Los pueblos indígenas frente a las pandemias


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El Día Internacional de los Pueblos Indígenas será conmemorado este 9 de agosto de 2020 en medio de muy complejas circunstancias. La extensión planetaria de la pandemia y su impacto sobre las comunidades originarias plantea un desafío enorme para estos colectivos que ya estaban en situación de vulnerabilidad antes de la propagación del nuevo virus.

Los altos niveles de contagio de la Covid-19, los precarizados índices de salud –elevada mortalidad materna e infantil, malnutrición, diabetes, enfermedades cardiovasculares y otras–, las dificultades para acceder a los servicios médicos y recursos básicos, incluso al agua, la muerte prematura de muchos abuelos y abuelas, sabedores y protectores del legado cultural de su gente, guardianes de sus territorios y guías de las nuevas generaciones, y la inacción o la respuesta insuficiente por parte de los Estados, enfrentan a los pueblos indígenas de las Américas a una situación que parece repetir la vivida por sus ancestros en los primeros tiempos de la conquista y la colonización.

La llegada del virus a los pueblos en aislamiento voluntario o en contacto inicial amenaza sus existencias. El grito de alarma que llega desde comunidades aisladas y rurales se escucha también en contextos urbanos donde hombres y mujeres indígenas laboran, mayoritariamente de manera informal, en sectores particularmente afectados por la pandemia. Al mismo tiempo, las medidas de enfrentamiento que incluyen las restricciones a la movilidad, también perturban la agricultura y las industrias de elaboración de alimentos, que en muchas de nuestras regiones dan empleo a trabajadores nativos.

Conjuntamente con la propagación del virus, ha ido creciendo la pandemia del extractivismo y, con ella, proliferan la criminalización y el asesinato selectivo de líderes indígenas comprometidos con la defensa de sus territorios mientras aumenta la impunidad de los responsables. 

Los pueblos indígenas dan cuenta de la diversidad de culturas, epistemologías y formas de vida que caracterizan a la especie humana. El ejercicio pleno de sus derechos, internacionalmente reconocidos en el Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales (1989), y en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas (2007), constituye un horizonte a alcanzar que se aleja debido al incremento de la desigualdad, las desventajas, la discriminación y la exclusión.

Resulta imprescindible hacer mención de los retrocesos en países como Bolivia, donde un presidente indígena fue removido por un golpe de estado fundamentalista y racista, perpetrado con el apoyo de las fuerzas conservadoras del continente y los Estados Unidos. De igual modo es preciso denunciar los innumerables asesinatos de líderes y activistas indígenas en Colombia, lo cual, como ha dicho la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), debe ser considerado como genocidio, y también el aumento de la discriminación y la creciente violencia que ejerce el estado chileno contra el pueblo mapuche. La situación de Brasil es particularmente delicada debido a las políticas abiertamente fascistas implementadas contra las poblaciones nativas por el gobierno de Bolsonaro. A todo ello habría que sumar las complejas realidades que, bajo la administración de Donald Trump, padecen los migrantes indígenas del Sur e incluso los propios nativos estadunidenses. Téngase en cuenta que la población navajo ha alcanzado la mayor tasa de infección per cápita de los Estados Unidos, por encima de la registrada por cualquiera de los estados de ese país.

Frente a la covid-19, los pueblos indígenas, desde sus comunidades y mediante la activación de sus propias estrategias en correspondencia con sus formas específicas de organización, sus culturas, conocimientos ancestrales, sistemas de salud y en sus idiomas, están demostrando una extraordinaria capacidad de resiliencia. Pero es preciso que tomemos conciencia de que el riesgo de que resulten víctimas  de un exterminio físico y cultural es una realidad, y que es imprescindible que se articulen e implementen con urgencia, de conjunto con los propios Pueblos, medidas y acciones que permitan responder, en cada contexto y de forma apropiada, a las consecuencias de la crisis actual sin olvidar sus causas estructurales y sistémicas, indisolublemente ligadas a la lógica expansionista de producción y reproducción del capitalismo.

La Casa de las Américas creó en 2011 un Programa de Estudios sobre Culturas Originaras de América para contribuir al conocimiento –con la participación de representantes de los propios pueblos– de las realidades de Abya Yala e Isla Tortuga. Desde ese espacio realizaremos de manera digital, del 12 al 16 octubre de 2020, un Coloquio Internacional centrado en las reacciones y respuestas de los pueblos indígenas frente a los extractivismos. El encuentro incluirá también un espacio dedicado al tema: los pueblos indígenas, la Madre Tierra y la pandemia. Esta será nuestra contribución a un debate impostergable.

Es necesario aprender de los pueblos indígenas y renovar, junto a ellos, el pacto colectivo con el planeta del que formamos parte y con todas sus formas de vida. Es hora de escuchar y de actuar.

La Habana, 9 de agosto de 2020.

 


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