"La historia de mis raíces"


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Fotos: Gustavo Rivera.

Han pasado siete días desde que el grupo de música Orishas se presentó en La Habana como parte del Festival Havana World Music; de acuerdo a los organizadores del evento, su concierto sería el plato fuerte de la cita y con ellos cerraría esta quinta edición. Las interioridades del evento, sus aciertos y desaciertos, uno tan festinado como que una joven peninsular hable a especialistas cubanos de su voluntad de rescatar determinadas expresiones músico folklóricas de la Isla; no son el plato fuerte de estas notas. Para ello habrá tiempo y a otros corresponderá el analizar estos detalles. Prefiero acercarme al fenómeno Orishas y su impronta dentro de la música cubana, aunque peque deliberadamente de exceso de entusiasmo o mis cavilaciones especulativas corran una suerte distinta a la que pretendo enunciar.

El pasado siglo, en su década final, legó a la música cubana a nivel internacional tres proyectos de marcada importancia que, a su modo, influyeron en la proyección, promoción y comprensión de ella más allá de las  modas, pero sujetos a las exigencias del mercado; unas veces determinando tendencias y otras veces como parte importante de este. Fueron estos a saber: el fenómeno Habana Abierta/Oculta, que impulsara el trovador Pavel Urquiza; el Buenavista Social Club, considerados por muchos la mayor operación comercial y de promoción de la música cubana que debe su origen al tresero Juan de Marcos González; y el grupo Orishas en el que la impronta del percusionista cubano Miguel Ángel “Angá” Díaz estuvo presente.

El primero y el tercero de estos proyectos tuvieron su génesis en Europa –España y Francia son sus lugares de nacimiento—y fueron conformados por músicos que habían emigrado años antes; en el caso español se trataba de parte importante de los miembros del proyecto Lucha Armada; y del lado francés corresponde el honor a una parte de los integrantes del grupo de hip-hop Amenaza con otros ingredientes musicales. En el caso del Buenavista Social Club todos sus integrantes vivían en Cuba y la mayoría de ellos ya no estaban en activo dentro del mundo de la música.

Si nos atenemos a las definiciones que ha establecido el mercado desde la fecha que nos ocupa hasta el presente, se podrá concluir que estamos en presencia de tres importantes acontecimientos musicales que influyeron en la dinámica de promoción de lo que se define como World Music a distintos niveles en tres acápites diferentes: música pop/rock, la que hoy se conoce como música urbana, aunque para el momento que nos ocupa se entendía como fusión; y la “tradicional/folklórica, o simplemente tropical”. Tres tazas de un caldo llamado Cuba.

 

… todo tiene su precio atrevido…

De estos tres proyectos el que se puede definir como totalmente original es Orishas y lamentablemente fue el que menos influencias tuvo en el entorno de la música que se estaba produciendo y se produjo posteriormente en Cuba.  Los clones  del Buenavista Social Club aún no dejan de aparecer y francamente no aportan nada al desarrollo y promoción de la música popular cubana; no importa que asuman nombres rimbombantes, que agrupen excelentes talentos musicales, ni que la buena voluntad les asista. En esencia,  son productos y proyectos menores que el original, a los que el tiempo les pasará la factura del olvido.

En el caso de Habana Abierta/Oculta su importancia estriba en haber llamado la atención sobre otras zonas de la música cubana más cercanas a las tendencias en boga, particularmente cuando Europa, y España en particular, estaban bajo los efectos del Buenavista Social Club y La vieja trova santiaguera; y Compay Segundo era la estrella nonagenaria que disputaba popularidad y contrato a reconocidas figuras del mundo del espectáculo. Sus integrantes tenían filiación estética con la Nueva Trova y habían bebido del rock argentino que en los ochenta se impuso en Latinoamérica; pero también ellos eran resultado del filme del cineasta español Benito Zambrano –Habana Blues—que demostraba que en Cuba se hacía algo más que sones y rumbas.

El desenfado creativo y existencial de los integrantes de este proyecto alimentó los sueños de otros músicos cubanos que siguieron algunas de las formulas creativas de esta formación y lograron cierta relevancia primero en España y posteriormente en Cuba, como fue el caso del grupo Moneda Dura, que lamentablemente se perdió en el laberinto del tiempo y otros … diretes. El ejemplo más trascedente de esta influencia es el dúo Buena Fe y la banda que le acompaña.

Sin embargo, la aparición y posterior trascendencia de Orishas en el entorno europeo primero y latino posteriormente, mostró que había una música cubana que no estaba atada a determinadas fórmulas creativas –ni del pop/rock, ni de la tradición sonera proveniente de los años cincuenta—impuestas o aceptadas por el mercado y los públicos. Ellos trajeron sus propias reglas del juego en materia creativa y esas reglas le otorgaron una total originalidad a nivel internacional.

  

¿Cuáles fueron o son, pues aún funcionan, las propuestas creativas que les definieron y que a su vez le lanzaron a un estrellato inimaginable para ese entonces; sobre todo cuando el mercado estaba pujando por abrir una ventana musical e ideo-estética a la generación que debía inaugurar el siglo XXI?

Para una total comprensión del fenómeno Orishas y su trascendencia internacional, se debe antes que todo referenciar el movimiento de hip-hop o del rap cubano, del cual Yotuel, el Ruzzo y Flaco-Pro (fue fundador del grupo) provienen.

