Marta Rojas: Detrás de la trinchera. Vietnam desde el reportaje


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Como corresponsal de guerra, Marta Rojas fue testigo de un momento histórico que no ha podido agotar en los artículos y crónicas que ha publicado. El asunto es infinito, por eso acude con gusto al llamado que le hizo el poeta Ernesto Cuní, en nombre del Centro Provincial del Libro y la Literatura, para que hablara en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba sobre su participación como periodista en Vietnam: ¿cómo fue que llegó a ser corresponsal de guerra en Vietnam?

En 1963 se fundó el Comité Cubano de solidaridad con Vietnam del Sur −comentó Marta Rojas−. Melba Hernández fue escogida por Fidel para ser su presidenta. Hacía muy poco tiempo que se habían restablecido las relaciones entre Cuba y Vietnam , existía ya una embajada en Cuba. Melba sabía que yo era periodista del periódico Revolución, le  dije que yo escribía mucho sobre lo que me contaban los vitnamitas, pero que yo quería ir a Vietnam. Ellos accedieron, el periódico mandó a Raúl Valdés Vivó. Llegamos al Norte y después pasamos al Sur. Tengo la satisfacción de ser la primera mujer latinoamericana que fue al Sur de Vietnam como corresponsal de guerra. Los vietnamitas ganaron la guerra, entre otras cosas por su poder de discreción. Tuve el privilegio de estar tres meses en el Sur. En Hanói vi a Ho Chi Minh y conversé con él.

Por espacio de una hora, la periodista, con una memoria verdaderamente privilegiada, contó anécdotas muy interesantes, sobre todo por la evocación de la naturaleza que hizo con una plasticidad propia de la novelista que es: la manera de luchar de los vietnamitas, cómo vivían, trabajaban y estudiaban a pesar de la guerra.

La selva era muy espesa, solo la había visto en películas, arriba la vegetación era tan tupida que formaba un techo, no se veía el cielo, por abajo había caminos con bicicletas, motos, de todo. Recuerdo en especial en una aldea una sastrería, allí nos hicieron ropas para que la usáramos para poder caminar cómodos y confundirnos. Llovía mucho y yo casi no podía utilizar mi libreta de notas porque se mojaba y la tinta se hacía ilegible, así que mi principal instrumento fue la memoria, apuntaba el nombre de lugares y de la gente.

Los vietnamitas son muy precavidos e inteligentes. Si pudieron ganar esa guerra en la que tenían menos armamentos, fue por su capacidad para resistir; algo que ya habían aprendido cuando la guerra de liberación contra Francia, una guerra de guerrillas. Mientras los americanos llevaban sus pesadas mochilas, ellos no tenían. Cada uno llevaba un poco de arroz cocinado.

Hay momentos muy dramáticos que nunca voy a olvidar, como cuando vi la luz saliendo de la piel de hombres y mujeres en un hospital por donde antes yo había pasado. Yo creía que eran lucecitas a lo lejos, y no, se estaban quemando con aceite naranja. Fue horrible, pero no tenían miedo. Así, mientras los hombres iban a la guerra, las mujeres trabajaban, cargaban agua para las cosechas.

Terminó la periodista luego de hacer un reportaje desde sus recuerdos, evocando a Ho Chi Minh:

Era un hombre de una cultura extraordinaria, hablaba chino clásico, ruso, francés e inglés. A las 7 de la mañana yo estaba en Palacio y veo un hombre venir hacia mí, me recordé de la descripción de Martí en «Un paseo por la tierra de los anamitas». Me preguntó por Fidel y me dijo: −Mándele saludos, dígale que yo leo sus discursos.

Han pasado ya muchos años. Marta Rojas pasa de los noventa, pero el recuerdo de Vietnam y su gente sigue tan fresco en su memoria como cuando en plena guerra reportaba el valor de aquellos hombres y mujeres a los que jamás pudo olvidar.

A la pregunta de Ernesto Cuní sobre si sintió miedo en la guerra, contestó sin titubear: −No, nunca he sido una mujer miedosa.


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