Ha muerto en la Habana el musicólogo Jesús Gómez Cairo. Los que le conocían sabían que podía ocurrir en cualquier momento. Nunca ocultó su condición, incluso evitó a toda costa que la enfermedad le privara de uno de sus grandes placeres: hablar con sus amigos.

Estas son algunas de esas confesiones que hubo de hacer en lo que llamamos la tertulia de la sal. Lo organizamos durante siete domingos en la tarde en la casa del músico Edesio Alejandro durante los primeros meses del año 2022. Café y tiempo para hablar sobre lo que nos viniera en ganas.

Gómez Cairo no faltó a ninguna e incluso fue quien le puso nombre: la tertulia de la sal. Fue obra de una llamada de Edesio para consultarle algo y le pidió además saber donde había sal en ese momento. Gómez Cairo se apareció una hora después con un paquete de sal y lo que parecía ser una visita de media hora fueron tres horas de charla, risas y confesiones; que se fue incrementando en la medida que se sumaron otros músicos.

Están son algunas de sus confesiones la misma tarde que coincidió allí con el trombonista Demetrio Muñiz su compañero de fechoría sen la ENA, su primera vez. Muchas de aquellas charlas Edesio las filmaba para después reírnos o pensar hacer algo a futuro:

"Ciertamente yo nací en Jagüey Grande, pero mis padres se mudaron para Los Arabos porque allí había trabajo y se pagaba bien… así que yo también cargué agua… allí había un señor llamado Pipo la colmena que vendía miel y cantaba muchísimo, él enamoraba a una de mis tías y la dejó porque yo me comía en cada visita un pomito de miel…

Llegué a la ENA cuando la inauguraron a estudiar piano… de música solo sabia como sonaban los danzones y la voz de Vicentico Valdés… pero logré graduarme de piano…

Chico en mi albergue fui el primero que tuvo novia… tenía novia y una sola muda de ropa… entonces a la primera salida lavo la ropa y para que se seque rápido la pongo en un horno… por poco coge candela toda la casa… ni novia ni salida ni ropa… aquello me convirtió en héroe y en villano.

El mejor ambiente cultural de los sesenta… caminar por Coppelia los sábados en la tarde y llevar en el bolsillo la libreta de reporte, pues estaba fugado y me podía encontrar con cualquier profesor… mi libreta estaba tan llena que llegué a tener una de reserva… pero aquellos helados valían un reporte…

Odilio Urfé fue mi profesor de piano por accidente y agradezco a la vida esa posibilidad; pero se molestaba cuando yo me sentaba en su comadrita… o tocaba mal –con toda intensión—un pasaje de un danzón… él solo me miraba y volvía a lo suyo… como castigo me pedía que le organizara sus papeles y después me contaba sus ideas…

Mucha gente piensa que soy un hombre estirado… pero no… tengo problemas de la vista…

Los padres de Demetrio eran mis segundos padres… Lidia, su madre me hizo una vez una camisa con tela de sombrero y me enroló como extra en una película… esa fue mi única y mejor actuación…

La mejor tortilla de cebolla de Cuba la hago yo… es lo primero que prendí a cocinar… pero siempre se me quema porque estoy ocupado con algún tema…

Tu me quieres entrevistar como Premio Nacional de Música… después que se la hagas a Edesio y a Pupy… ah ya… no me puedo librar… tienes media hora… y sin chismes de los años de estudios…

No e bailar rumba, ni son… pero me encantan… danzones y boleros… eso nunca me ha fallado en la vida…

Edesio me debe una libra de sal, una de café… el domingo que viene no vengo si no me lo devuelve…

Sueño inconcluso… oír el himno nacional con el mismo formato que se ejecutó la primera vez… ese será mi gran privilegio…

La cultura cubana es un sueño inconcluso que cada día se enriquece, que tiene luces y sombra que la hacen diversa, hermosa y contradictoria, pero única… yo a lo mejor no lo veo totalmente realizado… pero ser parte de ella, haber conocido a muchos que la han enaltecido, haberle llamado amigos es todo un privilegio…"

Logré entrevistarlo a fines de octubre para la serie Si te contara, que junto a un grupo de amigos organizamos con el apoyo del MILCULT y el ICM y nuestra charla fue casi paternal… nos cedió el museo sin pensar en otra cosa que no fuera proteger el patrimonio musical de Cuba al que dedicó toda su vida. Para ese entonces ya la tertulia de la sal había terminado.