El hip-hop cubano para los años noventa ya había comenzado a llamar la atención de importantes productores, europeos fundamentalmente, por su demostrada autenticidad y su papel de crónica social sobre determinados temas que la sociedad cubana no se atrevía a abordar con la franqueza y sinceridad necesaria; siendo los más recurrentes el racismo, la marginalidad social de ciertos grupos humanos y la impronta religiosa heredada del África; muy a pesar de que la libertad de credo y cultos había sido refrendada en las enmiendas constitucionales del año 1992.

Y aunque no gozaba de difusión en los medios masivos, los raperos cubanos movilizaban grandes grupos de seguidores en sus presentaciones, sobre todo a la urbanización conocida como Alamar donde cada año celebraban un festival al que poco a poco fueron concurriendo cultores del género de diversas partes del mundo. Sería uno de esos productores el que organizaría el viaje del grupo Amenaza, uno de los más conocidos y prestigiosos del movimiento, a Bélgica para un intercambio a fines del año 1996.

Lo que ocurrirá después es historia harto conocida. Angá hará un proyecto musical para satisfacer determinadas inquietudes musicales, para ello encontrará apoyo en un DJ francés; y juntos lanzarán una convocatoria para reclutar músicos afines a este sueño que tendrá su punto de salida con la grabación del disco Orishas a lo cubano, que se convertirá en un acontecimiento musical inimaginado.

Mientras Orishas acaparaba la atención de medios, promotores y entendidos, en Cuba se comenzaban a abrir las puertas a la influencia del sonido que algunos puertorriqueños y otros latinos asentados en los Estados Unidos, fundamentalmente en la ciudad de Miami, empezaban a cultivar y difundir lo que se conocerá como reguetón; y que a diferencia del derroche creativo de los cubanos, basaba su estructura en pasajes monocordes y una auténtica escasez de recursos creativos en materia temática; o al menos con letras ínfimamente menores que las historias que contaba el trío cubano. La razón era más que sencilla: trabajaban para públicos meta diferentes, aunque Orishas llegaba a todos los públicos sin importar generaciones.

Musicalmente Orishas era una relectura de diversas zonas de la tradición musical cubana ajustada a los tiempos que vivían, enriquecidas con las influencias de la música electrónica europea y otras corrientes universales. Aún la industria no había lanzado su definición de música urbana; y en Cuba una parte de los raperos cambiaba el rumbo ante los vientos que comenzaban a soplar.

Ser como Orishas era profundamente complicado para algunos, debía haber una ruta más corta hacia el éxito y la fama; además no se podía perder tiempo escribiendo historias con los mismos argumentos de los tiempos anteriores. Lo acertado era tomar la ruta de la cursilería y como complemento solo si, y solo sí, era necesario algún pasaje de música cubana conocido. Las amarras de la ignorancia y la marginalidad eran soltadas y en el mar de la sociedad cubana navegaban barcos con cargas altamente tóxicas. El reguetón entraba en la escena nacional.

 

 

…si se va a formar, que se forme…

Con tal frase se comenzaría a definir, al comienzo del año 2004, una ruta alternativa a la fuerte corriente reguetonera que comenzaba a dominar la escena underground cubana y que llevaría por nombre Los 4 y que daba continuidad a una corriente que aunque no renunciaba a su filiación con el hip-hop, estaba a la búsqueda de una alternativa que no estuviera sujeta al mimetismo del mercado y que sonara lo más cubano posible. Se pudiera inferir que esta corriente estaría cercana al trabajo de Orishas; y no era para menos: había interacción entre la rumba más contemporánea, el son y sobre todo un tratamiento de determinadas zonas musicales al estilo del ritmo mozambique.

Mientras tanto Orishas continuaba su senda ascendente a nivel internacional y su propuesta encontraba eco en diversas partes del continente, como ocurrirá en Puerto Rico con el grupo Calle 13. A priori parecía que existían alternativas coherentes a las que el mercado comenzaba a imponer, pero no fue así.

Solo Calle 13 logró trascender los márgenes impuestos por el mercado, la variante cubana se vio doblemente limitada. De una parte no logró acceder a los grandes circuitos de distribución musical debido al fatalismo político que ha incidido en la música cubana por más de cincuenta años; y por otra parte la industria nacional no tuvo la suficiente visión para abrazar esta propuesta creativa, encauzarla y convertirla en alternativa interesante para el mercado.

La oportunidad para liderar desde una posición ventajosa el asunto “género urbano” en Cuba se perdía. La sociedad en general pasaba a asumir una posición defensiva ante el desarrollo de los acontecimientos que se fueron presentando.

Orishas a lo largo de su carrera en esta primera etapa de su existencia no tuvo presentaciones regulares en Cuba, solamente viajaron en una oportunidad como parte del proyecto “Paz sin fronteras”; tal vez esa distancia fue el caldo de cultivo para que su impronta en el panorama nacional no tuviera el peso que se hubiera deseado.

Quince años después Orishas retorna a la vida musical cubana. Tal vez no sea tarde para que su influencia se extienda sobre determinadas zonas de esta. Hasta el presente su propuesta parece seguir la ruta fundacional, lo que reafirma lo auténtico de su elección creativa. El mercado sabe el peso de la misma y espero no se resista a reconocer que hay un público que admira y respeta la diferencia aunque acepte –a regañadientes—lo que se le impone de modo indiscriminado.

No tenemos una segunda oportunidad.

 


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