Todavía le queda voz


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Portada del CD "Para Siempre Embale" Sello EGREM. Foto: Cubarte Español- Facebook

Contraportada del CD "Para Siempre Embale

En mitad de la década del ochenta de la pasada centuria—cuando el CD se debatía entre los pañales de gasa y los culeros desechables—el compositor Ricardo Díaz le produce un disco al cantante Carlos Embales. Para ese entonces los caminos del son y rumba en Cuba se comenzaban a entroncar en lo que se definiría como Timba y de alguna manera el nombre de Ricardo Díaz, junto al de otros compositores, sería una cita recurrente.

En el disco en cuestión Embale da riendas sueltas su capacidad de improvisar en la rumba, de interpretar un guaguancó y sobre todo llevar la expresión sonera a un nivel inimaginable; para redondear el disco de marras (un LP o LD, según el hablante) no podía faltar un bolero bien macho.

Terminado el proceso de grabación y toda la producción de esta obra, Carlos Embale regreso a su papel como voz principal del Septeto. Con todo el derroche de modestia y humildad que le caracterizaba siguió cantando aquellos temas que parecían no pasar de moda.

 

Septeto Nacional de Piñeiro y su director Frank “el Matador” Oropeza en la presentación de "Para Siempre Embale

Embale era la voz que identificaba al Septeto Nacional de Piñeiro, bajo su embrujo los cubanos de esa época se acercaron a esa agrupación formada por siete hombres de avanzada edad, que vestían impecablemente. Tanto era el respeto que inspiraban que al final de las tardes de viernes en la Casa de la FEU-- donde habitualmente se presentaba el Septeto junto al Sierra Maestra, de igual formato que habían asumido parte del repertorio escrito por Piñeiro. Muchos estudiantes se congregaban para escucharles, incluso algunos osados se atrevían a cantar a viva voz los temas de ambas agrupaciones y más de uno se paró ante los micrófonos.

Para los años noventa –de esta misma centuria— el Septeto Nacional, lo mismo que otras formaciones afines, entre las que se pueden incluir los conjuntos de son y algunas orquestas charangas, estuvieron sometidas a un nivel de presión social y musical tal que muchas se fueron disolviendo y los que lograron sobrevivir a duras penas encontraban espacios no ya de presentación, sino que fueron excluidas totalmente de la cadena de difusión. Vergonzosamente muchos músicos y parte importante de los promotores radiales expresaron abierta y veladamente su rechazo a esta música y a sus figuras.

Sin embargo; las cosas comenzaron a cambiar una vez que el fenómeno Buenavista Social Club copo todos los espacios posibles. Aquellos que habían negado tres veces a esos músicos y a esa música comenzaron a ponderarla; y como siempre ocurre hubo quienes mutaron a la tradición buscando pingües beneficios que nunca encontraron. Lamentablemente la vida cobro su peaje y muchas de aquellas voces y músicos excluidos no pudieron recibir el acto de desagravio cultural que los años posteriores traerían. Carlos Embale fue uno de esos que estuvo ausente.

Veinte años después de su muerte, como una muestra de admiración y respeto por su impronta dentro de la música cubana el Septeto Nacional y la EGREM unen esfuerzos para homenajear a “el Chino” Embale y editan el CD Para siempre Embale; con la producción ejecutiva de Frank “el Matador” Oropeza quien hoy dirige el Septeto Nacional.

Momentos de la conferencia de prensa para presentar el CD "Para Siempre Embale"

Lo interesante de Para siempre Embales es el concepto general que define al disco. Es un homenaje a quien por casi medio siglo fuera su voz principal, pero pensado, cantado y tocado desde diversos modos. Ciertamente hubiera sido fácil y cómodo haber regrabado los éxitos que conocimos en su voz; pero creo que no hubiera sido ni honesto y el mismo Carlos Embale hubiera renegado de este homenaje

Los productores han apelado a una fórmula que ha rendido sus frutos en anteriores propuestas: combinar diversas generaciones y estilos interpretativos para satisfacer a todos los públicos. Por lo que combinar en una producción a Los Muñequitos de Matanzas con Armando (Mandy) Cantero, a Sixto El indio” Yorente con Yolaysis Miranda y algunos exmiembros fundadores de Yoruba Andabó como es el caso de Chan o el Nakando; rompe de alguna forma con los presupuestos que se han establecido como un dogma para este tipo de producciones.

Tal apuesta confirma que no siempre los “productores de línea” son poseedores de la verdad absoluta; romper la norma tiene como resultado un disco donde lo auténtico supera a la moda o las propuestas que supuestamente prefiere el mercado musical de estos tiempos.

Pero la propuesta va más allá. Los nombres de los músicos involucrados hablan de un variopinto derroche de estilos, modos de ejecutar que hacen que se olviden los “instrumentistas obligados” que aparecen en casi todos los discos de este corte que se producen. Viva entonces pues la diversidad. Y como colofón debe destacarse el equilibrio interpretativo logrado; curiosamente es un disco homenaje, no un disco marcado por la siempre latente necesidad de sobresalir de los participantes. El respeto y el sentido común son herramientas solidas que por momentos restringen las emociones y los entusiasmos musicales.


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