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Alas en el Teatro Cubano


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Alas Teatro.

Alas Teatro, agrupación teatral que dedica su trabajo a los niños y adolescentes — aunque cualquiera de sus puestas resulta disfrutable para toda la familia—, organizó una jornada teatral por su quince aniversario. “Los Quince de Alas”, así la llamaron, y en ella participaron con sumo regocijo el Teatro sobre el camino, de la provincia de Santa Clara; el Teatro La Proa, de la capital; el Teatro Olas, de Mayabeque, y el Teatro Titirivida, de la propia ciudad de Pinar, que también en este año arribó a sus dos décadas de trabajo.

Como buen anfitrión, Alas Teatro presentó unas escenas de su  conocido espectáculo Cuentos de Guane  junto al documental que el Telecentro de la provincia y la Filial Provincial de la UNEAC realizaron  sobre el grupo y este significativo aniversario, y también nos dejó ver su producción más reciente: Pepe y La Chata, un espectáculo titiritero basado en el libro homónimo de la escritora cubana Nersys Felipe, Premio Nacional de Literatura,  en el cual la autora recrea las relaciones entre José Martí y su hermana Leonor  cuando ambos contaban apenas con unos seis y cinco años de edad, respectivamente.

Prosa poética es  este tiernísimo  libro de Nersys, mirada amorosa quintaesenciada por la experiencia de una vida y muchas páginas de literatura,  y delicadeza y finura derrocha el espectáculo de Alas, que bajo la conducción artística de su directora general, Dorys Méndez, los cuatro actores de esta última hornada: Arasai Suárez, Yadervis Robaina, Yanet Carmona y Luisito Medina muestran ahora en escena.

Quienes tuvimos el privilegio de ver el proceso de creación de varias de estas figuras, la diminuta escenografía… en ese noviembre del pasado año, que nos parece ahora  muy lejano, nos regocijamos al descubrir en escena varias de aquellas piezas ya  terminadas. Tras un taller intenso de más de seis meses, el grupo  Alas, que incluye a Alberto Díaz, tuvo listo este hermosísimo regalo que  integra pequeños  títeres de mesa —con diminutos mandos en manos y cabezas—,  y muebles y utensilios acordes con sus dimensiones, una banda sonora de la mejor música cubana y unas cuidadas imágenes que se proyectan sobre la parte posterior de la cámara blanca que lo envuelve,  y redimensionan los ámbitos de la acción: el interior de la casa de los Martí, la calle Industria, la alameda próxima al puerto…

A cargo de Dorys Méndez  ha estado la versión dramática del libro de Nersys. Difícil labor hecha con maestría donde descubro síntesis de subtramas, momentos de los cuales se ha prescindido con toda sabiduría, recreación cuidadosa de situaciones, diálogos precisos cuando la acción titiritera o el gesto  no resultan suficientes.

Lo que Nersys narra son situaciones junto a ambientes y estados de ánimo. Prosa poética, como ya dije, que se resiste a las bridas de la dramática al uso. En el libro el conflicto está dilatado y subyacente: Pepe necesita la constancia en gestos del amor paterno, mientras el recio hombre, agobiado por la responsabilidad de la familia y las contradicciones específicas de su vivir,  no halla lugar para aquel tipo de expresión. Pepe anhela decirle cuánto le quiere, sin embargo se cohíbe de hacerlo. No hay espacio para esta expansión de los sentimientos.

Dorys no se cuida de cumplir las reglas de la dramaturgia aristótélica y apela aquí a la versión dramática más afín al material original. Si el arte es investigación sobre la capacidad del hombre de hallar formas de expresión, Dorys Méndez y Alas Teatro han cumplido. Por otra parte, se hace  difícil  la presencia del arte sin que se adivine la vinculación con el riesgo.

El pensamiento teórico y crítico de la contemporaneidad ha encontrado el término de post drama para hallarle espacio a las diversas expresiones del Teatro que no colocan en su centro las leyes del drama tal y como han sido entendidas a partir del Renacimiento. De este modo un sinfín de expresiones que involucran un actor o un performer y un espectador pueden entrar al reino de lo teatral. Ya no está en el centro mismo del Teatro la intriga dramática, ni existe un especial lugar para la decisión individual en las historias. Ello nos permite contar de otros modos, expresar de otras maneras, con otras estrategias y estructuras.

En escena, Arasay, Yanet, Yadervis, Luisito, cuya manera de estar presentes en el espacio escénico me remite un tanto a los modos del kabuki, son virtuosos en la animación de estas figuras salidas de sus propias manos, con las cuales interactúan  con precisión y limpieza exquisitas, mientras la emoción se contiene gracias  a la técnica. El diseño de iluminación  recorta  la luz de forma que ella se haga presente solo en  la zona en la cual alientan las figuras, pero ni bajo esta luz brillante y focalizada es posible adivinar cómo se las arreglan los titiriteros para que las diminutas manos de Doña Leonor logren sostener la taza del café, o las de Pepe la pluma con la cual escribe, o las de La Chata el plumero con el que sacude.

La presencia de la banda sonora no puede ser más discreta. Es una selección de lujo de música cubana en forma instrumental, donde con inteligencia y sensibilidad ha sido dispuesta la sucesión de los temas.

Nada se ha dejado al azar. El vestuario de los actores refiere la época de la acción y se aviene con el estilo de la puesta y su color colabora con la concentración de la visual sobre la acción que acontece en el breve espacio escénico, cuya estructura material nos reserva sorpresas, pues la aparente mesa no es continua, sino que está formada por cuatro soportes, cuyas tablas son giratorias y basta un vuelco para que donde antes estaban situados los muebles de la casa  aparezcan ahora la fuente y las baldosas del paseo, incluyendo dos empinadas farolas, una en cada extremo.

Cual magos prodigiosos obran los intérpretes sobre los resultados que les trajeron búsquedas y rigores de muchos meses y es, entonces, un placer inmenso ir al encuentro de esta joya que el teatro cubano de hoy mismo nos reserva en la límpida claridad del Occidente de la Isla.

Bien celebra Alas Teatro sus quince años de existencia como institución con esta obra que, inexplicablemente, no clasificó para representar al teatro para niños y jóvenes en la reciente edición del Festival de Camagüey, pero que está nominada para los Premios Caricato de este año en las categorías de Puesta en Escena y Actuación dentro del ámbito de la escena para niños y jóvenes y que, desde su misma representación, se adentra callada y definitivamente en el corazón de quienes compartimos la preciosa experiencia artística que nos depara.


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