Roa en mi memoria


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Al decir de su hijo “Era flaco, huesudo, de manos finas y ágiles, que dibujaban la palabra, subrayando las andanadas verbales. Hablaba con ritmo balístico, como escribía. Su conversación era culta, mas sabrosamente criolla”.

Así lo conocí personalmente cuando nos impartía una clase en un aula de la Escuela de Ciencias Sociales en la Universidad de La Habana, donde alternaba su cargo de Canciller con la de profesor universitario.

A mi mente viene aquella imagen quijotesca gesticulando mientras se movía de un lado a otro con un cigarro entre los dedos. “No voy a ser como el profesor monólogo que es más mono que logo. Cuando me hagan una pregunta y yo no conozca la respuesta le diré sencillamente: No sé”, dijo tajante y cortantemente como carta de presentación.

En el aula como en otros foros “No rehuía calificativos ni dicterios —por otra parte, castizos— cuando era menester, y su palabra, vital expresión de legítima cubanía, era a la vez culta y urticante”.

El junto a Fidel fue el precursor y forjador de la política exterior de la revolución cubana; arquitecto y constructor de nuestra diplomacia revolucionaria de carrera y a la carrera.

Ciclón de palabras, fue un intelectual profundo, culto y fecundo, uno de los de mayor calibre en América Latina.

Raul Roa en su tiempo dijo: “La cultura es un proceso socialmente condicionado y expresa, en consecuencia, el sentido de la constelación dominante en cada ciclo de la historia. Pero, igualmente discrepo de los que intentan reducirla a feudo propio, mediante el desahucio de los que no piensan o sienten como ellos. Sin libertad de expresión, la capacidad creadora se agosta, languidece y marchita. El derecho a la herejía es ala y raíz de todo progreso cultural y humano.

Y en otra parte apuntaba con su estilo magistral : Velar por el destino de la cultura es deber primario del Estado. La difusión de las luces es el más firme baluarte de la soberanía popular. Si la ignorancia es madre de todas las esclavitudes, la cultura ha sido siempre hontanar nutricio de la libertad».

Hoy, con suma energía, toman fuerza y presencia sus valerosas palabras.

De su espíritu jodiende, como lo calificara su hijo Raulito, tal vez hoy en día nadie recuerde cuando en la entrevista que le hizo Ambrosio Fornet, Roa expresó: «siempre se es joven cuando el músculo primo permanece retozón». Aquello fue un escandalo nacional, los más y menos  ruborisondos se sonrrojaron y los machistas se alborozaron, desconocían que el músculo primo al que se refería el canciller era el corazón.

De Roa supe, por primera vez, a través de una revista Bohemia donde describía lo sucedido aquel fatídico 30 de septiembre cuando resultó asesinado el líder estudiantil  Rafael Trejo.

Este hecho marcó mi vida para siempre  A  partir de esa lectura me hice el firme propósito de iniciarme en la lucha revolucionaria. Lo que puede la lectura y el ejemplo;  tenía entonces yo 14 años de edad.

He aquí algunos párrafos de aquel artículo: “La Habana amaneció el 30 de septiembre de 1930 trémula de aprensiones y entoldadas brumas. Se respiraba una atmósfera de tragedia. No obstante las dramáticas perspectivas, los conjurados fueron concentrándose a la hora convenida. Policías a pie y a caballo patrullaban la Universidad y sus aledaños. Un toque de clarín ahogó el tumulto y enfureció  aún más los ánimos. Era Félix Ernesto Alpizar. Armando Feíto  desplegó una bandera cubana. No portábamos más armas que las bofetadas de Pepelin Leyva y de Pablo de la Torriente Brau”.

“Estrépito de puertas. Disparos. Gritos. ¡Abajo la tiranía! ¡Muera Machado! ¡Abajo el imperialismo!

En la acometida hay heridos; se desploma Pablo de la Torriente Brau y cae herido por la espalda el joven estudiante de la Facultad de Derecho, Rafael Trejo. Nuevos disparos. Sangre obrera se mezcla  simbólicamente con sangre estudiantil. La manifestación tras  de inflamar la ciudad con sus anatemas se dispersa bajo un copioso aguacero. Y aquel estudiante, Rafael Trejo, moría con una sonrisa tal como la recordaba Pablo de la Torriente Brau en su conmovedora semblanza desde su cama de convaleciente: (…) se había despedido de mí, con una sonrisa, él que se iba a morir”. Fueron infructuosos los esfuerzos de los médicos  para salvarlo. Rafael Trejo murió. Este joven estudiante y la fecha del 30 de septiembre  permanecerán vinculados para la Historia. Un pueblo entero acompañó al cementerio sus restos mortales…”

De estirpe mambisa, Roa era nieto de Ramón Roa, quien fuera Ayudante de Ignacio Agramonte, de Julio Sanguily, Máximo Gomez y amigo de José Martì.

Nacido en La Habana, el 18 de abril de 1907, Raúl Roa fue un hombre polifacético: periodista, escritor, profesor universitario, intelectual de subidos quilates y, sobre todo, revolucionario de profundas convicciones y quehacer condigno, que abrevó en las ideas libertarias y de honda cubanía y proyección americana de José Martí, y actualizó su herencia mambisa con el estudio y la praxis transformadora del marxismo y el leninismo, entroncando la brega antimachadista y antibatistiana de sus años mozos y de juvenil madurez con la gesta heroica que tuvo como hitos el asalto al Moncada y la lucha guerrillera de la Sierra Maestra. Un hombre de su tiempo.

El canciller de la dignidad falleció en La Habana, a los 75 años, el 6 de julio de 1982. El pueblo, que acudió masivamente al Aula Magna de la Universidad  de La Habana donde se velaron sus restos mortales, le hizo un “duelo de labores y esperanzas”, acompañándole, silencioso y reverente, hasta el Panteón de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en el que fue sepultado. Armando Hart, a la sazón Ministro de Cultura, despediría el duelo del revolucionario sin tacha.

Fuentes:

ROA X ROA. Raúl  Roa Kourí. La Habana 2001

¡PRESENTE!. Apuntes para la Historia del Movimiento Estudiantil Cubano. Juan Nuiry. La Habana. Editora política 2000.


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