504 años Habana: habitar el espacio, el tiempo, el porvenir…


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Yo te amo ciudad,

Cuando persistes…

 Gastón Baquero

 

La Habana está de  fiesta. Y es ahí donde el verso de Baquero se vuelve paratexto de una vieja ciudad que ha hecho de su Centro Histórico el espacio vivo y narrante de múltiples confluencias en la obra total que ampara lo matérico y perdurable, lo histórico y patrimonial, lo vivido y por vivir, dentro de la misión y empeños de la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHC). Patrimonio no solo como heredad ni propiedad, mejor como vector viajero en el tiempo, de un ayer cifrado en leyendas, historias, testimonios y evidencias, tan reales como imaginadas, tan ciertas como quiméricas, a un hoy que impone desafíos, reinvenciones, afectos renovados. Habitar el espacio y el tiempo en presente implica expandir, cual polifonía de enunciaciones, los universos constitutivos de lo físico y lo humano, de lo poético y lo metafórico de todo cuanto se cuece desde la voluntad oportuna para festejar estos primeros quinientos cuatro años de existencia.

Temporalidad inquietante que restituye el concierto comprometido en las interrelaciones que se generan y que realmente re-viven el paso de los días, sus meses, años, siglos. Dar valor actuante a los itinerarios, los recorridos, las cruzadas y recuperaciones de añejas edificaciones, plazas, espacios públicos, también con misión y visión protectora y amante de lo sobrevivido, mantiene latiente la obra fundacional de Eusebio Leal. Hoy, al sentir cuán eficaz es recordarle a través de la lealtad y ocupación propositiva de quienes le acompañaran en muchos de los programas, proyectos, acciones e iniciativas fundadas en el amor a la comunidad, en respeto de sus identidades, en favor de los entornos urbanos conviviales y hermosos, es símbolo educativo en la conciencia ciudadana.

504 años en una ciudad maravilla que ha hecho de sus espacios privados y públicos, del “inmenso fin socializador y cultural” que distinguen los propósitos de la OHC, es eje unificador de voluntades territoriales con el acompañamiento de la cooperación internacional. Siendo notable advertir cómo la preocupación por el espacio en sí, se manifiesta en la perspectiva integradora que se tiene al re-crearlo cuando es re-habitado por sus gentes (moradores, vecinos, transeúntes, visitantes; también por niñas y niños en las aulas museos, estudiantes y obreros en los talleres y oficios, en quienes cada día hacen de su labor y profesiones un canto de amor comprometido y responsable por la ciudad.

504 años en la transformación generativa de alianzas, acompañamientos y labrantío de numerosos proyectos artísticos y culturales, de emprendimientos e innovación. Sin dudas, el espacio viviente alrededor de estas jornadas de un noviembre que celebra, será, por tanto, a nuestros ojos, cuerpo, deseos y sueños, una señal de resonancia humana y ciudadana. En consecuencia, no habrá formas inanimadas del espacio, pues cada piedra, cada loza, cada banco, cada reja, muro, lucernario, puerta, ventana, y su devenir espacio viviente, obrará en lo estético, amatorio y vivencial de nuestra identidad espacial, temporal y sus franjas por venir.

En esos frisos para cuidar y agradecer, está la huella del arduo trabajo de proyectistas, inversionistas, constructores, restauradores, gestores, soñadores. De muchas mujeres y hombres que hacen del espacio su vida, su clamor y probidad cotidiana. Se dice que nuestra vida crea el espacio, mientras que nuestro cuerpo lo expresa, lo concreta en el conjunto de sus acciones. Cómo imaginar entonces el trabajo social con las comunidades de la ciudad, sino en sinergia cooperativa entre todas y todos. Solo desde la protección al patrimonio, a ese que va y viene con los tiempos, desafiando la porosidad de aquello matérico que se desvanece y requiere del conforte atento restaurador, de la mano fértil y la mirada grata. 

504 de una añeja ciudad que reedita el afán creativo de artistas en solitario o en colectivo que en ella laboran con el propósito debelador de esas mezcladas historias. Música, danza, oralidad, teatro; arte urbano, arte visual, arte sonoro, arte mixto, estatuas, gigantes, poetas, mulatas de rumbo, caleseros; sombreros, abanicos, bastones, golosinas. Festivales, encuentros, temporadas, ferias, coloquios, redes; plazas, parques, jardines, soterrados y azoteas, fortificaciones, cañones, escudos, estanques, acuarios, tejados y más. Centros culturales, teatros y anfiteatro, galerías y museos, archivos y bibliotecas, centros de información y de interpretación, editoriales, revistas, libros, mapas, pantallas y más. Niñas, niños, adolescentes y jóvenes; adultos mayores, poblaciones vulnerables, población en centros de acogida, pertenecen a la ancha cartografía de cuerpos habitantes de la ciudad-espacio-tiempo.

504 que, en este 2023 procura contra viento y marea, hacer de recuperación de inmuebles y plazas, un corredor hacia la vocación de servicio en la conexión arte y sociedad. Festividad que, por igual, fomenta la formación de buenos valores, siendo espacio de intercambio y aprendizaje, sensibilización para transformar la percepción del mundo, del entorno, de la ciudad. Tal como figura en la selección del retablo La novia de la ciudad, creación de la artista Silvia Rodríguez Rivero y que ilustra el pórtico de estas notas; flujo, textura, propulsión, color, viaje hacia el infinito nos alienta en estos 504 años de la Habana para habitar el espacio, el tiempo, el porvenir, pues “Yo te amo ciudad, cuando persistes…”


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