Nicolás Guillén (1962-1989). + Video


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Nicolás Guillén

"Tuve el privilegio de ver cómo hacía artículos de prosa impar sobre temas caros a la población, ejemplo de hombre de letras al servicio de las mejores causas"

Nancy Morejón

Los conquistadores españoles bautizaron aquel lugar con el nombre de Santa María del Puerto Príncipe. Después se le dio el nombre de Camagüey, de raigambre indígena. Allí nacería Nicolás Guillén el 10 de abril de 1902. Toda su obra creadora está destinada a la confirmación de una auténtica poesía cubana de hondo sentido popular. Afincado en nuestro pueblo, hombre de pueblo, concibió por especial merecimiento de su quehacer, la producción de una lírica hecha de procedencia española y africana. Percibían sus lectores desde sus primeros libros aquel vibrante colorismo, la musicalidad sandunguera, el ritmo de fuente africana y los elementos folklóricos. Todos estos rasgos fundamentales quedaron no olvidados sino integrados raigalmente a su posterior poesía social.

De tal modo, el poeta camagüeyano arribaba a una esencial poesía que sintetizaba nuestra nacionalidad. Revisando su trayectoria no podemos excluir sus rasgos negros o mulatos de los españoles, ya que se ha logrado un fenómeno que Fernando Ortiz llamó transculturación. Palpita en sus composiciones poéticas algo propio, particular, que reconocemos como lo cubano, pues transparenta nuestra identidad, la singular personalidad del pueblo cubano.

Desde su despierta adolescencia, escribió sus iniciales composiciones que salieron en revistas de provincias, desde El camagüeyano gráfico, la manzanillera Orto siguiendo hasta la habanera Castalia. 1922 resulta un hito significativo: Ingresa en la Universidad Nacional para obtener el diploma de abogado. Los sonetos "Al margen de mis libros de estudio" reflejan su desaliento, la depresión de su frustrada experiencia. Retorna a su ciudad natal. Funda la revista Lis, término derivado del modernismo, lo que no impide encontremos páginas que demuestran la madurez y agudeza de sus observaciones.

Decide la preparación de su primer libro, Cerebro y corazón, con cuarenta y seis piezas. Un buen número acoge la temática amorosa, los menos, ciertos acentos de religiosidad, y reflexiones filosóficas que no se apartan de aquellas empleadas por don Ramón Campoamor. Captamos el influjo de la lectura de Darío y de Bécquer, finalmente, desistió de su publicación. ¿Por qué? Quizás serían las dificultades económicas inevitables. También pueden achacarse al hecho de que el jovenzuelo atisba que dichas composiciones revelan que las había dejado atrás: Estaba ya con otros objetivos.

Durante cinco años guarda silencio. Suspende sus colaboraciones. Durante el año 1927, Ángel Augier encuentra poemas de este período de transición. Disponen de evidentes rasgos de la vanguardia. Había vuelto a la capital. Conoce a gentes de su generación que forman tertulias y asumen actitudes nuevas ante las creaciones artísticas y literarias. Creaba relaciones de amistad con Gustavo E. Urrutia quien publica en el Diario de la Marina su sección "Ideales de una raza". En ella incluye una página que entrega Motivos de son (1930). Apuntó más tarde José Antonio Fernández de Castro:

“Recuerdo el día en que aparecieron. Todo el pequeño mundo intelectual mejor de Cuba, se ocupó de ellos. Unos en pro. Otros en contra. Y en prueba de que expresaban el alma musical del pueblo cubano, tan teñida de negro, es que al poco tiempo, se cantaban en todos los lugares del país, con distintas músicas, pues los compositores nativos se dieron en el acto a interpretar los nuevos poemas de Guillén [...].”

Dichos ocho poemas-son, le dieron fama en todo el país, muchos amigos y también muchos enemigos. No era temática a la que podía darse publicidad. Mejor era no hablar de esos temas; muchos negros y muchos blancos reaccionaron con iracundia, aunque por distintas causas. La prosodia estaba tomada de la manera de hablar de negros, mulatos y blancos habaneros.

Búcate plata,

búcate plata,

popque no doy un paso má:

etoy a arró con galleta,

na má.

Los Motivos... fueron musicalizados por relevantes compositores: Amadeo Roldán, Alejandro García Caturla, Eliseo y Emilio Grenet. Si el descubrimiento del poema-son brotó por el impulso dado por conjuntos musicales típicos, como el Sexteto Habanero, así regresaba al ámbito musical. De ahí la profunda vinculación de música y poesía que es fundamental esencia en la creación guilleneana.

