Acerca de la fundación de Santa Ana de Guanabo y una isla de piratas devenida insurrecta


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El 26 de julio de 1959, a las 5:15 de la mañana, comenzó una sesión extraordinaria del Consejo de Ministros del Gobierno Revolucionario en el Cuartel Moncada de Santiago de Cuba en la que –refiere Luis M. Buch Rodríguez en su libro Gobierno Revolucionario Cubano: génesis y primeros pasos– se tomaron  dos trascendentales acuerdos aprobados por unanimidad: a propuesta del ministro de Educación Armando Hart Dávalos declarar a esa fecha “Día de la Rebeldía Nacional” y por iniciativa del comandante Pedro Miret Prieto, ministro de Agricultura, al 30 de julio, fecha en que fuera asesinado en 1957, por los esbirros de la tiranía batistiana el joven revolucionario Frank País García, “Día de todos los mártires de la Revolución”.

En lo adelante, hablar en Cuba del 26 de julio es rememorar el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes pero en estas líneas me referiré a otros dos onomásticos en esa data.

La toponimia Guanabo enseguida nos sugiere una playa azul, arenas finas y sol reluciente, a unos 25 kilómetros al este de la ciudad histórica de La Habana, pero la localidad turística junto a esa playa se fomentó a partir de la década del 20 del siglo pasado.

La fundación del pueblo de Guanabo propiamente, data del 26 de julio de 1803, con el nombre de “Santa Ana de Guanabo”, al construirse la iglesia bajo la advocación de la Santa Ana, dos kilómetros al sur de esa actual localidad playera, en el sitio que hoy conocemos como “Caserío Guanabo”, perteneciente entonces al Partido pedáneo de Sibarimar. Guanabo y Sibarimar, ambas, son voces aruacas por lo que ambos sitios cercanos entre sí fueron llamados así por los pobladores precolombinos.

La zona de Guanabo fue eminentemente azucarera durante todo el siglo XIX, incluyendo además algunos potreros y cafetales.

Durante la Guerra de Independencia de 1895 fue atacada en dos ocasiones por el Ejército Libertador Cubano, por las tropas del regimiento Habana de Caballería al mando del coronel Néstor Aranguren, perteneciente a la brigada Note-Noreste, cuyo jefe era el entonces brigadier Rafael de Cárdenas Benítez, gran unidad de la 2da División Habana, del 5to Cuerpo de Ejército Habana-Matanzas.

En Historia de La Habana del Este, sus autores, entre los que me incluyo, se reflejan ambos hechos de la siguiente forma:

El 23 de mayo del año 1896, tropas del regimiento Habana de Caballería atacan e incendian el caserío Guanabo y en la acción ajustician al secretario del juzgado por sus actividades anticubanas. Los españoles ofrecieron fuerte resistencia atrincherándose en las casas del pueblo y en la Iglesia de la Santa Ana, por lo cual fue necesaria la acción de la tea incendiaria mambisa.(…)

El 27 de mayo de 1897, tropas al mando del Brigadier Rafael de Cárdenas atacan nuevamente a Guanabo.

Y por la ensenada de Boca Ciega o de Sibarimar, desembarcaron justamente dos expediciones mambisas durante la contienda. Una, entre los días 5 y 7 de julio de 1896 comandad por el general Joaquín Castillo Duany a borde del vapor “Three friends” y la otra, dirigida por el propio general Rafael Cárdenas que, ante la falta de armamentos, municiones y otros alijos logísticos, marchó a La Florida por estas mismas costas y desembarcó el 9 de septiembre de 1897.

Al finalizar la contienda mambisa, Guanabo quedó prácticamente en ruinas. Por otro lado, el auge que había cobrado el vecino Campo Florido, le restó importancia al pueblo, incluso la Iglesia de la Santa Ana, destruida por la guerra, fue trasladada de Guanabo a Campo Florido.

El antiguo pueblo de Guanabo quedó convertido en un caserío insignificante y dependiente de Campo Florido. La urbanización y esplendor de las playas de Guanabo, en el siglo XX, haría que se conociera en lo adelante como “Guanabo” a aquellas, mientras que el asentamiento original sería llamado Caserío Guanabo.

En la república, la tradicional fiesta de la Santa Ana por la fundación de Guanabo, unió a Guanabo y Campo Florido. En esta última localidad, se celebraba la procesión de la virgen y en la localidad de la playa comenzaron a celebrarse los carnales acuáticos, muy alegres y vistosos. Así fue hasta la década del ´90 con el conocido Período Especial. Festividades que se ha intentado rescatar en la posteridad.

