10 de octubre: Día de la Patria


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El 10 de octubre de 1868 ocurre el parto de la nación cubana tras una extendida gestación de más de trescientos cincuenta años. El ser humano llegó a Cuba desde 7 500 años a.p. pero fue la conquista y colonización española iniciada en 1510 la que marcó el inicio del proceso de mestizaje genético y cultural que daría al traste con una nueva nación teniendo a aruacos, españoles y africanos como troncos raigales y en las ramas sus mezclas y otras inmigraciones. El criollo cubano blanco no se sentía ya desde ha mucho como un “español americano” y el criollo negro sentía al África en su piel y su alma pero tampoco se sentía africano. A la vez, ya el mestizo mulato no era solo de piel parda, muchos habían blanqueado o ennegrecido pero no podían, por mucho que quisieran, sentirse aislados de esa influencia interior que significaba haber surgido de raíces distintas pero pertenecer a un solo lugar.

Lo que nació el 10 de octubre de 1868 fue la patria cubana, heredera de una cultura de resistencia a la opresión iniciada por los caciques Guayucayex, Hatuey, Caguax, Yucaguayex, Guamá… y las caciquezas Anacaona, Guarina, Casiguaya. Continuada por los cimarrones y apalencados, los vegueros habaneros, los esclavos sublevados en Quiebra Hacha y el Cobre,  los sublevados de José Antonio Aponte, la formidable Carlota, la conspiración de Vueltabajo, el alzamiento de Joaquín de Agüero…

Una patria que ya tenía un pensamiento propio filosófico, político, económico, científico, médico. José Agustín Caballero, José Antonio Saco, Félix Varela, José de la luz y Caballero, Tomás Romay, Carlos J. Finlay, Álvaro Reinoso… con una Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana y por qué no con las ideas sociales precursoras de Aponte.

Una patria con la poesía romántica de José María Heredia, y la de Juan Francisco Manzano, Gertrudis Gómez de Avellaneda, la Condesa de Merlin… con la novelística de Cirilo Villaverde. Un deporte propio como el béisbol y su propio género musical, el son. Una nación con sello propio que quería independencia política porque la tenía de sangre y cultura. Y en ese proceso de la primera guerra extendida hasta el 16 de abril de 1879 cuando abandonó el campo insurrecto el último jefe rebelde: Ramón Leocadio Bonachea, se fraguaría esa nación que quería además justicia social y por eso la abolición de la esclavitud fue proclamada con el ejemplo de Carlos Manuel de Céspedes en su finca Demajagua pero aprobada en la primera asamblea constituyente de la nueva república en Guáimaro.

En ese proceso que no solo era bélico sino esencialmente cultural, tendríamos en 1878 la inauguración de la primera liga cubana de béisbol y el 1ro. de enero de 1879, el primer danzón “Alturas de Simpson” de la mano y mente talentosas de Miguel Faílde y en la década siguiente nacería la rumba, hoy patrimonio cultural espiritual de la humanidad. El 10 de octubre no fue el mero inicio de una contienda, es el Día de la Patria y Céspedes como su padre.

En tiempos de la república neocolonial se aprobó en algún momento llamarle a la fecha “Día de la rebeldía” lo cual no caló profundamente y mucho menos después de 1959 en que fue realzado el 26 de julio como “Día de la rebeldía nacional” por los sucesos de 1953. “Grito de la Demajagua” o “Grito de Yara” se le ha llamado indistintamente o sencillamente “Inicio de las guerras de independencia”.

Insólitamente un documento oficial de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que señalaba las fechas más sobresalientes por países en el decenio de los afrodescendientes (2015-2025) le denominó “Día de los negros” y así circuló en el sistema de esa organización, lo que conllevó a una aclaración por la delegación cubana al Comité contra la discriminación racial (CERD, por sus siglas en inglés) en 2011. No sabe este escriba de qué fuente se extrajo la información sectaria e incongruente históricamente. No hay una patria para los negros cubanos ni para los blancos ni otros cubanos.

Carlos Manuel de Céspedes y Castillo había nacido en Bayamo el 18 de abril de 1819, aún no había cumplido los cincuenta años cundo se alza en armas. Abogado, hacendado, poeta, músico y compositor, esgrimista, jinete, político y polémico citó a los conspiradores de Bayamo y Manzanillo a su finca y adelantó el levantamiento previsto para el 14 de octubre pero que había sido descubierto por las autoridades coloniales. Junto a aquellos, reunió a sus esclavos, una pequeña dotación y los declaró libres. En lo adelante serían ciudadanos y convocados libremente a incorporarse al Ejército Libertador que pronto sería bautizado como “mambí”.

Fidel Castro Ruz diría cien años más tarde: “…porque en Cuba solo ha habido una revolución, la que inició Carlos Manuel de Céspedes en la Demajagua y que hoy nuestro pueblo lleva adelante” y es que los ideales de plena soberanía nacional, justicia social e igualdad han constituido, con las características de cada momento histórico, el programa estratégico revolucionario.

“…ellos hoy hubieran sido como nosotros, nosotros ayer hubiéramos sido como ellos”, exclamaría el líder de la Revolución en otro momento como otro ejemplo de continuidad.

Y ciertamente, a la ciudad de Bayamo, monumento nacional, se le llama “la cuna de la nacionalidad cubana” por sus patriotas, por el ser la primera capital de la Revolución durante tres meses y por La Bayamesa o Himno Nacional, devenido Himno Nacional cubano. Pero la nación cubana fue fraguándose a lo largo y ancho del archipiélago, en aquella centuria decimonónica.  ¿Acaso no a Matanzas no le debemos el béisbol, el danzón y la rumba compartida con La Habana? ¿El changüí ya no campeaba por los lomeríos de Guantánamo? ¿El son montuno no nació en las serranías orientales? ¿El punto cubano no tenía ya tonadas propias de diversas regiones? ¿No era La Habana el centro del pensamiento y la ciencia cubanos? ¿Los movimientos precursores no fueron por doquier? La nacionalidad cubana se gestó en toda Cuba aunque el parto fuera entre la Demajagua y Bayamo.


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