Songoro cosongo (poemas mulatos) surge en 1931. No ha concluido aún el estruendo de Motivos de son cuando le sigue de cerca esta obra mucho más elaborada, con una técnica mucho más perfecta. Le precede un prólogo del autor:

Diré finalmente que estos son unos versos mulatos. Participan acaso de los mismos elementos que entran en la composición étnica de Cuba, donde todos somos un poco níspero. ¿Duele? No lo creo. En todo caso, precisa decirlo antes de que lo vayamos a olvidar. La inyección africana en esta tierra es tan profunda, y se cruzan y entrecruzan en nuestra bien regada hidrografía social tantas corrientes capilares, que sería trabajo de miniaturista desenredar el jeroglífico.

Y mucho acentuaba su importancia, la carta que le escribiera a su autor don Miguel de Unamuno el 8 de junio de 1932 tras saludarlo como "Señor mío y compañero":

No he de ponderarle la profunda impresión que me produjo su libro, sobre todo Motivos de son. Me penetraron como a poeta y como a lingüista. La lengua es poesía. Y más que vengo siguiendo el sentido de la música verbal de negros y mulatos. [....] Usted habla, al fin del prólogo, de "color cubano". Llegaremos al color humano universal e integral. La raza espiritual humana se está siempre haciendo. Sobre ella incuba la poesía.

Su poema "Llegada", acentúa su profunda intención: "Traemos / nuestro rasgo al perfil definitivo de América". Los indicios reciamente sensuales quedan sobrepasados por "Mujer nueva" donde la negra, mujer nueva viene "coronada de palmas / como una diosa recién llegada [...]".

Considerado como culminación de su etapa negrista, Songoro cosongo incorpora poemas que sobrepasan esta temática. Asoma la actitud antiimperialista, en Caña: "El yanqui sobre el cañaveral". Por otra parte, La canción del bongó recalca la mixtión de las dos razas, las dos culturas, lo africano y lo español que van uno al lado del otro: "porque venimos de lejos / y andamos de dos en dos".

West Indian Ltd. (1934 ) inaugura una nueva etapa. Puede estimarse como una síntesis de lo logrado anteriormente, que se abre a estructuras y contenidos nuevos. La atención autoral traspasa los límites de la Gran Antilla y fija su mirada en las otras que forman las llamadas "Indias occidentales". El extenso poema homónimo habla de la Pointe-a-Pitre, de Kingston, de los explotados hombres con distinto color de piel, y los otros, yanqui o francés, que se aprovechan de su labor. La ironía se vuelve sarcasmo.

La circunstancia histórica recrudece la condición del pueblo cubano. Guillén publica en México Cantos para soldados y sones para turistas (1937). La dictadura castrense utiliza a los soldados como instrumentos. Combatir la tiranía no estaba dirigida contra los soldados que formaban parte del pueblo: "No sé por qué piensas tú, / soldado que te odio yo, [...]".

Yo creo que con la poesía revolucionaria ha ocurrido algo semejante a lo que ocurrió con la llamada poesía vanguardista hace diez o doce años: Es decir, hubo un gran número de personas que jamás habían sido poetas, que creyeron ver en aquel movimiento una magnífica ocasión para sentirse tales. Me parece que estamos en tiempo de que decurse de una vez esta etapa de remoción, que aún anda por el cartelesco, por lo que sólo es mala propaganda, sin preocupación popular y, desde luego, sin la más remota emoción poética. El poeta puede hacer revolución, pero al mismo tiempo debe hacer poesía, esto es hacer arte. Con esa preocupación es que he "tratado de construir mi libro". (febrero de 1937).

1937, año crucial. El poeta cubano edita en México y en Valencia, España, Poema en cuatro angustias y una esperanza. Ha ocurrido el alzamiento fascista, los pueblos de todo el planeta apoyan la causa republicana. Guillén con Juan Marinello, Alejo Carpentier, Félix Pita Rodríguez y Leonardo Fernández Sánchez conforman la delegación cubana que concurre al Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura en Madrid, Valencia y Barcelona bajo los bombardeos enemigos. Aunque la obra señala cuatro angustias y una esperanza, esta predomina sobre las otras. Con un propósito tan universal, sus versos responden al carácter culto que se esparce por toda la obra, escrita antes de su visión directa y personal de la tragedia que vivía el pueblo español, lo que no obstaculiza su virtuosismo formal.

Por un decenio no edita ningún libro, El son entero, como "suma poética" de 1929 a 1946, lo publica en Buenos Aires la editorial Pleamar. Su última sección la ocupan los poemas hasta ese momento inéditos que lleva el título del libro. Incluye poemas antológicos con una señal simbólica como ocurre con Guitarra y Ébano real; un recuento de un reciente periplo por América del Sur: Son venezolano, Una canción en el Magdalena, otros, de amor como Rosa tú, melancólica, y referido a la muerte: Iba yo por un camino. Indudablemente, la aparición de este tomo contribuyó grandemente a la mayor difusión y valoración de la creación guilleneana. Textos musicales completan este volumen, enriquecido por los dibujos del pintor cubano Carlos Enríquez.

