse en el campo de batalla.

No es casual, entonces, verlo inmerso en las actividades conspirativas organizadas por los miembros de varias logias masónicas, quienes reunidos en agosto de 1868 en San Miguel del Rompe, hacienda de la zona tunera, lo nombran presidente en reconocimiento a su edad y profundo patriotismo.

En la mañana del 10 de octubre, cuando las campanas llamaban a los esclavos al trabajo, su voz se alzó en Demajagua para darles la libertad e invitarlos, olvidando racismos, como sencillos hombres, a incorporarse a la lucha por alcanzar la independencia. Comenzaba así la Guerra de los Diez Años.

Los años por venir serían difíciles, Céspedes tendría que combinar sus insuficientes conocimientos militares con el arte de dirigir los destinos de una nación en lucha, rodeado en ocasiones de incomprensiones de quienes abrazaban su mismo ideal, sin percatarse de que por haber sido el primero en obrar, no estaba exento de yerros o críticas.

Aclamado como jefe en el potrero de Mabay, marchó y tomó la ciudad de Bayamo, allí se entonó por primera vez el Himno Nacional y se demostró al mundo de lo que eran capaces los cubanos: quemar sus casas y perder toda pertenencia antes que permitir al enemigo ocupar nuevamente el poblado.

Guáimaro marcaría el punto más álgido de sus concepciones de dirección centralizando los mandos civiles y militares en contraposición con los criterios esgrimidos por los villareños y los camagüeyanos, que encabezados por Ignacio Agramante eran partidarios de una república democrática y liberal, funcional en cualquier país que no estuviera precisamente en guerra como era el caso de Cuba.

En medio de tan difíciles circunstancias y diferencias de criterios transcurrieron los siguientes años hasta su muerte, acaecida el 27 de febrero de 1874 en San Lorenzo, quizás por ello a la altura de 1872 expresó:

“Mi situación es excepcional: no la calculen por comparaciones históricas, porque se exponen a errores. Nada hay semejante a la guerra de Cuba. Ningún hombre público se ha visto en mi situación. (…) Ninguna medida me viene, ninguna facción se me asemeja. Tengo que estar siendo un embrión abigarrado. Y aquí está la dificultad: En la elección de la crisálida”.

Y, sin embargo, todo lo dio a su tierra: Cuba; porque, como dijo Martí, ni siquiera cuando fue destituido de su cargo como Presidente de la República en Armas

“(…) dejó de ser el hombre majestuoso que siente e impone la dignidad de la patria. Baja de la presidencia cuando se lo mandan el país y muere disparando sus últimas balas contra el enemigo (…)”

La decisión de Céspedes de adelantar el comienzo de la guerra para evitar consecuencias mayores para los implicados y el hecho de abandonar las comodidades para irse a la manigua con sus seres más queridos, dan crédito de sus valores y convicciones; nunca sintió turbado su espíritu, convencido de que con su actitud ganaría la gloria.

Su firmeza de carácter para enfrentar calumnias, ultrajes y hasta humillaciones en medio de una cruenta guerra, en la que los cubanos no tenían ninguna experiencia, lo ponen en la legión de los fundadores de la nación, que sacrificaron su porvenir y su fortuna en aras de la independencia.

La reconstrucción de su vida y obra no habría sido posible sin la preservación de la documentación vinculada a él y que hoy, más que nunca, constituye importante legado histórico de necesaria consulta para las generaciones futuras.

La prensa cubana reflejó la aparición en manos de un coleccionista privado en España, de un documento inédito vinculado a su vida, una alocución realizada por él tras su nombramiento como Presidente de la República en Armas, que quizás algún día pueda ser incorporado a los que ya se atesoran en diversas instituciones cubanas.

El Archivo Nacional de Cuba, salvaguarda de la historia nacional, atesora numerosos documentos originales que recogen importantes sucesos de la vida de Céspedes.

Entre los más significativos resaltan los originales del fragmento de un Diario de Operaciones escrito por él entre el 24 de julio de 1872 y el 1º de enero de 1873, así como la correspondencia cursada por él a Ana de Quesada entre diciembre de 1870, fecha de salida de su esposa de Cuba, hasta el 23 de febrero de 1874. Estas últimas, un total de 31 autografiadas por él, fueron donadas al Archivo Nacional en 1965 por Alba de Céspedes Bertini.

Ambos documentos tuvieron una tirada muy limitada en 1964 por el Instituto de Historia de la Academia de Ciencias de Cuba, por lo que hoy pueden ser consideradas una rareza histórica.

Fragmento del Diario del Presidente Céspedes

Fragmento del Diario del Presidente Céspedes

Fragmento del Diario del Presidente Céspedes

Fragmento del Diario del Presidente Céspedes

Fragmento del Diario del Presidente Céspedes

Fragmento del Diario del Presidente Céspedes

Fragmento del Diario del Presidente Céspedes

Fragmento del Diario del Presidente Céspedes

Fragmento del Diario del Presidente Céspedes

Parte de la correspondencia con Ana de Quesada

Correspondencia con Ana de Quesada

Correspondencia con Ana de Quesada

Correspondencia con Ana de Quesada

Correspondencia con Ana de Quesada

Correspondencia con Ana de Quesada

Correspondencia con Ana de Quesada

Así mismo, posee el Archivo Nacional una copia del acta original de la sesión celebrada por la Cámara Constituyente en Guáimaro el 11 de abril de 1869 y firmada por el secretario Antonio Zambrana, en la cual se trataron cuestiones tan significativas como la constitución de la Asamblea de Representantes como órgano legislativo encabezado por Salvador Cisneros Betancourt, así como el nombramiento de Céspedes como Presidente de la República en Armas y de Manuel de Quesada como General en Jefe del Ejército Libertador.

Copia acta original Cámara Constituyente en Guáimaro el 11 de abril de 1869

Copia acta original Cámara Constituyente en Guáimaro el 11 de abril de 1869

Copia acta original Cámara Constituyente en Guáimaro el 11 de abril de 1869

Copia acta original Cámara Constituyente en Guáimaro el 11 de abril de 1869

Copia acta original Cámara Constituyente en Guáimaro el 11 de abril de 1869

Copia acta original Cámara Constituyente en Guáimaro el 11 de abril de 1869

Copia acta original Cámara Constituyente en Guáimaro el 11 de abril de 1869

Copia acta original Cámara Constituyente en Guáimaro el 11 de abril de 1869

Copia acta original Cámara Constituyente en Guáimaro el 11 de abril de 1869

Copia acta original Cámara Constituyente en Guáimaro el 11 de abril de 1869

Copia acta original Cámara Constituyente en Guáimaro el 11 de abril de 1869

Rescatar su legado a través de las fuentes documentales es una forma de honrarlo y vigorizar a un pueblo que cobra fuerza con su ejemplo honesto y vida preclara.


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