Carmen Soto: la historia de un sueño multiplicado


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Carmen Soto. Foto: Rodolfo Blanco Cué.

A los nueve años tuvo su primera máquina de coser Singer. Su abuela se la puso en las manos como quien regala un juguete más, otro dispositivo mágico para que la niña Carmen nunca pensara en su niñez como algo triste por no conocer a su padre o tener a su madre lejos. Entonces empezó a coser muñecas que salían de su imaginación como de las páginas de un libro, sin saber que muchos años después sería la fundadora del proyecto de muñequería Carsueño, y que un poquito más tarde, sin fanfarrias ni alfombras rojas, pero sí con un cariño multiplicado en los cientos de camagüeyanos, y otros tantos cubanos que siguen sus empeños, se convertiría en el Premio Nacional de Cultura Comunitaria 2014.

Es imposible hablar de Carmen Soto sin mencionar a Carsueño, o sin decir que una vez hicieron la muñeca negra más grande del mundo, una Leonor, como en el cuento de La Edad de Oro, de 22 metros, y que superó a la Pepona argentina dueña del récord Guinness con sus 13 metros. Por eso ella hubiera preferido que el reconocimiento, en vez de tenerlo en la categoría de Personalidad, fuera para Carsueño como Proyecto Sociocultural; pero quienes la conocen le replican y la regañan, porque ella ha sido más que su fundadora, porque es una mujer que vive para sembrar amores.

Siendo maestra comenzó su labor como promotora cultural. Sus niños de primero a cuarto grado aprendieron con sus títeres para animar las clases, sus reproducciones de papier maché y a gran escala de los personajes Lapicín, Margarita y Guamito, de los libros de texto, sus juguetes inventados con cualquier material cuando no había otra forma de tenerlos. En 1993 comenzó su primer proyecto comunitario, “Chao bloqueo”, que en medio del Período Especial constituyó una forma de traer hasta su comunidad en Sierra de Cubitas un poco de ayuda ante la compleja situación económica.

De esa época todavía recuerdo un muñequito que nombramos Pelusín y se subastó en Argentina por 200 dólares. A través de un grupo de solidaridad llegaban a ese país las manualidades que hacíamos los miembros de “Chao bloqueo” y se vendían allí o se intercambiaban por comida, ropa, aseo, útiles para el hogar… Era una ayuda que si bien no resolvía todos los problemas, al menos brindaba pequeñas alegrías a las familias que la recibían, relató Carmen a Cubarte.

Años después, la responsabilidad filial con su madre enferma la llevó a mudarse a la ciudad de Camagüey, a un barrio de esos a los cuales su condición de “periféricos” los pone en desventaja con respecto al desarrollo social y cultural.

Era una comunidad muy parecida a donde vivía yo en Sierra de Cubitas, pero más heterogénea, y con muchas dificultades sociales, por ello pensé que sería un escenario ideal para lograr que las personas se integraran y trabajaran por un bien común. Poco a poco fui creando piezas yo sola, como muñecos, por supuesto, pero también tapetes, paños de cocina y otras utilerías, y un día monté por mi cuenta una exposición gigante en los bajos de mi edificio. La sorpresa de la gente fue grande y muy positiva, y muchos se acercaron para comenzar a colaborar con ideas conjuntas.

Esa fue la génesis de Carsueño, que actualmente se ha replicado en provincias como Pinar del Río, La Habana, Matanzas, Cienfuegos, Sancti Spíritus, Las Tunas, Santiago de Cuba y Holguín. A los sueños de Carmen debe el nombre el proyecto por el cual todo el mundo la conoce. ¿Cuáles son esos sueños? Si le preguntan, ella dirá: “que todos logren lo que se propongan, que lo hagan llenos de amor, y que nunca dejen de hacerlo”.

Hoy, el proyecto tiene cita obligada en la Feria Internacional del Libro cuando llega a la ciudad de Camagüey, lo mismo con un libro gigante con los personajes de La Edadde Oro, que con una casita de cuentos de hadas; en los aniversarios de la urbe, con la Leonor de 22 metros o con tapices de dos, representando los 500 años de la otrora Santa María del Puerto del Príncipe y sus momentos más trascendentales; también es visita anhelada en hospitales, escuelas, prisiones y en cualquier otro lugar donde se necesite amor, unión, sacrificio y solidaridad.

¿Y el premio, qué significa para Carmen?

La posibilidad de agradecer a la familia y a mis seguidores, que son quienes han hecho posible que hoy mis sueños sean realidades multiplicadas por el cariño y la perseverancia.         


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