Centro Cultural Quintín Bandera: La realidad de un sueño


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A la familia descendiente del matrimonio de Quintín Bandera Betancourt y Virginia Zuáznavar, sus nietos y bisnietos, se les escaparon lágrimas, incluso, algún que otro sollozo, pero en el fondo, mucha alegría. La casa que habían donado varios años antes al Estado cubano para que tuviera fines comunitarios, se convertía el 24 de febrero, en el Centro Comunitario Quintín Bandera.

En esta fecha, pero del año 1895, José Quintino Bandera Betancourt, regresaba al campo insurrecto como muchos otros patriotas cubanos, para reiniciar las luchas patrias por la independencia de Cuba.

Era su cuarta ocasión. Se había levantado en armas en 1851, a los 17 años de edad, secundando al patriota camagüeyano Joaquín de Agüero y a causa del fracaso de esa rebelión, tuvo que embarcarse de polizonte en un buque español rumbo a la península ibérica.

Pero ya estaba de regreso cuando la clarinada cespediana del 10 de octubre de 1868 y a inicios de 1869 se alza incorporándose a las órdenes del general Donato Mármol. Termina la guerra, diez años después, con grados de teniente coronel y la cupo el honor de ser el jefe de la seguridad del campamento de Mangos de Baraguá, cuando el 15 de marzo de 1878, el mayor general Antonio Maceo se entrevista con el capitán general español Arsenio Martínez Campos para protestar contra el Pacto del Zanjón, que nos daba una paz sin independencia.

Al año siguiente estaba enrolado en la Guerra Chiquita, y posteriormente participó en la fallida conspiración del Manganeso por lo que sufrió prisión en España, pero al reinicio de la contienda aquél 24 de febrero, ya estaba alistado nuevamente. Fue ascendido a coronel y promovido a jefe del regimiento de la jurisdicción de Cuba. El 22 de octubre, encabezaba la infantería del contingente invasor que partió con Máximo Gómez y Antonio Maceo de Mangos de Baraguá y, con éste último, llegó el 22 de enero de 1896 a Mantua, por entonces el municipio más occidental de la isla. Se dice que, con Quintín al frente, la infantería nunca estuvo rezagaba de la caballería en los más de dos mil kilómetros recorridos.

Ascendido a brigadier, fue nombrado jefe de la brigada Trinidad del 4to cuerpo Las Villas, pero las intrigas racistas y regionalistas pudieron más que su valor y fue destituido por el General en Jefe Máximo Gómez, aunque no degradado. Posteriormente el propio Gómez lo ascendió a general de división y con ese grado culminó la guerra.

Empobrecido y desempleado aquél general de cuatro contiendas, se casó con Virginia Zuaznávar, su tercera esposa, en Colón, provincia de Matanzas, vivieron después en Bahía Honda, provincia de Pinar del Río y actualmente perteneciente a Artemisa y finalmente se asentaron en La Habana, primero en el barrio de San Isidro y definitivamente en el de Jesús María, una casa primero en la calle Revillagigedo y más tarde en Esperanza 32, actual 106, que es la casa donde se inauguró el ya referido centro cultural con lo honra con su nombre, allí nacieron cuatro de sus cinco hijos y allí fue colocada una tarja conmemorativa en 1955.

De allí partió a su quinta contienda, la Guerrita de agosto de 1906, alzándose junto a los liberales en contra de Tomás Estrada Palma, quien le había ofrecido diez pesos y una plaza de cartero cuando fue a verlo.

¡Asesinado! Por la Guardia Rural y cruelmente por un capitán que había sido su subordinado en la Guerra de 1895 y enterrado en una fosa común, ¡cuánto odio! Incluso, en 1919, cuando se trasladó para una tumba propia, gracias a los oficios del sacerdote católico que preservó la identidad del cuerpo, tuvo la oposición del general Freyre de Andrade, a la sazón, alcalde de La Habana.

Ahora se recuerda Quintín en un centro cultural de esa barriada proletaria de Jesús María, en la que cerca, una escuela primaria lleva también su nombre, como una fábrica de estructuras metálicas del Grupo Regal en la barriada de Puentes Grandes, como en Guanabacoa, una calle –antes, San Antonio- y un bello círculo deportivo. Quintín no ha muerto.

El nuevo centro cultural, se ampliará a partir de ahora con una segunda fase, un nuevo edificio en la parcela 108 contigua a la casa. A su inauguración asistió un mar de pueblo de la barriada y junto a ellos, el viceministro de Cultura Fernando Rojas Gutiérrez, el Primer Secretario del Comité provincial del Partido Comunista de Cuba en La Habana Luis Antonio Torres Iríbar, el gobernador de la provincia Reinaldo García Zapata, la directora provincial de Cultura Mayté Vigoa de la Uz, las autoridades municipales de La Habana Vieja y el biógrafo de Quintín, el historiador Abelardo Padrón, con los familiares del héroe.

El discurso de apertura corrió a cargo de Tatiana Viera Hernández, coordinadora de objetivos y programas del Gobierno Provincial del Poder Popular, a la que siguió, poesías, cantos, música, baile, el develamiento de la tarja repuesta y la explicación del montaje museológico. La realidad de un sueño acariciado desde hace mucho tiempo por la familia y el pueblo habanero.



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