Desde 1953, el poeta vive en el destierro, impedido de regresar a su patria regida por la dictadura de Batista. Cuando vuelve en enero de 1959 trae como obsequio La paloma de vuelo popular (1958) fresco aún de las prensas bonaerenses. Antes de este período azaroso publicó en la modesta imprenta de Felito Ayón Elegía a Jesús Menéndez (1951) en el papel de bagazo como había hecho tres años antes su Elegía a Jacques Roumain. Este "oratorio revolucionario" está dedicado al "general de las cañas". Los más diversos recursos usa el poeta, hasta las cotizaciones bursátiles, los versículos al modo bíblico, el Son del soldado, etcétera. Cada una de las siete secciones de esta magna elegía posee valores propios. A partir del hombre concreto, el dirigente azucarero conquista una estatura insólita que profetiza la nueva época por la que ha muerto para exclamar: Mirad, he aquí el azúcar ya sin lágrimas.

Testimonio de la victoria revolucionaria de 1959, con las experiencias de la lucha armada, del enfrentamiento ante las asechanzas del imperialismo y la solidaridad mundial sin olvidar el afán de la justicia y la liquidación del racismo, es Tengo (1964). Exacto el título escogido: Expresadas en las técnicas tradicionales, romances y décimas, siempre con acento de modernidad que caracteriza su creación, el poeta camagüeyano maneja la sátira con la agilidad y certeza propias de su estro.

Mostrando la juvenilia de su espíritu una faceta nueva, ¿nueva?, transparenta El gran zoo (1967). Bestiario múltiple, diverso e insospechado; donde las habituales piezas están acompañadas por el Aconcagua, el ciclón, el ku klux klan (KKK), la bomba atómica, siempre con la gracia, el tono sarcástico. Nadie duda que es fruto de un ánimo juvenil.

Para corresponder a las felicitaciones que recibía por su feliz arribo a la setentañía entregó a la prensa dos obras: La rueda dentada y El diario que a diario. Los dientes de la rueda habrían de tener en cuenta no sólo lo popular, inevitable en nuestro poeta. Asimismo lo íntimo, tan recatado como es, que nos ofrece interiores la sección Vivencias: "Pienso en mis largos días sin camisa ni sueños [...]". La sección Salón independiente presenta los artistas plásticos más preferidos y cercanos.

El diario que a diario emerge de una curiosa perspectiva de lo que es, o puede ser, el periodismo. Con un propósito cinematográfico sostenido, mantenido, por la agudeza irónica que conocemos ya, pero utilizado para captar el proceso histórico que percibe según pasamos las páginas, salta la sonrisa cuando no una fresca carcajada, sin excluir el picor sarcástico, cáustico.

Todos los que fuimos amigos entrañables de Nicolás Guillén guardamos como un tesoro la imagen de su figura, de sus gestos, de sus palabras. Recordamos cómo era su relación con los niños, cómo se le hacía suave su voz y tiernos sus ademanes. Varias veces a lo largo de su creación le atrae el tema de los niños. Todo llega a su clímax en Por el mar de las Antillas anda un barco de papel (1978), subtitulado "Para niños mayores de edad". Adivinanzas y canciones, poemas con ternura y vivacidad con el ritmo que domina como maestro. Al nuevo amiguito lo invita a jugar, y el retozo y la alegría cunden por doquier.

Recién egresado de la universidad asistí al triste homenaje rendido al poeta Miguel Hernández quien tras indecibles sufrimientos acababa de morir en una cárcel franquista. Intelectuales distinguidos y relevantes que allí hablaron entre ellos estaba Nicolás Guillén. Después conversé un rato con el autor de Sóngoro cosongo. Sabía de la importancia de su obra, de su trascendental contribución a la poesía cubana. Me acogió amablemente. A partir de este instante quedamos como buenos amigos. Cuando en la modesta imprenta de Felito Ayón en la calle Empedrado apareció la primera edición en papel de estraza de su Elegía a Jesús Menéndez salí orgulloso con un ejemplar dedicado.

Pasaron muchas cosas después. No pudo regresar a su patria en 1953 dada la situación que atravesaba el país. Conocí de sus viajes y sus triunfos. Cuando regresó en enero de 1959, fui a visitarlo, me entregó un ejemplar de sus Elegíes antillaises, traducción de Claude Couffon, con uno de aquellos dibujos con los que ornaba sus palabras de amistad cariñosa. Era exactamente el 12 de febrero de 1959. ¡Cuántas veces estuvimos juntos en aquel bregar cotidiano de enfrentamientos, victorias identificadas con la causa de nuestro pueblo! Con frecuencia me llamaba por teléfono y teníamos sabrosas conversaciones. Estampaba sus palabras ahora con afectos para Salvador y Ada. Reiteradamente mi mujer y yo comentábamos este intercambio que personalmente teníamos con aquel inmenso creador de poesía.

 

 


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