Una isla de piratas devenida insurrecta

El otro acontecimiento al que haremos referencia sobre un 26 de julio tiene que ver con la Isla de la Juventud, antes Isla de Pinos, territorio también históricamente vinculado al Día de la Rebeldía Nacional, pues allí fueron recluidos los sobrevivientes de los asaltos de los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, llamados los Moncadistas, aquellos que después de apresados no fueron asesinados por las hordas del coronel Chaviano, Jefe del Moncada. Otro vínculo es que Jesús Montané Oropesa, uno de ellos, era pinero, hoy considerado patriota insigne de la segunda isla en importancia del archipiélago cubano y sexta de las miles, que conforman el archipiélago de las Antillas.

Sin embargo, el 26 de julio es considerado desde inicios de la república, por las autoridades municipales y el pueblo de esa isla, como la fecha local de mayor relevancia histórica y constituye día de fiesta local pues ese día, pero del año 1896 ocurrió el levantamiento armado de los pineros y de los prisioneros y desterrados en esa isla provenientes de toda Cuba, contra el colonialismo español.

El levantamiento se había desde enero de 1896 cuando la invasión de Antonio Maceo llegó hasta el occidente de la isla de Cuba o “la isla grande” como suelen llamarle los pineros. Fue escogido el 26 de julio porque en la ínsula se celebraba popularmente el Día de la Santa Ana y sería el momento propicio para la acción.

El líder del movimiento fue el pinero Bruno Hernández Blanco, primer mártir local quien derramó su sangre en los acontecimientos y su segunda, Evangelina Cossío Cisneros, joven de 18 años, camagüeyana de nacimiento, residente en la isla, hija del deportado político José Agustín Cossío. En la Síntesis histórica municipal Isla de la Juventud, de un colectivo de autores, se abordan los hechos.

Los alzados, apresaron por unos minutos al coronel José Bérriz, comandante militar de la plaza, atacaron el Cuartel de Caballería de Nueva Gerona y combatieron en las calles de esa ciudad. Rosendo Betancourt, destacado en la acción, logró escapar. Emilio Vargas, fue herido, apresado y fusilado en el cementerio de la ciudad. Los tres hermanos de apellido Pimienta junto a otros patriotas, fueron asesinados a orillas del arroyo Los Muertos. El poeta repentista Juan Ituriga, también fue asesinado y enterrado en el sitio conocido como Tierra Hundida. Evangelina Cossío fue detenida y recluida en el vivac del Cuartel de Caballería, humillada y mal tratada, traslada posteriormente como prisionera para La Habana a la Casa de Recogidas San Juan Nepomuceno, que fungía como prisión de mujeres. Fue condenada a 24 años de cárcel a cumplir en la Real Cárcel de Mujeres de Madrid, pero lograría fugarse.

Otros prisioneros fueron recluidos en la fortaleza de San Carlos de la Cabaña, en La Habana.

El levantamiento armado contra el colonialismo español en Isla de Pinos el 26 de julio de 1896 tuvo repercusión entre las tropas mambisas cubanas. Levantó la moral del pueblo pinero demostrando su filiación a la causa de la independencia y su sentimiento de pertenencia a Cuba –que era manipulado en los Estados Unidos por sus pretensiones directas sobre esta isla–, pues los lazados se llamaron a sí mismos mambises y evocaron a Maceo.

En Madrid, la prensa amarilla denominó al hecho “los sucesos que a todo el mundo sorprendió” cuestionándose su autenticidad y autoctonía y en los Estados Unidos, que, como ya apuntamos, pretendían la anexión de esta isla que llamaban “Isle of Pines”, le llamaron a Evangelina Cossío “Juana de arco cubana”.

La realidad es que, como parte de la estrategia mambisa no sólo estaba llevar la guerra a todos los confines de la isla de Cuba, que se cumplió con el fin de la Invasión de oriente a occidente el 22 de enero de 1896, sino también poner en pie de lucha a la Isla de Pinos, así como la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano pretendía el levantamiento de Borinquen y una invasión de apoyo desde el exterior. Se suponía que de Cuba partiría el nombrado general en Jefe de las fuerzas libertadoras de Puerto Rico, el general borinqueño del Ejército Libertador Cubano Juan Rius Rivera. Para el caso de la Isla de Pinos se plantearon varios planes, el más conocido fue el diseñado por el oficial mambí José Miguel Tarafa, que pretendía lograr la liberación y ocupación de esa isla que siempre ha sido cubana.


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